«Por el mantenimiento y el fomento de la pesca artesanal de artes menores en las aguas de las Pitiüses practicando un tipo de pesca selectiva y respetuosa con el fondo marino; y por su filosofía de vida y de trabajo que ha posibilitado la creación de la Reserva Marina de interés pesquero de Tagomago, pionera a nivel de Baleares, haciendo patente su compromiso con la conservación de los recursos pesqueros», estos son parte de la amplia lista de méritos por los que el Ayuntamiento de Ibiza otorga a la Cofradía de Pescadores la Medalla de Oro de la ciudad de Ibiza.

En esta lucha por la defensa del producto autóctono, la cofradía ha puesto en marcha el etiquetado Peix Nostrum, «que revaloriza su producto, de cadena de comercialización corta, y de diferenciación con respecto al producto que viene de fuera de la isla»; y también ha defendido «los intereses de los pescadores frente a los cambios normativos que se producen, trabajando para que las particularidades de la flota que opera en Ibiza estén contempladas, así como el trabajo realizado en la defensa de los puestos de pesca tradicionales frente a la masificación del litoral ibicenco».

Una cofradía casi centenaria

La actual Cofradía de Pescadores de Ibiza fue constituida el 18 de junio de 1922 con la intención de regular la actividad pesquera y la venta de pescado en las Pitiüses. Este sector, como destaca el Ayuntamiento de Ibiza en su informe, ha tenido unas particularidades curiosas respecto al resto de oficios tradicionales, siendo históricamente un oficio que implicaba un aprendizaje familiar generacional. Actualmente está conformada por 55 socios, con 4 barcas de arrastre, y el Ayuntamiento de Ibiza considera que su trabajo e implicación deben ser merecedoras del máximo galardón que otorga la ciudad de Ibiza.

El patrón mayor de la cofradía de pescadores de Ibiza, Antonio Cardona, reconocía la semana pasada en las páginas de este periódico que el modelo de pesca anterior, ese que buscaba la rentabilidad a través de un mayor volumen de capturas, con barcos más grandes y motores más potentes ya es historia. «Estaba condenado al fracaso a corto plazo». Los profesionales se dieron cuenta de que esquilmar los caladeros no era ni su propósito ni la solución.

De ahí, la vuelta a la pesca más tradicional, esa que cuida mejor el producto, en la que se pesca menos, pero de manera más selectiva y se comercializa de una manera más eficiente. El patrón mayor considera que las nuevas generaciones de pescadores han entendido el mensaje. «La mayoría de ellos cree en este modelo, es un proceso lento, pero está empezando», señala.