En el ecuador de la temporada, por llamarle de alguna forma, echamos la vista atrás, y observamos cómo, en general y pese a las circunstancias, durante el mes de julio se han superado las previsiones iniciales. Ha sido toda una dura carrera de obstáculos, caracterizada por los continuos cambios y por los vaivenes en las restricciones de los países emisores respecto al semáforo covid europeo. Los trabajadores y las empresas han hecho esfuerzos titánicos por ir acomodándose, en cada momento, al dictado de las circunstancias excepcionales que vivimos.

En este contexto, si algo ha agudizado la pandemia es la capacidad del sector turístico de adaptarse, además de ir acelerando lo inevitable, la diversificación de mercados hacia la que debe caminar el sector. En esta línea, parece ir moviéndose el mes de agosto, que, aunque con mejores previsiones que las del mes de julio, continuará esta tendencia. Hablar de incertidumbre o volatilidad, por tanto, va a ser una constante. Y es que la clave para la supervivencia empresarial, en estos momentos, será aplicar la previsión ante la imprecisión, y estar preparados para cualquier escenario. Así que, señores, nos va a tocar seguir sufriendo, seguir luchando y navegando contra viento y marea. Cada día pasado, será un día superado, un paso más que nos acerca a la meta, si empleamos correctamente la intuición y el trabajo en equipo para adoptar las mejores decisiones y superar cada obstáculo.

La clave para la supervivencia empresarial, en estos momentos, será aplicar la previsión ante la imprecisión, y estar preparados para cualquier escenario

En este sentido, el sector se está enfrentando a importantes retos y desafíos que ha de tener en cuenta para procurar su supervivencia. Por un lado, los desafíos en el largo plazo, como son la sostenibilidad, la innovación y la glocalización singular del destino. Por otro, los desafíos en el corto y medio plazo, entre los que destacaríamos principalmente los siguientes:

  1. En primer lugar, y por este orden, debemos mantener sanas y felices a nuestras plantillas de trabajadores. Y lo digo, ante todo y, sobre todo, porque desde que existe la vacuna (o las vacunas), de todos es conocida, la clamorosa demanda del sector turístico (que ha sido desoída por aquellos que deben tomar las oportunas decisiones) de dar prioridad en el plan de vacunación a los empleados del principal sector productivo de las islas, por evidentes razones estratégicas y de sentido común. Y es que un establecimiento turístico sin empleados sanos que puedan trabajar difícilmente podrá dar servicio a sus clientes y, al mismo tiempo, permanecer abierto. Ya lo dijo Walt Disney: “Puedes diseñar y crear y construir el lugar más maravilloso del mundo, pero se necesita gente para hacer el sueño realidad”.  
  2. El segundo de los desafíos es hacer felices, en tiempos de pandemia, a nuestros clientes, que han pasado, como nosotros, por una situación muy estresante a raíz de la situación mundial que estamos padeciendo. Por ello, debemos procurar que se sientan seguros y como en casa, para que puedan relajarse y disfrutar de sus vacaciones volviendo a vivir con normalidad y plenitud sus vidas.
  3. Y el tercer y último de los grandes desafíos, no por ello el menos importante, la adaptación, de forma pragmática y continua, a las circunstancias, por muy duras y complejas que estas sean. No caben pues ni quejas ni lamentos, solo cabe la adaptación inteligente al cambio, manteniendo, en todo momento, una actitud realista que nos permita poner en práctica lo que, en su día, dijo el escritor estadounidense William Arthur Ward: “El pesimista se queja del viento; el optimista espera a que cambie y el realista ajusta las velas”. Ajustemos pues las velas de nuestro barco y estemos preparados para sobrevivir a cualquier tormenta, porque después de toda tormenta… siempre viene la calma.