Habían pasado 46 años desde las últimas elecciones municipales democráticas, media vida. Quizás por eso se vivieron con tanto entusiasmo en toda España, como las constituyentes de 1977 y las recientísimas generales del 1 de marzo de 1979. En las Pitiusas se vivieron con pasión, especialmente en comparación con lo que sucede actualmente. Fue, además, un momento histórico: la primera vez que los pitiusos decidían quiénes les representarían en el Consell, una institución nueva.

El Institut d'Estudis Eivissencs jugó un papel esencial y dinamizador, casi provocador, en aquellos comicios, ya que instó a todas las fuerzas políticas que presentaban candidaturas a firmar un pacto preelectoral sobre asuntos trascendentales como el medio ambiente, la lengua y la autonomía. Rubricarlo las ataba a la hora de tomar decisiones futuras. Fue una apuesta arriesgada, pero en comparación con algunas propuestas de los partidos, que parecían ideadas después del famoso quinto cubata, inteligente y con sentido común. De hecho, marcó el calendario político de los siguientes años.

Por ejemplo, los firmantes se comprometían a incluir «una cantidad suficiente [de dinero en los presupuestos] para la promoción de la nostra llengua i cultura», de manera que en todas las escuelas se impartieran clases de catalán; además debían normalizar «inmediatamente» la toponimia pitiusa y hacer un «uso práctico» en el día a día, es decir, en bandos, anuncios y programas de fiestas. Respecto a la autonomía, aceptaban «acordar, en la primera sesión plenaria de los nuevos ayuntamientos y del Consell, la iniciativa autonómica según el procedimiento más rápido y de máximas atribuciones iniciales», el que prevé el artículo 151 de la Constitución.

Salvar ses Salines y los islotes

Y sobre medio ambiente, debían aceptar «salvaguardar el territorio de ses Salines» (ya había muchas movilizaciones sociales al respecto para que no se urbanizara) y redactar un plan de protección especial. Además, tenían que proteger «total y absolutamente todos los islotes» pitiusos. Esta propuesta, vista 40 años más tarde, era muy avanzada para esa época.

En presencia de Joan Marí Cardona, entonces presidente del IEE, el 16 de marzo firmaron esos documentos la UCD, Toni Planells, Malalt (por los progresistas de Sant Josep), Cosme Vidal (por los Independientes al Consell), Néstor Torres (PCE), Jaume Ribas (PSOE), e incluso Abel Matutes, en representación de las candidaturas de Coalición Democrática (CD). Faltaron a la cita el Partido Liberal, encabezado al Consell por Alonso Marí Calbet, y la Agrupación de Independientes de Sant Joan. Matutes alegó que lo respaldaba «por respeto a nuestra ecología y a nuestro medio ambiente», igual que «la defensa de nuestra lengua» y de la autonomía.

También fue modélica (para esos tiempos) la propuesta de un debate público, que, como «desafío», impulsó Alonso Marí Calbet desde las páginas de este diario. Hasta propuso un moderador, Pep Costa Ribas, periodista, activista contra la urbanización de ses Salines y exintegrante de la Mesa Democrática. Costa recuerda que el Cartago se llenó para la ocasión: «Como acabábamos de salir de la dictadura, había mucho interés por la política. Se notaba en el ambiente una energía revitalizadora. Todos querían participar».

Alonso contra el IEE

En aquel debate, celebrado en el antiguo cine Cartago (sólo se permitía el acceso con entrada, que se conseguía en las sedes de los partidos), Alonso Marí Calbet explicó que no había rubricado los compromisos propuestos por el IEE porque consideraba que esa no era la entidad adecuada para presentar pactos de esa índole, y porque, a su juicio, tras ese documento se ocultaban intenciones pancatalanistas. Marí dijo al IEE que su estilo era «más propio de ideologías políticas totalitarias que de una entidad cultural». El político aprovechó para recordar que Enric Ribes, que formaba parte de la comisión ejecutiva del IEE, era el número seis en la lista del PSOE al Consell.

Llamaban la atención las numerosas candidaturas de independientes, muchas de ellas respaldadas o «presentadas» por partidos. «Aunque apoyados por Coalición Democrática [del senador Abel Matutes], no estamos afiliados a ningún partido», dejaban claro los que se presentaron a Sant Antoni. «Total independencia de los que componemos esta candidatura», advertían, igualmente, los de Formentera apoyados por CD. «Independientes de partidos o de grupos económicos o de presión, de voluntades ajenas a nuestro municipio», decían desde el Grup Independent de Sant Antoni. Parecía que, tras 40 años de dictadura, suponía un estigma pertenecer a cualquier partido.

Puros y camuflados

Pero a Juan Tur Marí, de la lista de la UCD al Consell de las Pitiüses (encabezada por Enrique Ramón Fajarnés), se le atragantaba tanto independiente. Decía que los había de varios tipos: los de la «izquierda camuflada tras candidaturas progresistas», como la de Sant Josep; la de la derecha conservadora que se amparaba tras las siglas de CD, y los puros, «en general personas de buena voluntad» que se creían «desligadas de cualquier disciplina de partido». El «gran fallo» de estas últimas candidaturas era «su absoluta y triste soledad».

Pero, precisamente, los independientes de la agrupación encabezada por Cosme Vidal (respaldada por CD) ganaron al Consell (media docena de consellers). La UCD tuvo cuatro consellers y el PSOE, dos. En sus primeras palabras, Vidal recordó que esa nueva institución «asumiría las funciones de la diputación provincial» (no tenía ni sede: la primera fue el Consistorio de Vila, para pasar luego a la avenida Ignasi Wallis, 21) y que confiaba en que en «una segunda etapa» se alcanzara «la plena autonomía», de forma que las Pitiüses pudieran «contar entonces con un auténtico órgano de autogobierno». Sus siguientes palabras fueron una especie de augurio, malo, de lo que le sucedería años más tarde: «Espero que, como presidente, no me falte la colaboración de mis compañeros del Consell».

Los independientes (los apadrinados por Matutes) también arrasaron en el resto de los municipios, con 34 concejales, mientras la UCD logró 29, el PSOE 16 y los independientes 'puros' cuatro. No pasaron de uno los liberales (tanta paella debió indigestar), los progresistas de Sant Josep y el PCE. La UCD empató a ediles (siete) con el PSOE en Vila, y en Sant Josep (cinco) con los independientes; y ganó en Sant Antoni (cinco) y Sant Joan (seis). Los independientes (de CD) obtuvieron mayoría en Santa Eulària. En Formentera, el PSOE (cinco) superó a los independientes (cuatro) y a la UCD (dos). Cuarenta años más tarde, el panorama no ha cambiado tanto.

3 DE ABRIL

En un martes

Las primeras elecciones municipales de la democracia se celebraron el 3 de abril de 1979, que era un martes. Un mes antes, el 1 de marzo, que era jueves, habían tenido lugar las generales. Días raros, acostumbrados ahora a que los comicios tengan lugar los domingos.

SINDICATO

UGT pide el voto para el PSOE

Con anuncios en prensa, el sindicato UGT pidió explícitamente el voto para los socialistas: «Ajuda a sa UGT, vota PSOE». Lo solicitaba «para aquellas candidaturas que defendían» su línea sindical.

CANDIDATURA

Renuncia de un sacerdote

José Esteller Mestres aparecía como suplente en la lista de independientes de Coalición Democrática por Santa Eulària. Era cura. El Obispado hizo saber, «para evitar la confusión que pueda crear un sacerdote en las listas electorales», que aunque su inclusión no era debida «a mala voluntad», había renunciado aparecer en esa lista. La normativa de la Conferencia Episcopal se lo exigía.

ACTOS

Comer y algo de política

Las paellas populares, que en las municipales de 2019 están de moda, triunfaron hace 40 años: «Donde aparte de comer y beber bien, se hablará un poco del Consell», se decía en los anuncios del Partido Liberal.