Pepe Roselló (Sant Antoni de Portmany, 1936) es profesor mercantil universitario (Murcia, 1959) y, además, cursó estudios de hostelería en Basilea (Suiza), aunque todo el mundo le conoce por su faceta de empresario pionero y por apoyar innumerables causas sociales de manera altruista. En Sant Antoni fundó negocios emblemáticos como los restaurantes El Refugio, S'Olivar y El Rincón de Pepe, así como el Club de Jazz La Reja y las discotecas Playboy -llamada Capri en sus primeros tiempos- y Playboy 2. Su éxito más extraordinario, sin embargo, llegó en 1989, con la apertura de la mítica discoteca Space. La convirtió, hasta su cierre en 2016, en la sala de fiestas más laureada del mundo.

El empresario, además, fue concejal con los populares en el Ayuntamiento de Sant Antoni durante dos legislaturas, primero en 1970 y después en 1980. También es uno de los fundadores del Club Nàutic Sant Antoni y creó la Asociación de Empresarios de Salas de Fiestas y Discotecas de Ibiza y Formentera, que presidió durante más de 20 años.

Usted es una de las veinte personas que conforman el Comité Ciudadano del Plan Estratégico de Sant Antoni de Portmany, que el pasado enero aprobó casi por unanimidad que los ferris no volvieran a la bahía. ¿Por qué defendió esta idea?

En el año 1983 se produjo un grave accidente con el 'Rolón Plata', operado por la compañía Flebasa, que a las cinco de la madrugada abordó en la maniobra el pantalán número tres. El transporte marítimo del puerto ha sido históricamente un dolor de cabeza para el Ayuntamiento de Sant Antoni. No solo por este accidente, sino por el ruido y las molestias que creaban los barcos con su transporte de mercancías y pasajeros.

La única salida del puerto pasa por el paseo y este tránsito desvirtuaba en exceso la ribera de una población turística, ya con mucha actividad portuaria por los barcos de tránsito de la bahía y de excursiones a la costa y las playas. Todo eso se mezclaba con la llegada de vehículos cargados de mercancías y coches con pasajeros, que generaban embotellamiento, ruidos y contaminación.

Las líneas marítimas que enlazan con la península y el resto de Balears son un recurso imprescindible para la entrada y salida de mercancías y pasajeros, pero ha quedado demostrado que el puerto de Eivissa es suficiente para cubrir las necesidades de toda la isla. El puerto de Sant Antoni debería quedar para un uso recreativo, deportivo y turístico, sin la presencia de grandes ferris ni cruceros.

Las cifras, de hecho, demuestran que sin ferris en Sant Antoni incluso han llegado más turistas a la isla por vía marítima y que la ocupación en los hoteles de la bahía incluso ha sido más alta. ¿Con qué argumentos pueden defender la vuelta de los ferris sus partidarios?

Pienso que hay una parte de la ciudadanía que está acostumbrada a esta actividad que se viene realizando desde hace tantos años, siempre discutida, y que nos enlaza con la península a través de Denia. Son favorables a que el puerto de Sant Antoni tenga una conexión alternativa al puerto de Eivissa.

¿Qué le falta y qué le sobra, a su juicio, a la bahía de Sant Antoni?

Ante todo le falta saneamiento, agua depurada, que no se produzcan vertidos tan escandalosos como los que pudimos ver en el documento que se presentó en la Asamblea del Club Nàutic Sant Antoni, con puntos de aguas negras que parecen erupciones volcánicas submarinas. Es una vergüenza que el agua que todos pagamos a través del recibo del suministro, que debería tratarse para que quedara limpia e inocua, acabe en el mar en estas condiciones.

En cuanto a lo que le sobra, yo diría que ruido y actividades diurnas que rompen la armonía de los tiempos, con un desfase horario que altera y modifica el comportamiento cívico de la gente joven. Estas actividades, por el ruido y las molestias que generan, son incompatibles con el normal funcionamiento del recinto portuario y con el medio ambiente.

Ha vivido la mayor parte de su vida en Sant Antoni y cada día se levanta contemplando la bahía. ¿Qué representa para usted?

La bahía es el paisaje de mi infancia y de prácticamente toda mi vida. Al igual que nos ocurre a todos los que somos de Sant Antoni, me siento conectado a ella.

Hay que subrayar que la bahía era inicialmente un puerto natural, con arenales blancos en todos los rincones en los que la naturaleza se expresaba. Fue el Portus Magnus que ilustra las cartografías marinas y una parte esencial en la defensa de la población, con una iglesia con dos cañones apuntando al oeste, en conexión con la Torre d'en Rovira. Ésta y los otros baluartes defensivos que dan la vuelta a la isla establecían un anillo de seguridad de 360 grados.

Ha visto cambiar por completo la bahía. ¿Cómo era antes de la llegada del turismo?

La bahía representaba la salida a pescar o a navegar, y siempre la espera de la vuelta a casa. Era un mundo que oscilaba alrededor de la pesca, la vela, el motor y la balandreta de obras públicas que servía alimento y combustible a los faros de sa Conillera, ses Bledes y es Vedrà.

La bahía de mi niñez también eran baños en la playa de S'Arenal y beber agua dulce en el manantial que brotaba en medio del mar frente al Hotel Ses Savines. O es riuet junto al Palacio Riquer, posteriormente derruido para la construcción del edificio Portus Magnus, donde limpiábamos los pulpos antes de llevarlos a casa, y las barcas varadas en seco en la playa detrás del muelle. La bahía era la puerta de salida al sol y al mar, y la vuelta a casa acompañado por el Faro de ses Coves Blanques.

A la altura del Hotel Portmany se varaban los llaüts sobre la arena, para repararlos, calafatearlos y pintarlos. También estaba el torrente de es Regueró, donde cuando había grandes lluvias y bajaba el 'agua roja' íbamos a pescar anguilas con cebo, sedal y un buen anzuelo.

¿Cómo evolucionó la bahía?

El gran cambio se produce con la creación del muelle nuevo, es Moll Nou, que es en realidad una obra gigantesca de protección al puerto. Lo que antes era un muelle de pescadores y refugio se transforma en un puerto de interés general, con mayor capacidad y garantía de seguridad.

Esta inversión fue aprobada durante la dictadura por el ministro de Obras Públicas, el Conde de Valdellano. El hecho de que el espigón cerrara las corrientes del puerto, que ruedan a la inversa de las agujas del reloj, hace sin embargo que el agua que las mareas impulsan al interior del puerto queden embalsadas en un rincón de la bahía con poco fondo, convirtiéndose en un caldo desagradable de agua estancada.

¿Qué cambió en ese tiempo?

A partir de aquí empieza el turismo. El Ayuntamiento de Sant Antoni de los años 50, con el alcalde Mariano Masiana al frente, fue un adelantado a su tiempo, ya que se convirtió en el primero de la isla en realizar una obra de alcantarillado y saneamiento, que iba desde es Molí dando la vuelta por el puerto hasta Caló des Moro, donde discurrían las aguas residuales junto con las pluviales, aunque sin depurar. La depuradora llegó más tarde con el alcalde Alfonso Oya Simó. A partir de entonces, el agua se depuraba y después se vertía directamente al mar.

El solar donde se ubicó la primera depuradora lo cedió Ferrer de Monistrol, al que mandaron a la guerra alemana con la División Azul. Era un hombre muy devoto, considerado un héroe, al que condecoraron con la Cruz de Hierro. Cuando regresó a Sant Antoni le hicieron policía municipal y ponía multas a las mujeres extranjeras por atentar contra la moral, ya que llevaban el pantalón demasiado corto. Muchas eran francesas y llegaban para hacer turismo con el Club de los Argonautas. Como no había suficientes alojamientos, los repartían en habitaciones de casas particulares. Ese es el origen de algunas de las fondas y pensiones que fueron surgiendo en aquellos años.

¿Y qué hay de los grandes edificios de Sant Antoni?

La primera torre elevada en el centro urbano fue el Portus Magnus, con catorce pisos, y a continuación el Tanit, con un piso más. Así empezó la operación 'Babilonia' a la que también se sumó el Ali-Bey, en ses Variades, y todos estos edificios altos que han asfixiado el Faro de ses Coves Blanques, ahora museo y sala de exposiciones.

¿Cree que la bahía de Sant Antoni puede seguir siendo un activo de futuro?

Por supuesto. Sant Antoni es una puerta al mar y el puerto constituye su corazón. La autoridad portuaria balear necesariamente tendrá que reconvertirse en un agente de gestión social y abandonar tanto interés crematístico, para revertir la zona portuaria y que la población y sus actividades se vean reflejados en sus objetivos.

A ver si ceden la estación marítima, que no se usa, para crear una sala de conciertos, un teatro, una escuela de música o un centro multicultural gestionado por el Ayuntamiento que, en caso de necesidad, pueda ser reversible. Es algo que ya ha pasado, por ejemplo, en el puerto de Málaga.

Usted es uno de los fundadores del Club Nàutic Sant Antoni. ¿Cómo recuerda aquellos principios?

El Club Nàutic Sant Antoni constituye un ejemplo evidente de la fuerza que puede llegar a alcanzar una parte muy significada de la ciudadanía, cuando ésta se une, se reúne y realiza un acto fundacional masivo para un proyecto que todo el mundo entiende, quiere y sabe que no será fácil.

Mi hermano Vicente Roselló, ya fallecido, fue el gran promotor y gestor del proyecto, muy arropado por el delegado de Puertos, que entonces era Gonzalo García Garcimartín, con Rafael Soler como ingeniero jefe de Baleares, al que se concedió la medalla de Oro del club náutico como reconocimiento y gratitud. La reunión de aprobación se celebró el 31 de marzo de 1973. Yo tuve el privilegio de ser el primer presidente y permanecí en el cargo 11 años.

El Club Nàutic Sant Antoni va teniendo un pasado, un presente y un futuro esperanzador, y como decía antes es un ejemplo de lo que puede lograr una población unida.

¿Cómo le gustaría que fuera la bahía dentro de diez años?

Pienso que se debe abandonar la idea de convertir Sant Antoni en una nueva base para escala de cruceros e impedir que vuelvan a producirse esas masificaciones que ocurren con las llegadas y salidas rápidas de los ferris. El puerto debe quedar para actividades náuticas, deportivas y docentes. Tiene que ser un lugar de encuentro y refugio, para crear desde aquí una apertura al mar que conecte con la isla y sus encantos.

¿Cuál es ahora el principal reto del club?

El club náutico está desarrollando una labor social y deportiva que ha culminado con excepcional éxito y reconocimiento. Hemos visto salir a deportistas de élite y se ha realizado una importante formación marinera en vela y remo. Ahora acude al desafío de mantener el puerto y la bahía limpios, con un agua de calidad, ecológicamente tratada, cuidando los vertidos y la contaminación. Es, para mí, el reto más importante de todos los que se le han presentado en su historia; el más difícil y también el más oportuno.

Todos los problemas y soluciones giran alrededor del agua. Cómo se usa, cómo se trata, cómo se distribuye en forma de recurso y de qué manera se gestiona atendiendo al medio ambiente. Es, sin duda, uno de los grandes retos de la humanidad y la bahía de Sant Antoni es un ejemplo más. Pero es el que más nos preocupa porque el futuro económico y la calidad de vida de vecinos y empresas dependen de ello.

La entrevista completa se puede leer en: www.salvemsabadia.com