Durante la procesión del día grande de Santa Agnès de Corona, hay un detalle que llama la atención de algunos visitantes y de muchos ibicencos de otros pueblos: la talla de la virgen, que portan cuatro jóvenes, destaca por su vistosa emprendada, como otra chica más de una colla de ball pagès. El párroco, Joan Riera relata la promesa que hay detrás de estas joyas: «Fue una donación de la familia de Can Maymó a finales del siglo XVIII, después de que uno de ellos salvara la vida tras naufragar el barco en el que transportaban madera».

Otra curiosidad de este pueblo es que, dada su escasa población, no cuenta con suficientes vecinos para formar una colla de ball pagès, así que para la fiesta siempre acuden voluntarios para que no falte la tradición. Uno de los pocos coroners que participan en la fiesta es Vicent Garrover, «hoy el resto viene de Sant Jordi, Puig d'en Valls, Buscastell o Sant Rafel».

Com0 es domingo, el pueblo se encuentra abarrotadísimo y entre la iglesia, la plaza y sus dos restaurantes se concentra un número muy superior a los 370 vecinos con que cuenta la parroquia. Otros años, cuando el día grande cae entre semana no se llega ni al centenar de personas.

La cantadora Pepita Palau y su marido Jaume Costa se sorprenden al contemplar la plaza mientras todavía no ha acabado la misa. «Hemos llegado a las once y media y estaba vacía, pero ahora hay una engentada increíble». Ellos han venido junto a 50 vecinos de con el autobús fletado por el centro de mayores de Sant Jordi.

A Corona en carro

Mucho más largo ha sido el trayecto de Pere Mateu, su copiloto Toniet de na Putxa y Juanito Pujols, que han invertido dos horas y media para recorrer los 28 kilómetros que los separan de Sant Carles. «Habríamos tardado menos, pero he tenido que parar per fer una pixada», se ríe Pere Mateu. Es una jornada especialmente feliz para él, porque, a punto de cumplir 87 años, ha llegado por primera vez en su carro y caballo desde Sant Agnès: «Me dije que tenía que venir antes de morir y el año pasado no pude porque llovió».

Carreteros

Además de estos tres vecinos y amigos de Sant Carles, hay otra veintena de carreteros en el aparcamiento que se encuentra a la entrada del pueblo, que preparan los carros con los que desfilarán tras la procesión de los santos y el ball pagès. La mayoría de ellos son los típicos carros de barana, aunque también se encuentra algún cabriol (charret mallorquín).

En Ibiza pueden quedar «como máximo unos 30 carros de barana preparados para ir de fiesta», detalla Mariano Malacosta, el presidente de la Associació de Carreters d'Ibiza. Carros por restaurar, arrinconados en algún almacén, hay muchos más, como «los cinco o seis» que ha restaurado uno de los carreteros más jóvenes que se encuentran en Corona, Toni Petit, «un auténtico manitas», asegura Malacosta.

El resto de aparcamientos del pueblo están tan saturados como los caminos paralelos a la carretera, entre los campos de almendros. Suerte que no han florecido todavía los árboles.

Junto al porche del templo, que muchos vecinos dejaron de usar en 1870 tras producirse un crimen y que provocó la apertura de la otra entrada lateral, se encuentra Miquel Costa, coroner y fundador de la Editorial Mediterránea. «Hacía mucho tiempo que no podía venir porque la fiesta caía entre semana», que recuerda que «cuando era pequeño, aquí sólo venía la gente del pueblo».

También se sorprende por la multitud el concejal del PI Joan Torres, que no ha podido acceder a la iglesia. «La tendremos que ampliar», bromea. La policía local consigue ordenar el tráfico, hasta el momento saturado por una caravana, y la fiesta se puede completar con la procesión, el ball pagès y el desfile de carros. Y, cómo no, con el reparto de orelletes y los porrones de vi pagès.