Los socialistas ibicencos quedaron ayer confinados en la aldea gala de Agustinet, el resistente alcalde de Sant Josep, que mantiene incólume el único bastión progresista de la isla en medio de un mar de derechas. Para encontrar otra institución de izquierdas, Marí Ribas tiene que cruzar es Freus o volar a Mallorca. Eso, sin embargo no será óbice para que el suyo pase a ser desde ahora el ayuntamiento más mimado por el Govern. (Mira aquí todas las fotos de la noche electoral)

Los salones del hotel Argos de Talamanca estuvieron prácticamente desiertos de políticos hasta bien entrada la noche. Todos los candidatos y altos cargos del PSOE se hallaban recluidos en una sala aparte, formando un gabinete de crisis, como siempre sucede en un partido cuando las cosas no empiezan a pintar bien al iniciarse el escrutinio.

Ya la primera señal de alarma se produjo en Vila, con apenas un 10% de los votos contados: Toni Roldán, el hombre que hace diez años destrozó el PSOE municipal y fue protagonista destacado del escándalo Eivissa Centre, tendrá en sus manos la gobernabilidad del Ayuntamiento. No es raro que, con tan brillante palmarés, la exalcaldesa Lurdes Costa dudara ayer por la noche si era preferible que gane el PP o que decida Antonio Roldán: «Es como si hay que elegir entre susto o muerte, pues casi que prefiero muerte», ironizaba, para dar una idea de lo apreciado que es el exmilitante del PSOE, que ahora abandera un minúsculo partido integrado en Proposta per Eivissa, coalición forjada entre retales políticos de toda índole y teledirigida desde Mallorca. Eso sí, todos se declaran ibicenquistas.

Los rostros de los candidatos socialistas, cuando se decidieron a dar la cara, reflejaban su estado de ánimo: Rafa Ruiz y Simón Planells no ocultaban su abatimiento, sin intención de disimular. Vicent Torres Benet exhibía, en cambio, ese tipo de rostro que también es habitual en toda noche electoral cuando uno pierde: los músculos de su boca se esforzaban en dibujar una sonrisa, pero el resto de su faz apuntaba hacia abajo, incapaz de superar la fuerza de la gravedad que ejerce toda situación adversa.

Y, junto a ellos, había otra persona que, como si nada de esto fuera con él, parecía haber llegado del opening más próximo. El alcalde de Sant Josep, reía, se carcajeaba, se abrazaba y lanzaba besos por doquier. Era como si a alguien le hubiera tocado la lotería mientras se encuentra en un funeral. Feliz en su aldea gala, Agustinet ha logrado también anular por completo a Paquita Ribas, a la que los ciudadanos han enseñado la puerta de salida de la política.

Mientras tanto, la presencia ya menguante de Marta Díaz se hacía notar entre los presentes como un ectoplasma que va desvaneciéndose mientras arrastra sus cadenas en una sala donde ya abundaban más zombies de la política que otra cosa. Dado que su mayor contribución al gobierno insular durante estos cuatro años ha consistido en demostrar todo lo que puede dar sí el photoshop, lo más seguro es que su paso por el Consell deje una huella tan imperecedera como las telarañas que pueblan su listado de realizaciones.

El presidente del Consell, Vicent Torres, cuando ya sabía segura su derrota, apareció ante los simpatizantes y periodistas para constatar que «parece que la cosa no va muy bien», con la misma tranquilidad con la que ha permanecido los últimos cuatro años sentado en su poltrona.

La marejada electoral de ayer deposita ahora nuevos sedimentos en la orilla de las instituciones insulares. En esta permanente bajamar y pleamar de mayorías progresistas y conservadoras, la isla deja atrás una etapa de sombras para poner rumbo a un horizonte en penumbra.