Ante una sala repleta de público y con la asistencia del conseller balear de Hacienda, José Vicente Marí Bosó (en representación del Govern balear), de la diputada de Formentera, Margalida Font, de los consellers de todos los partidos políticos locales y de los representantes de los ayuntamientos de Sant Antoni y de Sant Josep (no hubo representación de Vila ni del Consell de Ibiza), el presidente de la primera institución, Jaume Ferrer, entregó ayer las distinciones honoríficas que persiguen «reconocer y distinguir» a los colectivos y personas.

En esta quinta edición la Medalla de Oro fue para los maestros y el profesorado local y fue recogida, en representación de todos, por los docentes jubilados. El presidente del Consell dijo en su discurso: «Este reconocimiento llega en un momento en el que el prestigio social de los maestros se pone en entredicho. No nos equivoquemos, en esta isla los maestros nunca han sido un problema. Los maestros son el camino de la solución».

Los premios Sant Jaume fueron para la Agrupación de Voluntarios de Protección Civil, de la que Jaume Ferrer dijo: «Sin la generosidad y el compromiso de sus integrantes no sería posible prever y actuar contra las emergencias como lo podemos hacer ahora» y añadió: «Tampoco sería posible organizar muchos acontecimientos con el nivel de calidad y seguridad que hace posible este colectivo».

Otro premio Sant Jaume fue para reconocer el trabajo de investigación, recopilación y creación del grupo de folk Aires formenterencs. El tercer premio del Consell fue para la Societat Esportiva Formentera por la labor deportiva que ha venido realizando desde su fundación en 1970, en un año en el que su primer equipo ha luchado por el ascenso a segunda división b y cuyo equipo juvenil ha subido a la categoría nacional.

El título de hijo adoptivo recayó en el joyero y diseñador Enric Majoral, «por enseñar su obra al mundo y cuando lo hace mostrar también la Formentera más esencial», apuntó Ferrer.

El título de hijo adoptivo, a título póstumo, fue para Pere Serra Gallet, que recogió su hijo, «por haber suplido con dedicación, pasión y sentido de la justicia lo que las instituciones, durante muchos años, no supieron hacer». Destacó asimismo su compromiso y su activismo social que desplegó entre numerosos vecinos durante toda su vida.