­La coincidencia del día grande de Santa Gertrudis en domingo propició una afluencia inusual de vecinos y visitantes al pueblo para celebrar la fiesta. Poco antes del inicio de la misa solemne de mediodía, la plaza ya estaba llena de ciclistas domingueros, moteros, familias con niños pequeños, hippies deluxe, payeses y hasta varias excursiones del Imserso, que confluyeron a la vez en el pueblo, mientras en las terrazas de la zona peatonalizada los había que ya comían, los que estaban desayunando de resaca del sábado noche y los que se tomaban el aperitivo.

Pasados unos minutos de las doce, el obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura, acompañado de parte del clero insular, entró en el templo, que estaba tan lleno de feligreses que hasta tuvieron que habilitar sillas de plástico en los huecos disponibles, además de dejar el portón abierto para poder seguir la eucaristía desde el porxo.

Las autoridades, encabezadas por el presidente del Consell de Ibiza, Vicent Serra, y el conseller balear de Hacienda, José Vicente Marí Bosó, tomaron posiciones en las primeras filas para seguir la eucaristía. El obispo centró su homilía en recordar que ayer se celebraba el día de la Iglesia Diocesana, en loar la figura de Santa Gertrudis y en comentar la parábola de los talentos de plata de la lectura del Evangelio que le sirvió para alentar a los presentes «a aprovechar los dones que han recibido de Dios». Juan Segura deseó a la parroquia de Santa Gertrudis que «siga creciendo» y aseguró que siempre se siente bien cuando la visita porque «es un pueblo feliz» por sus gentes «buenas y acogedoras».

Procesión accidentada

Tan acogedora que no cabía un alfiler. A la una y media, cuando la procesión tenía que salir de la de la iglesia para hacer el tradicional recorrido por el pueblo, los santos se tuvieron que hacer sitio casi a codazos para poder pasar entre el gentío, que más que Santa Gertrudis parecía el barrio de San Gil de Sevilla a la salida de la Macarena en Semana Santa. Tras el bloqueo inicial, la procesión salió disparada del templo hasta el punto de que tuvo que recular porque se habían dejado atrás al Grup de Balls Tradicionals de Santa Gertrudis que portaba a la santa del día.

Entre el retraso en la salida, el rewind y el recorrido, las campanas que acompañan a la procesión estuvieron tañendo más de media hora, dejando la cabeza como un bombo a más de un vecino. La colla de ball del pueblo ofreció como es tradición una demostración junto a la iglesia que siguieron centenares de personas. «Yo me voy que no se ve nada», lamentaba una vecina de corta estatura, incapaz de atisbar ni media emprendada detrás de un muro de espectadores de cuatro o cinco filas de ancho.

Una mañana festiva y multitudinaria, un poco ventosa, pero con temperaturas de más de 20 grados inusuales para un 16 de noviembre

Por la noche estaba prevista la actuación de Jazz Soul Bossa Pop con Nuria B. Quartet en la carpa seguida de Pota Lait.

La fiesta sigue el próximo fin de semana con el deporte como protagonista, con la Diada del motociclismo base y la VII Cursa de sa Sobrassada el sábado.