CaixaBank ganó 3.145 millones de euros el año pasado, un 39,8% por debajo del máximo histórico de 5.226 millones que obtuvo en 2021 gracias a los beneficios extraordinarios que le aportó absorber Bankia a un precio inferior a su valor contable. Sin tener en cuenta ese efecto, las ganancias hubieran sido de 2.424 millones, con un alza del 29,7% propiciada por el incremento de ingresos (gracias al aumento del crédito y la subida de los tipos de interés), el recorte de los gastos (merced al ere aprobado tras integrar el banco nacionalizado y a pesar de la inflación) y la reducción de las provisiones para afrontar futuras pérdidas. 

El banco ha anunciado este viernes que pagará en el segundo trimestre un dividendo un 58% mayor que el año pasado, de 0,2306 euros por acción. Repartirá a sus accionistas 1.700 millones, el 55% de su beneficio, por encima de lo habitual en el sector y en la parte media de su objetivo de entre el 50% y el 60%. Unos 550 millones serán para la Fundación La Caixa y otros 300 millones para el Estado, sus dos principales propietarios. Pese a todo ello y al contrario que los otros grandes bancos tras las presentación de sus resultados anuales, las acciones de la entidad han caído el 2,71% en el último tramo de la sesión, tras subir más de un 50% el año pasado.

Como han hecho otros banqueros en los últimos días, su presidente, José Ignacio Goirigolzarri, ha salido en defensa de la banca y las empresas ante las recientes críticas del ala de Unidas Podemos del Gobierno. "Juan (Roig, presidente de Mercadona) y todos los empresarios de este país tienen un mérito extraordinario. Ojalá tuviéramos muchos más empresarios que generen riqueza. Todo lo que sea apoyar a los empresarios es apoyar el bienestar de los ciudadanos", ha defendido, tras negar que tener al Estado como accionista sea un riesgo diferencial para CaixaBank. "Tenemos un accionista que tiene mayor participación y en el consejo y el comité de dirección se gestiona desde el estricto criterio de profesionalidad", ha asegurado

Rentabilidad insuficiente

El ejecutivo también ha advertido contra el tope al alza de las cuotas hipotecarias defendida por el socio minoritario del Ejecutivo: "Estamos preparados para responder a cualquier problemática de nuestros clientes, somos los primeros interesados, pero intervenir un mercado que funciona muy bien es muy delicado". Asimismo, ha dejado la puerta abierta a recurrir el 'impuesto' al sector impulsado por el Ejecutivo, que costará unos 400 millones al banco este año.

En este línea, Goirigolzarri ha lanzado una puya velada respecto a los multimillonarios beneficios que están presentando los bancos: "Por supuesto que hay un riesgo de que no sean entendidos, sobre todo si no se explican las cosas bien". El banquero, así, ha destacado que la rentabilidad de CaixaBank ha subido, pero todavía no alcanza el nivel mínimo que le exigen los inversores. "Me sorprende la mala memoria. Solo una banca rentable va a permitir que se financie la economía, a empresas y familias, como no sucedió en 2012 y sí en 2020", ha remachado.

Por su parte, el consejero delegado, Gonzalo Gortázar, ha negado que el banco vaya a realizar ningún ajuste de plantilla extraordinario adicional durante este año o el siguiente, pese a calcular un incremento de costes de entre el 5% y el 6,4% en 2023 por la inflación. También ha quitado importancia al reciente cese de Juan Antonio Alcaraz, números tres del banco como director de negocio y con quien distintas fuentes apuntan que tenía diferencias: "Se trata de un relevo natural tras 15 años en esa responsabilidad":

Más ingresos, menos gastos

La comparación de las cuentas de CaixaBank del año pasado respecto al anterior se ve distorsionada por los beneficios contables extraordinarios de la fusión (2.867 millones netos), pero también porque Bankia se integró en el grupo en abril de 2021. Si se excluye el primer efecto y se tienen en cuenta los últimos resultados de Bankia en solitario (65 millones), los ingresos del grupo crecieron un 5,5%, frente a una caída de los gastos del 5,6%, lo que elevó el resultado del negocio un 19,8%. La reducción de las provisiones elevó el beneficio antes de impuesto un 36,9%, pero el incremento en el pago del tributo de sociedades (60,5%) dejó la subida del beneficio final en el citado 29,7%. 

CaixaBank redujo su morosidad el año pasado del 3,6% al 2,7% y aumentó su cobertura (peso de las provisiones sobre los activos de dudoso pago) del 63% al 74%. La rentabilidad sobre el capital bajó del 15,2% al 8,3% por los beneficios contables de absorber Bankia, pero sin ese efecto hubiera mejorado desde el 6,4%. La eficiencia sin gastos extraordinario mejoró del 57,7% al 51,9%, mientras que el capital se redujo del 13,1% al 12,8%, todavía por encima de su objetivo de situarlo entre el 11% y el 12%.