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Crisis del coronavirus

La industrialización gana terreno al ladrillo

Las viviendas que salen de fábrica para su posterior montaje crecen un 30% impulsadas por la pandemia

Ejemplo de vivienda industrializada del Grupo Avintia.

El pasado mes de agosto, el ayuntamiento de Barcelona comunicó la adjudicación del proyecto para la construcción de cuatro edificios residenciales públicos destinados a alquiler social. Esta podría ser una noticia inmobiliaria más, pero ganó relevancia al anunciarse desde el Institut Municipal de l’Habitatge i Rehabilitació (IMHAB) que se trataría de un conjunto de viviendas industrializadas. ¿Qué quiere decir esto? Que los principales elementos del edificio (fachadas, techos, tabiques, etc.) se construirán en una fábrica para su posterior montaje en el lugar de la obra.

La construcción industrializada es una vieja conocida del sector, pero no ha sido hasta la llegada del covid cuando ha iniciado su época de esplendor. Según cifras de Plataforma de Edificación Passivhaus (PEP), a raíz de la pandemia la construcción de este tipo de viviendas ha aumentado más de un 30% en España. Es más, la constructora catalana Home Center asegura que ha pasado de recibir 100 solicitudes mensuales para llevar a cabo este tipo de construcción, a 350 en la actualidad. Pero Home Center no es una excepción. Otras empresa como Aedas Homes, Neinor Homes o Grupo Avintia apuestan fuerte por este tipo de construcción. De hecho, esta última calcula que para 2023, el 25% de los inmuebles que comercialice estarán edificados mediante técnicas de construcción industrializada. "La tendencia va en aumento, los inversores huyen de productos 'no sostenibles'. Estamos seguros de que la industrialización es el futuro para el sector", asegura José Ignacio Esteban, director general de Avintia Industrial. 

En la sostenibilidad reside uno de los puntos fuertes de esta construcción, ya que produce menos residuos, utiliza menos materiales y minimiza las emisiones de CO2 hasta en un 30% en comparación con la obra tradicional.

Principales barreras 

No obstante, algo más prudente se muestra Borja García-Egotxeaga, CEO de Neinor Homes, que reconoce que aún hay muchas barreras. "Existe una gran cantidad de retos y problemas que deben encontrar solución y que condicionan y ralentizan la transformación: reglamentarios, de especialización de la construcción, de apoyo a la empresa privada, de innovación tecnológica, de diseño y capacidad digital, adaptación del sector logístico, etc.", enumera.

Y los datos le dan la razón, ya que a pesar de la creciente demanda, aún queda mucho camino por recorrer. Y es que en España este tipo de construcción tan solo representa el 1% del mercado inmobiliario, según PEP. Muy lejos aún de otros países europeos como Reino Unido, en que el porcentaje sube a un 7%, sin hablar del caso de Suecia, donde se aplica en la casi totalidad de las edificaciones.

"El principal escollo es que no apostamos por la profesionalización de los obreros, tampoco hemos apostado por innovar en el proceso constructivo, algo que ahora tanta falta nos hace", asegura Miguel Pinto, presidente del Clúster de Edificación, una asociación de empresas del sector que trata de aunar fuerzas para impulsar la industrialización en la construcción y conseguir más implicación por parte de las administraciones públicas. En esta línea, Pinto asegura que debe ser "una apuesta colectiva" para que las constructoras den el paso definitivo y generen líneas de negocio de industrialización. 

En la misma línea, Luis Martínez, director de riesgos inmobiliarios del Grupo Santander, reconoce que la financiación que se da a este tipo de edificios aún no es suficiente y aboga por alicientes gubernamentales para revertir esta situación. "Si el regulador nos aplicara un consumo de capital en las operaciones inferior por hacer construcción industrializada, sí que habría un mayor interés de las entidades financieras en financiarlas (…) si hubiera un incentivo a aplicar un menor consumo por hacer un tipo de vivienda industrializada, está claro que supondría un cambio". Esto es algo que según Miguel Pinto llegará más pronto que tarde, ya que vaticina que la industrialización será competitiva y rentable dentro de cinco años cuando se estandarice su uso. "A medida que vaya creciendo la edificación industrial y que sea más automatizada, mejores serán los precios", asegura.

Sin embargo, Alejandro Bermúdez, CEO de Real Estate Analytics, cree que, más allá de la implicación de las administraciones públicas, el peso debe recaer en el sector privado y afirma que el verdadero cambio llegará cuando haya una demanda estable y previsible. "Por ejemplo produciendo componentes de viviendas en vez de viviendas completas, lo que facilita que la demanda sea más estable", expresa.

Impacto en el empleo

El cambio, que según los expertos ya está en marcha, implicará una completa transformación en todos los procesos del sector. "Para construir de manera industrializada hay que tenerlo muy presente desde el inicio del proyecto, y diseñar pensando en componentes y piezas, más que en ladrillo", explica Bermúdez.

Esta evolución afecta directamente a los empleados del sector, que deberán cambiar la obra por la fábrica. Algo que solucionaría la reciente escasez de mano de obra que reina en la construcción. "Las mujeres y los jóvenes no quieren trabajar en la obra pero sí están dispuestos a hacerlo en un entorno más controlado y seguro como una fabrica", expresa a su vez Pinto.

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