Especial Construcción Otoño e Invierno

Un patrimonio moldeado por la historia y la necesidad

Además de las conocidas casas payesas, la arquitectura ibicenca tiene otros elementos característicos como las torres de defensa, los molinos o las iglesias fortificadas

La iglesia fortificada de Santa Eulària. | VICENT MARÍ

La iglesia fortificada de Santa Eulària. | VICENT MARÍ

Leire Rodríguez

Leire Rodríguez

La arquitectura tradicional ibicenca es uno de los símbolos más icónicos de la isla. Las fachadas blancas de las casas payesas, las iglesias fortificadas y las torres defensivas, son un patrimonio que cuenta la historia de una cultura moldeada por la historia, la geografía y la necesidad.

Las omnipresentes paredes encaladas no son solo una elección visual, sino también funcional. En el pasado, la cal era un material accesible y asequible que los agricultores locales utilizaban para revestir sus hogares, ya que ofrecía protección contra los elementos y actuaba como desinfectante natural. Las casas contemporáneas aún respetan esta tradición y preservan la identidad visual de la isla.

Can Ros, sede del Museo Etnográfico de Ibiza. | XESCU PRATS

Can Ros, sede del Museo Etnográfico de Ibiza. | XESCU PRATS

Además de las casas, el paisaje de Ibiza está salpicado de molinos de viento y de agua, otro homenaje al pasado agrícola de la isla. Estos molinos desempeñaron un papel vital en la economía rural de la isla.

Las torres de defensa servían para avistar barcos pirata antes de que tocaran tierra

La historia de piratería y conflictos de la isla también ha dejado su huella en sus edificios. Uno de los ejemplos más llamativos de esto es la red de torres de defensa construidas en el siglo XVI. Estas construcciones, colocadas estratégicamente a lo largo de la costa, servían como sistemas de alerta temprana contra las invasiones piratas. Su construcción robusta y las vistas panorámicas del mar permitían a los isleños detectar barcos que se aproximaban, dándoles tiempo para prepararse para un ataque. Además de las torres, muchas de las iglesias de los pueblos fueron fortificadas para ofrecer refugio a las poblaciones locales. Las gruesas paredes y las ventanas pequeñas hacían estos edificios difíciles de asaltar.

Torre de defensa de es Savinar, en el término municipal de Sant Josep. | GETTY IMAGES

Torre de defensa de es Savinar, en el término municipal de Sant Josep. | GETTY IMAGES

Los ibicencos de antaño valoraban la funcionalidad sobre la ornamentación en sus casas

La simplicidad de la arquitectura ibicenca es uno de sus rasgos más atractivos. Las casas payesas son el ejemplo más característico. Todas se distinguen por sus formas minimalistas y rectangulares, que se ampliaban con el tiempo para acomodar a las familias según crecían. Construidas con materiales locales, las gruesas paredes encaladas y las pequeñas ventanas ayudaban a regular la temperatura interior, manteniendo los interiores frescos en verano y cálidos en los meses más fríos.

Casa payesa en la zona de Santa Agnès.

Casa payesa en la zona de Santa Agnès. / Vicent Marí

A pesar de su simplicidad, estas casas eran totalmente funcionales. Elementos como aljibes, pozos y hornos de leña tradicionales todavía se pueden ver en muchas de estas viviendas. En el interior, la decoración también era austera, con un enfoque en la practicidad en lugar del exceso. El mobiliario minimalista reflejaba el estilo de vida de los habitantes de la isla, que valoraban la funcionalidad sobre la ornamentación.

Molino harinero en Puig d’en Valls.

Molino harinero en Puig d’en Valls. / Juan Costa

Este estilo sobrio ha inspirado a arquitectos a lo largo del siglo XX y más allá. Figuras notables como Josep Lluís Sert y Erwin Broner quedaron cautivados por la simplicidad de la arquitectura tradicional. Sus obras, como Can Pep Simó de Sert y la icónica Casa Broner, destacan la influencia duradera del patrimonio arquitectónico de Ibiza.

Casa Broner

Casa Broner / DI

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