A muchos de nosotros se nos ha quedado grabada en la memoria la frase de Groucho “Nunca olvido una cara, pero en su caso haré una excepción”, aparecida públicamente por primera vez en el ensayo 'The literary Digest' en 1937. Lamentablemente y aunque la memoria a menudo nos juega malas pasadas, no es una frase que el mítico Rufus T. Firefly dedicará a la inolvidable Margaret Dumont en Sopa de ganso. La que si aparece en una película es: "Estaba con esa mujer porque me recuerda a usted; de hecho por eso estoy ahora mismo con usted, porque usted me recuerda a usted, sus ojos, su cara... todo lo que hay en usted me recuerda a usted, exceptuándole a usted. Creo que esta bien claro, que me ahorquen si lo entiendo". Dirigida por supuesto a Margaret Dumont en 'Una Noche en la Opera'.

Sirva esta anécdota para introducirnos en el proceloso mundo de los sistemas de reconocimiento facial y otros sistemas de verificación biométrica en los que, a diferencia de Groucho Marx, los operadores no hacen ninguna excepción. A las indudables ventajas de securización de las operaciones en dispositivos móviles gracias a esta nueva tecnología, vienen también aparejadas zonas oscuras de control social e intromisión permanente en la intimidad de las personas, sin que en ningún caso podamos saber “Quién vigila a los vigilantes”.

Se calcula que en las grandes urbes chinas, la mayor parte de sus habitantes son monitorizados un mínimo de 10 veces al día por sistemas de reconocimiento facial, la misma tecnología que se desarrolló para asegurar las operaciones (preferiblemente financieras) a través de dispositivos móviles y que ahora se utilizan para otros menesteres más orwellieanos.

Se dice también que el sistema de cámaras en el área metropolitana del Gran Londres puede seguir a una persona durante todos sus desplazamientos por la ciudad sin perderle de vista ni un solo segundo. Se abre aquí un apasionante debate entre seguridad y privacidad. El problema generalmente llega cuando uno no es consciente del uso del reconocimiento facial por la falta de transparencia, cuando dicha tecnología no contempla medidas de seguridad adecuadas al tipo de tratamiento, o incluso, cuando por medio de la misma, se pretende obtener datos comportamentales de los usuarios (como la expresión del rostro al ver un artículo o evento) sin ofrecer suficientes garantías.

En cuanto al sector privado, algunas grandes corporaciones como Google, Facebook, Apple, Amazon, entre muchas otras, también utilizan dicha tecnología para finalidades que van desde la seguridad hasta la mejora de la experiencia del usuario de un servicio en sus distintas variantes, permitiendo, a modo de ejemplo, la realización de pagos a través de un smartphone mediante dicha tecnología, el etiquetado automático de fotografías en una red social, la mejora en la agilidad de algunos trámites, etc.

Nuestra cara es nuestro patrimonio más exclusivo, único e intransferible, pero hemos de ser conscientes de que en la medida en que vaya adquiriendo mayor valor transaccional, mayor será la tentación de suplantarnos y utilizar algoritmos de IA (Inteligencia Artificial) para hacerse con las riendas de tan valorado tesoro. 

Han aparecido ya inquietantes tecnologías con el DeepFake, que de momento se utilizan para desprestigiar a líderes políticos o suplantar a personajes famosos y convertirlos en estrellas porno, que dan ya sobradas muestra de su demoníaco poder y de las que hablaremos en otro momento.

Recordaréis también que tecnologías como FaceApp y otras similares de origen ruso o chino fueron muy cuestionadas ya qué tras su apariencia de juego ingenuo, eran enormes sistemas de captación de imágenes de personas con nombre y apellidos y además facilitadas graciosamente por sus propietarios. Como se dice habitualmente en los entornos digitales, cuando el servicio que te proporcionan es gratis es que el producto eres tú.

En MadMen Mallorca somos consultores expertos en securización biométrica para transacciones en la red y te asesoraremos en todo aquello que te permita pagar por la cara y evitar que la usurpación de tu cara te salga muy cara. 

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