Desterrado la Covid como el fantasma de las navidades pasadas, el traqueteo de maletas volverá a resonar con fuerza estas fiestas en los aeropuertos de toda España. La mascarilla resiste como el único recordatorio de una pandemia que paralizó el mundo y que redujo a su mínima expresión el tráfico aéreo. Dos años después, las aerolíneas han recuperado prácticamente toda su operativa, sus ingresos vuelven a repuntar y los trabajadores que lo hacen posible aspiran -como en casi todos los sectores- a llevarse un trozo del pastel. Las convocatorias de huelga se han ido acumulando en torno a NavidadNochevieja Reyes, atañen a diferentes aerolíneas de bajo coste, como VuelingRyanair o Air Nostrum y amenazan las vacaciones de miles de viajeros. Las distintas fuentes consultadas para este reportaje no vaticinan incidencias masivas, pero no descartan problemas puntuales.

En 2019, el último año de la 'vieja normalidad' entre diciembre y enero un total de 34,8 millones de pasajeros pasaron por los aeropuertos de la red de Aena, alrededor del 12% del tráfico aéreo de todo el año. "En general las aerolíneas pierden dinero en invierno y lo hacen en verano. Enero y noviembre son los meses de menos tráfico y a partir de marzo empieza a repuntar hasta julio y agosto, que son los meses más fuertes”, resume el catedrático de economía de la Universitat de Barcelona Xavier Fageda

Tripulantes de cabina y pilotos de distintas compañías están llamados a la protesta durante las próximas semanas. Los motivos de cada conflicto son particulares, si bien el denominador común es que los empleados reclaman subidas salariales ahora que la tormenta covid ha amainado y el encarecimiento de precios merma su poder adquisitivo. Según las previsiones de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), las aerolíneas volverán a la senda de los beneficios en 2023, con unas ganancias en todo el sector de cerca de 4.500 millones de euros y unos 4.000 millones de pasajeros transportados en todo el mundo.

En el aeropuerto de El Prat el conflicto que en las últimas semanas más distorsión está generando es el de Vueling, la compañía que más pasajeros mueve. Hasta ahora alrededor del 10% de sus vuelos de fin de semana no sale. Principalmente Vueling está anulando de manera preventiva todo vuelo que no está cubierto por los servicios mínimos decretados por el Ministerio de Transportes. Desde noviembre y hasta ahora un total de 1.424 vuelos han sido cancelados, según el sindicato Stavla, organizador de los paros. Que se suman a los retrasos tanto por los paros como las propias del día a día. 

La central aspira a incrementos salariales del 21% entre 2022-2025 y la aerolínea dice que mientras haya huelga convocada no negocia. "No pedimos nada diferente a lo que ha aceptado el grupo con los pilotos de Iberia", afirman desde Stavla. Entre 2022 y 2023 los salarios de los pilotos subirán un 10%, según acordaron las partes en octubre. "Las aerolíneas tienen desde siempre unos márgenes de beneficios bastante ajustados y ahora con el encarecimiento del combustible y de las tasas por generar CO2 todavía más. Hay mucha competencia y las compañías se resisten mucho a incrementar sus costes para no ceder margen a sus rivales", apunta Fageda. 

Otra aerolínea con conflictos internos es Air Nostrum, aunque aquí quien tiene huelga registrada son los pilotos. Como en el caso de los tripulantes de Vueling, reclaman mejores sueldos para su nuevo convenio colectivo. El peso de esta aerolínea es menor que el de la primera, pero el 4% de todos pasajeros que cogen un vuelo en España lo hacen con Air Nostrum, según datos de Aena. Estos son, a día de hoy, los dos conflictos laborales en aerolíneas con más visos de generar perturbaciones en las fechas señaladas de las Navidades. 

Represión sindical

El nombre de Ryanair es un habitual en la lista de compañías involucradas en conflictos laborales durante las vacaciones y en las de invierno del 2022 también están. Aquí el conflicto con los sindicatos USO Sitcpla viene de lejos y es que la dirección irlandesa ha ido esquivando ampararse al derecho y condiciones laborales españolas. Las centrales le reclaman que reconozca, por un lado, un paquete de derechos sociales básicos como las vacaciones mínimas estipuladas en el Estatuto de los Trabajadores. 

Su otra reivindicación es la readmisión de todos los trabajadores cesados durante el último año de protestas. Según cálculos sindicales, ha habido 39 despidos, incluidos los dos principales líderes sindicales de la protesta. Ryanair niega que dichos ceses estén vinculados a su actividad sindical y alega “incumplimientos contractuales”. Los casos están en vía judicial y se suman seis actuaciones de la Inspección de Trabajo en la que detecta cinco infracciones graves y una, en Barcelona, muy grave, por vulneración del derecho de huelga, según figura en las actas a las que ha tenido acceso El Periódico de Catalunya, del grupo Prensa Ibérica. 

El conflicto en Ryanair colea desde antes del verano y, pese a estar formalmente convocados los paros, actualmente tienen poca incidencia, entre los servicios mínimos y el bajo seguimiento. A expensas de si las centrales se vuelcan en los días más señalados de estas fiestas. 

Donde se han desactivado las protestas es donde mayor afectación podían causar: los empleados de la propia Aena, el gestor aeroportuario. Y es que su onda expansiva pudiere ir más allá de una aerolínea concreta y hacía imprevisibles las incidencias. CCOO amagó con los paros y ha acabado pactando recuperar un plus de productividad que no se cobraba desde el estallido de la Covid.