Las fiestas de Sant Jordi volvieron a vivir el domingo 17 de abril una nueva jornada en la que la gastronomía y la solidaridad fueron de la mano. Tras la frita de matances interestelar del segundo fin de semana de abril, llegó la paella solidaria de Manos Unidas que tuvo lugar siete días más tarde y que se elaboró junto al templo de la parroquia. De nuevo, y tal como ocurrió con la frita popular (cuya recaudación fue destinada a la Asociación Pitiusa de Ayuda a Afectados de Cáncer, Apaac), el chef encargado de prepararla fue Antoni Serra, Margalit, bombero jubilado que en esta ocasión tuvo que calcular el arroz, el marisco, el pescado, las gambas, el pollo y el cerdo para cocinar una paella para 400 comensales, cada uno de los cuales pagó 20 euros por plato.

Las motos clásicas fueron aparcadas junto a la iglesia. | J.M.L.R.

Las mesas fueron distribuidas por el porxo de la iglesia de Sant Jordi y por los aledaños donde había más sombra, pues fue una jornada muy calurosa. Para prepararla, Serra se acompañó, otra vez, de la colla de amigos de la asociación de vecinos, además de su hijo y de su nieto, Xico, del que los presentes comentaban que tiene tanta maña como el abuelo y del que vaticinan un halagüeño futuro como cocinero.

Los cocineros de la paella popular de Manos Unidas. | J.M.L.R. j.m.l.r. sant jordi

La mitad de las motocicletas eran ‘sidecars’. De estas, una era una BMW, y las otras cinco, Chang Jiang de 750cc

Al lado, el Club de Moto Clàssica de Ibiza i Formentera expuso desde mediodía una docena de sus más preciadas reliquias, todas ellas anteriores al año 1967, según Justo Juan, miembro de su directiva. De ellas, la mitad de las motocicletas eran sidecars. De estas, una era una BMW, y las otras cinco, Chang Jiang de 750cc, «réplicas chinas de las BMW de la Segunda Guerra Mundial», según Justo Juan: una copia rusa del modelo de la Wehrmacht alemana que, a su vez, imitaron casi a la perfección los chinos, únicos en eso de copiar. De hecho, una de ellas porta un par de bombas de mano germanas (stielhandgranate, se supone que sin carga) de la Segunda Guerra Mundial, así como un stahlhelm (caso de acero) y material de camuflaje de color desierto, el mismo que el de la moto. Además, aparcaron junto al muro del templo un par de Ducati 200, un par de Bultaco y una Ossa. La mayoría, compradas, como esas Chang Jian. Pero otras son reliquias del pasado de la isla, motos de los padres o abuelos de sus actuales propietarios que estos han restaurado con cariño, pieza a pieza. Mientras Juan comenta cómo él mismo ha recuperado una Vespa y una Yamaha de su familia, un vecino se le acerca para preguntar si para exponer su moto allí mismo tiene que asociarse primero. Tiene aparcada en su casa una Montesa de hace casi 70 años. La respuesta es que la traiga ya mismo, más si vive en el pueblo.

Un participante escoge un ‘còdol’ para lanzarlo. | J.M.L.R.

También se disputó el séptimo Memorial Toni Ramis de Tir amb Bassetja, organizado por el club JASA

Cerca, al lado de Can Sala, se disputó el séptimo Memorial Toni Ramis de Tir amb Bassetja, organizado por el club JASA. Participaron una treintena de tiradores de todas las edades. También se dio un pequeño curso (con pelotas de goma, no con còdols) a los interesados en esta ancestral modalidad.