El problema de los arrendamientos

Mil euros por una habitación: el alquiler compartido eclosiona como negocio en Barcelona

El encarecimiento de la vivienda propicia una mayor demanda de espacios pequeños donde residir temporalmente y genera una creciente oferta con gestión profesionalizada |

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alquiler / Manu Mitru

Patricia Castán

Tras algún disgusto con el cobro del alquiler del piso que heredó de sus padres, Elena M. decidió hace unos meses hacer caso a un amigo y cambiar de fórmula. Ya no arrienda la vivienda del Poble Sec por 950 euros, sino que tras realizar algunas mejoras 'exprime' una a una sus habitaciones a razón de 600, 500 y 450 euros, según tamaño, hasta obtener 1.550 euros mensuales. La primera se la alquiló a una amiga que ejerce de responsable del inmueble y controla al resto de inquilinos. No es la única fórmula que rompe el molde del tradicional piso compartido de estudiantes donde se repartían gastos. La evolución del mercado --sea por los precios o por inseguridad jurídica-- ha llevado a muchos propietarios, tanto particulares como gestores de inmuebles, a optar por alquilar cuartos para estancias medias a personas que no se conocen entre sí pero compartirán cocina, salón y baño para una permanencia mediana o larga. En muchos casos, con gestión profesionalizada a través de plataformas o empresas, y con un segmento de precios cada vez más alto que llega a superar incluso los mil euros al mes por una habitación en Barcelona, muchas veces con aspecto casi de hotel.

Precios al alza

El alquiler no turístico de habitaciones tiene tres tipos de potencial usuario: el histórico de universitarios que conviven durante la temporada lectiva, las personas (cada vez más) que no pueden acceder a una vivienda completa incluso teniendo empleo ante la subida de los precios, y los estudiantes extranjeros o trabajadores jóvenes que vienen a pasar una etapa en Barcelona y priman la ubicación. Es un público amplio y con muy distintas demandas. Los primeros son los que mantienen un umbral de precios más bajos en los anuncios colgados en los grandes portales: desde unos 300 euros (en pisos habitualmente no muy céntricos) hasta unos 600. Pero las tarifas van subiendo según zonas y condiciones, sobre todo con gestión profesional y gastos de contratación. Ante la creciente demanda, cada vez hay opciones de más calidad o con más baños, llegando a haber ejemplos de hasta 1.400 euros, por ejemplo, si conviven solo un par de personas.

El último informe de Fotocasa sobre hogares compartidos apunta a Barcelona como la ciudad más cara de España para alquilar una habitación, aun precio medio actual de 575 euros, tras aumentar un 25%. Idealista lo situó hace unos meses en 450 euros, tras un incremento de precios del 14% y con una fuerte caída de la oferta disponible. Otro informe de este mes, en este caso de la plataforma de alquiler Spotahome, de arrendamientos de más de un mes en grandes ciudades, también fija el récord estatal del precio de las habitaciones en la capital catalana, con 606 euros abonados de media, en base a sus contrataciones.

Yendo a la oferta disponible, en portales como Idealista esta semana 1.700 de sus 2.600 anuncios de habitaciones en la ciudad estaban por encima de los 500 euros. De estos, 652 se ofertaban a más de 700 euros con no pocas a más de mil.

Teniendo en cuenta que el nuevo sueldo mínimo interprofesional es de 1.080 euros, incluso una habitación se convierte en un lujo para un mileurista en la ciudad. Desde Fotocasa, su directora de Estudios, María Matos, reflexiona sobre el fenómeno: la mayoría de personas que comparten piso en grandes ciudades tienen entre 18 y 35 años, pero "medida que cumplen años, el deseo de compartir para socializar se convierte en una obligación para repartir gastos, ya que el incremento del precio del alquiler no les permite independizarse". Tanto en el caso de quienes buscan habitación, como quienes optan por ofrecerla en su casa porque no llegan a fin de mes. Opina que "la imposición de tener que compartir vivienda causa estragos en el desarrollo de los núcleos familiares, al privar de intimidad a las personas, por lo que podría incluso influir en las tasas de natalidad”, agrega. De hecho, en Idealista la media de edad de quien busca en la capital catalana es de 34 años.

Reservas sin visita y con costes

Por poner un ejemplo de la evolución, en ese mismo portal casi un tercio de la oferta disponible, 800, ya están gestionados profesionalmente. El logo de las empresas o plataformas aparece en los anuncios y en los textos (en varios idiomas) muchas remiten a sus web. Cada una tiene su forma de remuneración, desde porcentual hasta el equivalente a una mensualidad (como en los pisos), pese a que algunas estancias serán de pocos meses y con gran rotación de clientes. En algunos casos, llevan directamente viviendas de las que son titulares. En otros formatos, puede verse a una misma persona (por su nombre de pila) contratando las 'camas' de distintos pisos, en ocasiones de grandes tenedores. En muchos casos son difíciles de contactar por teléfono y realizan todas las comunicaciones por correo electrónico. Algunas, con sede central en el extranjero o Madrid.

Entre los operadores en expansión figura Smart Living, que despegó en Madrid y ahora está creciendo en Barcelona y Valencia. Se definen como especializados en pisos compartidos, sobre todo para estudiantes y "jóvenes profesionales". Un portavoz de la empresa señala que tanto integran cartera propia como de otros propietarios.

Spotahome, el 'market place' del alquiler (no turístico) que nació como 'start up' en 2014 y en la actualidad ofrece (estos días) 2.620 opciones de habitación en la ciudad (además de pisos), se basa en el arrendamiento inmediato online sin necesidad de visita, con la garantía de que las fotos se ajustan a la realidad. El pago no se hace efectivo para el propietario hasta que el inquilino accede a la habitación y comprueba que todo es tal como esperaba, evitando cualquier fraude, explica un responsable. En la actualidad están ampliando sus servicios, que incluyen la asesoría a los propietarios, entre los que se alinean tanto particulares (que pueden comercializar toda la vivienda por habitaciones o solo una) como 'property managers' con cartera de inmuebles. Los titulares son los que deciden precio, duración de la estancia y condiciones. En su web prometen al propietario "máxima rentabilidad en el alquiler de media estancia". "Tu casa siempre estará llena, generando ingresos recurrentes y garantizados", subrayan, frente a los periodos sin uso que puede compartir el negocio turístico.

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Algunos elementos recuerdan a los inicios de los pisos turísticos. Hace casi dos décadas, los primeros propietarios que comenzaron a explotar sus viviendas por días para viajeros abrieron un lucrativo melón que les duró años hasta que se reguló el sector y se prohibieron nuevas licencias. Al ayuntamiento le tocó combatir la ilegalidad desde entonces, a la par que los más de 9.000 titulares de licencia sin caducidad se hacían (y hacen) de oro y han multiplicado el valor de su propiedad. Pero hecha la ley hecha la trampa, y ante la imposibilidad de alquilar por menos de un mes ni casas ni habitaciones (sería turístico), muchos dieron el salto al alojamiento temporal (más de un mes y por norma menos de un año). Apuntaron sobre todo la demanda sobre todo de extranjeros llegados por trabajo, como un arrendamiento más libre, lucrativo y tentador que el de larga duración, en tanto no tiene limitaciones de precio de la Administración ni problemas de impagos. El nuevo giro es arrendar por unidades menores de espacio, habitaciones, que en los casos profesionalizados suelen tener apariencia casi de hotel.

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