El turismo MICE o de reuniones se define a veces como el “hermano menor” del sector que nos mueve a descubrir el mundo y alrededor del cual, en el caso específico de Mallorca, gira directa o indirectamente el ecosistema de empresas y profesionales ubicados en la isla.

Típico de los hermanos menores, el turismo MICE es más travieso que el turismo a secas, y se siente más incomprendido. Por tal razón hemos decidido mimarle con un artículo quincenal que explique sus orgullos y sus rabietas, sus logros y reivindicaciones.

El acrónimo inglés “M.I.C.E.” significa Meetings, Incentives, Congresses, Exhibitions o Events: desde las convenciones y los congresos hasta las ferias o los viajes de incentivo, la industria abarca las diferentes declinaciones de los eventos que responden a un motivo profesional.

El origen del acrónimo es relativamente nuevo y se remonta a los años 80: cuando se crearon los primeros Convention Bureaus en Europa, a finales de los años 80, el acrónimo ya existía.

Sin embargo, los eventos siempre han existido porque responden a actividades y exigencias esenciales e intrínsecas de la naturaleza humana, tales como relacionarnos, compartir conocimiento, tomar decisiones, celebrar hitos o marcar puntos de partida o inflexión.

Los eventos corporativos, además, tienen como objetivo el reunir a diferentes profesionales para impulsar las alianzas estratégicas, el cierre de acuerdos comerciales, o conseguir un mejor entendimiento entre compañeros de equipo o proveedores y clientes: en resumidas cuentas, favorecer los negocios.

En 2019 en todo el mundo aproximadamente el 20% de los turistas viajaba por negocios y se gastaba, de media, un 53% más que aquellos que viajaban por placer.

La emergencia sanitaria provocada por la Covid-19 afectó a nuestra sociedad hasta el punto que los eventos primero desaparecieron y posteriormente se limitaron en número de asistentes, formato y duración, lo que mermó considerablemente su competitividad y eficacia y como consecuencia afectó a todos los sectores que se nutren ostensiblemente de los eventos para sus ventas: el sector de la formación, el de la automoción, el de la moda son solo algunos ejemplos.

Actualmente en Mallorca seguimos con limitaciones de aforo: en espacios de actividades recreativas y eventos, el máximo son 500 personas en interior y 2500 al exterior, con un 75% de aforo máximo. Se puede alcanzar el 100% si los asistentes no superan las 300 personas.

Los congresos se pueden celebrar con cabida máxima del 75% y, a principios de septiembre, se eliminó el límite de 1000 asistentes en congresos sanitarios. En lo que concierne a la restauración, se mantienen los límites de 8 comensales por mesa en interior y 12 en exterior.

En 2019, según el estudio de IBTA (Asociación Ibérica de Viajes de Negocios), el volumen de negocio generado en España por el turismo MICE ascendía a 20.000 millones de euros anuales, con un crecimiento previsto del 3% cada año.

Aunque en 2020 el volumen de viajes de negocio cayó más del 50% con respecto a 2019, poco a poco el sector se va reactivando y en dos o tres años se prevé que vuelva a los volúmenes de actividad previos a la pandemia.

Indispensable para los negocios y la transferencia del conocimiento, la industria MICE es una gran fuente de ingresos para los destinos. No solo beneficia a la cadena de valor (organizadores de eventos, espacios, empresas de cátering, audiovisuales, personal para eventos, etc.) sino también compañías de transportes, hoteles, restaurantes, taxis, comercios, ya que los turistas MICE usan la misma infraestructura que los turistas vacacionales, pero en temporada media y baja, contribuyendo positivamente a la desestacionalización y la creación de empleo estable.