Un cielo nuboso e inestable marcó ayer el día grande de las fiestas de Sant Vicent de sa Cala, que sin embargo se desarrollaron con la brillantez que caracteriza a esta parroquia del norte de la isla.

Los portales de la iglesia aparecían enmarcados con vistosas hojas de palmera, que recordaban las celebraciones pascuales que ahora tocan a su fin. El obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura, presidió la santa misa oficiada en el templo construido en 1837 y que, una vez más, quedó pequeño para acoger a los numerosos fieles que querían oír la homilia pronunciada por el prelado.

Entre las autoridades presentes figuraban el presidente del Consell, Vicent Serra, y el alcalde de Sant Joan, Antoni Marí, además del conseller insular de Hacienda, Álex Minchiotti, la parlamentaria autonómica Virtudes Marí y casi todos los concejales de la Corporación municipal.

Teatro y folclore

Todavía permanecía en los comentarios del público el éxito cosechado la noche anterior por la obra ´Quin embull!´, de Vicent Serra Tur, escenificada en el salón parroquial por el grupo músico-cultural Retro.

Un grupo de sonadors y balladors, pertenecientes a las dos colles del municipio, la de Balansat y la de Labritja, amenizaron el acto, aunque con sus efectivos algo mermados por culpa de algunos compromisos que estas colles tenían fuera de Ibiza.

´Casa de Dios y puerta del cielo´, proclama un letrero sobre el portal de la iglesia. Sobre el mismo, se levanta el modesto campanario que, concluida la misa, empezó a emitir el típico repic para acompañar la procesión cívico-religiosa. Antoni Marí, Rota, autor del libro sobre sa Cala de Sant Vicent recientemente aparecido, era el encargado de tañer la campana de forma manual, sobre el tejado del templo. La inevitable degustación de bunyols, orelletes i vi pagès puso punto final a un acto que, no por sencillo, deja de ser indispensable punto de encuentro de una población dispersa que permanece fiel a sus tradiciones.