La famosa máxima dice que, en igualdad de condiciones, la gente hace negocios con gente que conoce, que le cae bien y en la que confía.

Si estás cometiendo alguno de estos cinco errores al relacionarte con los demás, es muy probable que estés cayendo mal… y eso te cierra puertas, tanto a nivel personal como profesional. Te los resumo en este artículo y podrás leerlos en mayor detalle en mi nuevo libro “Imparable” que saldrá a la venta en junio.

  • Corregir a los demás cuando tienes razón

Por naturaleza humana, nos gusta tener la razón. Esto lo demostramos frecuentemente corrigiendo a los demás cuando dicen algo que entendemos no es correcto. El problema es que, por la misma razón, cuando estamos del otro lado de la conversación detestamos que nos llamen la atención. Ya hemos tenido suficiente con nuestros padres, profesores y parejas. Si además nos corrigen en público, podemos sentirnos humillados por poner en entredicho nuestra credibilidad o inteligencia, dejándonos en una posición de inferioridad.

No corrijas a la gente en público nunca. Si tienes que llamar la atención de alguien por cualquier razón, hazlo en privado y asegúrate de que sea por algo importante y no una trivialidad. Además, hazlo siempre con el máximo tacto, evitando atacar de forma directa o hacer que se sienta culpable al respecto. Esto implica eliminar de tu vocabulario la frase “te lo dije”, que mete el dedo en la llaga y lo menea para que duela. 

  • Interrumpir cuando otros hablan

En ocasiones, la conversación puede generar tanta pasión que nos sentimos en la necesidad de expresar nuestras opiniones por encima de las de los demás. Hacerlo de vez en cuando es parte de la naturaleza humana; sobre todo cuando hablamos de temas en los que creemos firmemente (como el fútbol, la política y el chisme). Sin embargo, hacerlo con frecuencia es de mal gusto. Primero porque demuestra que no escuchas a la otra persona. Segundo, porque le muestras que tú vales más, actitud que produce rechazo.

Evita interrumpir a las personas. Déjalas hablar y escucha atentamente antes de responder; sobre todo cuando hables con clientes o personas que pueden abrirte las puertas a oportunidades profesionales, procura escuchar primero. 

  • Reírte de los demás

El humor ayuda a conectar con las personas cuando nos reímos con ellas. No obstante, cuando nos reímos de ellas las humillamos en público, dejándolas en ridículo al sacar a la luz sus fallos y puntos débiles.

Reírse a costa de los demás es una de las mayores faltas de respeto que existen. 

No me gusta generalizar, pero aquí me mojo y digo que a nadie le gusta que se rían a su costa. Es de mal gusto, de mala educación y de mala persona. Además, quienes promueven este tipo de broma lo hacen para tapar sus propias inseguridades.

Nunca te rías de la gente. Si quieres que haya risas, ríete con la gente o, como mucho, ríete de ti, aunque evitando hacerlo sobre tus valores y capacidades profesionales para no poner en entredicho tu integridad o tu credibilidad.

  • Presumir y hablar constantemente sobre ti

A las personas nos gusta sentirnos escuchadas porque, cuando es así, nos da la sensación de que nos entienden y nos aceptan. Por eso, cuando nuestro interlocutor no para de hablar de sí mismo y de sus logros, no nos da la oportunidad de sentirnos de esa manera. Todo lo contrario. Al hacerlo, pone el foco de atención sobre sí y, si no es una persona que nos parezca especialmente interesante o valiosa, su actitud egocéntrica acabará aburriéndonos y nos producirá ganas de salir corriendo.

Por naturaleza, los humanos tenemos un foco obsesivo en nosotros mismos. Es un comportamiento especialmente marcado en el entorno profesional en el que casi inevitablemente pensamos primero en nosotros mismos, y nos hace tomar decisiones basadas únicamente en el interés propio. Si no tenemos cuidado, esta actitud puede salirnos cara.

Evita hablar obsesivamente sobre ti y tus logros salvo que los demás te pregunten explícitamente al respecto. En su lugar, menciona aquello que tengas en común con tu interlocutor a medida que vayas escuchando. 

  • No prestar atención a quien te habla

¿Te suena estar al teléfono con alguien mientras escuchas un teclado de fondo? ¿Qué sensación te produce?

Otra manera de marcar a los demás por las razones inadecuadas es mostrarles que no les estamos prestando atención. Ocurre cuando aprovechamos para hacer otra cosa, ya sea contestar a un correo (si la conversación es telefónica) o cuando estamos buscando a otra persona con la mirada (si la conversación es en persona).

Sea cual sea el caso, esta actitud cae mal porque dice entre líneas que “estoy aquí por compromiso, pero hay otras cosas más importantes que tú”. Por eso evita dar la sensación de no prestar atención y céntrate en la persona con la cual conversas, teniendo la intención real de querer escuchar lo que dice.

Si evitas estas cinco malas prácticas te asegurarás de no dejar una huella negativa y estarás un paso más cerca en tu camino hacia conectar con las personas por las razones adecuadas.