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Empresas familiares II

El secreto de la tercera generación: El Gaitero, Bodegas Ruiz-Torres, Bodegas Fariña

ACTIVOS

Casi el 90% de las empresas españolas son familiares, generan casi 6,6 millones de puestos de trabajo y el 57% del valor añadido bruto, según datos del instituto de la empresa familiar. El 50% de ellas se encuentra en la segunda generación; el 24% en la tercera y el 11% ya incorpora biznietos.

El secreto para lograr pasar de la tercera generación tiene que ver con la tradición que se respira desde la infancia, pero también, con la convicción de que a veces hay que imponer austeridad para preservar el negocio.

Tres empresas bodegueras centran esta segunda entrega: la asturiana El Gaitero, la extremeña Torres Ruiz y la zamorana Fariña. En la primera, entrega contaban su experiencia Boluda, Grupo Sampol, Cementos Molins y Grupo Matutes. En la tercera entrega figuran las sagas familiares de El Pozo, Grupo Montesano, Pikolin y Casa Grande de Xanceda.

El Gaitero: El carácter familiar, la clave para la supervivencia

Hace 131 años un grupo de emprendedores asturianos -los hermanos Alberto y Eladio del Valle, Bernardo de la Vallina y Ángel Fernández- compraron la máquina sobre la que se asentó y comenzó la historia de la compañía sidrera familiar El Gaitero, que va ya por su quinta generación.

Los primeros pasos de la empresa estaban ya plenamente orientados hacia la exportación. Como ahora. Aquella máquina en cuestión era necesaria para "champanizar" la sidra que desde el puerto de Gijón viajaba a América, donde por aquella época había una nutridísima colonia de emigrantes asturianos sedientos de sabores de su añorada tierra. "La sidra natural sufría un deterioro importante durante el largo viaje para cruzar el Atlántico y la carbonatación de la sidra fue una innovación para conservarla", recuerda María Cardín, directora comercial de la empresa y quinta generación de la estirpe familiar que ha sustentado la compañía.

¿Cuál es el secreto para aguantar tantos años? El carácter familiar de la compañía ha sido clave para la supervivencia y para superar momentos difíciles, como el actual, sostiene la actual generación en la dirección. "La visión a largo plazo buscando la continuidad hace que la rentabilidad y el crecimiento, siendo necesarios, no sean la prioridad a la hora de tomar decisiones, primando la calidad en todo lo que se hace", explica María Cardín.

A esto hay que unir "una fidelidad a los valores fundacionales, un arraigo por nuestra tierra, un compromiso con el entorno humano y geográfico, y la ética en el desarrollo de nuestra actividad y compromiso familiar", añade. Desde Villaviciosa (municipio de 14.470 habitantes muy próximo a Gijón), El Gaitero creció a base de inversiones y con la fortaleza que le dio ser una empresa familiar. Ahora, y pese a que la crisis del coronavirus ha traído una tremenda incertidumbre, la compañía aspira a "mantener y fortalecer nuestro liderazgo en el sector de la sidra y demostrar nuestra experiencia en las nuevas categorías que están naciendo".

Cardín desvela que la empresa está creando un nuevo producto en la categoría de las ‘cider’, una alternativa a la cerveza, que saldrá al mercado como ‘Spring Cider’ de El Gaitero. A sumar, el grupo pretende consolidar y potenciar sus vinos Real Agrado, de su bodega de La Rioja donde tienen cien hectáreas de viñedo propio, y potenciar su canal de venta online.

El tiempo ha pasado y las generaciones también, pero el objetivo sigue siendo el mismo que al comienzo, que El Gaitero sea famosa en el mundo entero.

Javier Bermejo, director financiero (quinta generación); Bernardo Cardín, presidente (cuarta generación); Ricardo Cabeza, director general (quinta generación); Jose Cardín, vicepresidente (cuarta generación); y María Cardín, directora comercial y marketing (quinta generación). LUISMA MURIAS

Bodegas Ruiz Torres: Siglo y medio de vinos con personalidad

En 1870, cuando Miguel Ruiz elaboraba vinos tradicionales de pitarra en Cañamero (Cáceres), no podía imaginar que siglo y medio después su familia estaría al frente de un imperio bodeguero internacional. A finales de los años 60 Antonio Ruiz Torres da el gran salto cualitativo: lo que antes se vendía en garrafas, se etiqueta con marcas originales. En 1973 automatiza el embotellado con la que sería la segunda línea de este tipo en Extremadura.

Su mujer, Carolina Peromingo, avala y potencia su espíritu emprendedor y se aventuran a exportar en Europa y Asia a principios de los 80, acudiendo a ferias sin saber idiomas pero con el aval de la excelencia de estos caldos extremeños, refrendada por galardones internacionales todos los años.

"En nuestra familia la bodega siempre estaba presente. Era todo. Vivíamos en frente del negocio y los horarios en las vacaciones escolares eran los horarios de la bodega. Madrugar y estar presentes en todas las tareas, el valor del esfuerzo, la importancia de rodearte de un buen equipo y ayudarles, hacernos partícipes de las necesidades, de los éxitos, de las dificultades... Era totalmente normal", recuerda Carolina Ruiz, gerente de Bodegas Ruiz Torres.

"Es verdad que en la historia en las empresas familiares es la tercera generación la que normalmente suscita desacuerdos y quiere vivir de las rentas conseguidas. En nuestro caso, creo que el éxito ha sido la importancia que nuestros padres y abuelos han dado a la educación y a los valores que nos han transmitido desde niñas", relata. En concreto, su familia prestó especial atención a que "si decidíamos seguir con la bodega debíamos saber hacer de todo, desde la limpieza hasta atender a un cliente. Con 8 o 9 años ya sabíamos cargar un palé de vino en un camión".

Con una vida entre barricas de roble y vides, las hijas de Antonio Ruiz, Mercedes y Carolina, estudiaron Enología y Empresariales, respectivamente. "Ninguna de las dos hermanas tuvo dudas de volver y seguir adelante y proponernos nuevas metas -asegura Carolina Ruiz-. Y hoy seguimos haciendo lo mismo con nuestros hijos", concluye la gerente de Bodegas Ruiz Torres.

Esta generación ha sido decisiva en la actual expansión de la empresa, consolidando las exportaciones a Asia y culminando la construcción de una nueva bodega de 11.000 metros adaptada a las exigencias de los mercados internacionales y preparada para el turismo enológico. Su Verdejo de BRT 2019, Syrah de BRT 2016 y Cabernet Sauvignon de BRT 2017, por citar algunas marcas, atraen viajeros de todo el mundo.

Cinco generaciones de la familia Ruiz Torres, en la bodega de Cañamero.

Bodegas Fariña: Pioneros de la Denominación de Origen Toro

Tradición e innovación son los pilares en los que se sustenta Bodegas Fariña, una empresa familiar zamorana con casi 80 años de historia que ha logrado convertirse en un referente en el sector vitivinícola gracias a la pasión de tres generaciones entregadas al mundo del vino.

A sus 34 años, el director técnico y adjunto a la dirección general, Manu Fariña, ha relevado a su padre, Manuel, al frente de una empresa que goza de un gran prestigio por la calidad de sus vinos y por ser una de las precursoras de la Denominación de Origen Toro. Para Manu Fariña, ingeniero agrónomo y máster en Enología, la clave del éxito de la bodega y de que la pasión por el vino siga intacta en la tercera generación de la saga radica en el sentimiento de pertenencia a un "núcleo familiar" y en el contacto, desde la infancia, con un negocio que conoció "de forma natural y sin imposiciones".

Salvador Fariña fundó en 1942 la primera bodega familiar en Casaseca de las Chanas, localidad a la que emigró desde Porto de Sanabria y en la que adquirió una casa y dos viñas, con las que se inició en el cultivo de la vid. Su hijo, Manuel, aprendió a trasegar y elaborar vino cuando era un niño y, tras estudiar Enología en Valencia, regresó e introdujo cambios trascendentales para el futuro de la bodega como el embotellado y la creación de una marca.

A principios de los años 70, Fariña comenzó a elaborar en Toro vinos que expresaban la personalidad del terruño y que supusieron un punto de inflexión para una zona que, a pesar de su tradición vitivinícola, no había logrado entender que el consumidor demandaba vinos "más amables". Fariña fue uno de los impulsores de la Denominación de Origen Toro, reconocimiento que fue aprobado en 1987, pero la bodega de Casaseca de las Chanas quedó excluida y la familia decidió construir otra en tierras toresanas. La impronta de su padre ha marcado el camino de Manu Fariña, que siente predilección por el trabajo en el campo, aunque también valora la "parte creativa" del proceso de elaboración.

En la actualidad, Bodegas Fariña comercializa, bajo el paraguas de los sellos de calidad Tierra de Castilla y León y Toro, cerca de cuatro millones de botellas en 38 países y, para 2022, prepara su 80 aniversario con la "puesta de largo" de su Museo Vino-Arte.

Manu Fariña, director técnico de Bodegas Fariña, junto a su padre, Manuel Fariña.

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