La tradición recorre Sant Antoni. Las fiestas en honor del patrón de Portmany celebraron ayer su día grande con la misa oficiada por el obispo en la que estuvieron presentes gran parte de los representantes políticos de la isla. Tras la ceremonia, el festejo continuó con la tradicional procesión, que dejó alucinados a más de un turista. Tanto que incluso algunos se animaron a retratar el momento con sus móviles.

La iglesia parroquial de Sant Antoni se llenó ayer por la tarde hasta los topes para celebrar Sant Bartomeu, su día grande. Estaba a rebosar y no solo de habitantes del municipio. Más de uno se acercó desde Santa Eulària y Vila vestidos con sus mejores galas para disfrutar de la eucaristía. Como era de esperar en una fecha de tal importancia, en los primeros bancos de la iglesia se sentaron gran parte de los representantes políticos de la isla, entre ellos la corporación municipal al completo encabezada por la alcadesa Pepita Costa, que iba acompañada del presidente del Consell, Vicent Serra. También destacó la presencia de Antoni Marí,Carraca, o de la alcadesa de Vila, Virginia Marí, entre otros.

La misa duró cerca de una hora durante la cual los presentes no pararon de abanicarse ni un momento. A pesar del continuo girar de ventiladores en toda la iglesia, el calor era sofocante.

El obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura, durante su homilía habló y relacionó la persecución que sufrió San Bartolomé con la que están sufriendo actualmente los cristianos en Irak por parte del grupo terrorista Estado Islámico. También hubo mención a los parados y a los abusos que sufren los trabajadores en la temporada estival. «Sant Antoni tiene una congregación muy bonita, igual que el pueblo. Además, tiene un Ayuntamiento con el que siempre se puede dialogar», fueron las palabras con las que Segura finalizó la ceremonia.

Una vez acabada la misa, como marca la tradición, le siguió la procesión por las calles de Sant Antoni al ritmo de les castanyoles y las flaütes de Sa Colla de Sa Brisa de Portmany. Detrás, los políticos charlaban despreocupados.

Muchos de los turistas que paseaban por la zona se quedaron alucinados al ver pasar la procesión. E incluso alguno se atrevió a hacer alguna fotografía o vídeopara tener un recuerdo de una ceremonia que no esperaban.