El diagnóstico del Banco Central Europeo sobre las perspectivas de la economía de la zona euro sigue oscureciéndose. La entidad que lidera Christine Lagarde ha avisado este lunes de que la actividad económica seguirá ralentizándose “sustancialmente" en los próximos meses. En este contexto, y con dinámicas salariales contenidas, la presidenta del BCE ha reconocido que “es probable que la resistencia de los mercados laborales y una cierta recuperación para compensar el aumento de la inflación impulsen el crecimiento de los salarios”.

En su tercera audiencia este año ante la comisión de asuntos económicos del Parlamento Europeo, Lagarde se ha hecho eco de los buenos resultados de la economía durante la primera mitad del año gracias al fuerte gasto de los consumidores en servicios a medida que la economía se reabría, el buen comportamiento del sector turístico y un mercado de trabajo todavía robusto. Pese a esta evolución, la actividad se frenará “sustancialmente en los próximos trimestres”. Las principales razones, según el BCE, se deben a la elevada inflación, que está frenando el gasto y la producción en toda la economía, así como a las interrupciones del suministro de gas. 

A esto se suma el hecho de que la fuerte demanda de servicios, que se produjo con la reapertura de la economía, está perdiendo fuerza. También el debilitamiento de la demanda mundial, en el contexto de una política monetaria más estricta en muchas de las principales economías, y el empeoramiento de la relación de intercambio que supondrán un menor apoyo para la economía de la zona del euro. Y, por último, la elevada incertidumbre que ha hundido la confianza de los hogares y las empresas. Todo esto ha llevado a revisar a la baja las ultimas proyecciones económicas de la Eurozona: un 3,1% en 2022, un 0,9% en 2023 y un 1,9% en 2024 en el escenario de referencia. “Todavía reina incertidumbre acerca de la respuesta presupuestaria y por eso es muy difícil prever un resultado en 2023. Pero va a ser un ejercicio muy difícil”, ha admitido Lagarde.

Más subidas de tipos

Aún así, la intención del BCE es seguir subiendo los tipos de interés en las próximas reuniones del consejo de gobierno -ya subió un 0,5 en julio y un 0,75 en septiembre- para seguir amortiguando la subida de la inflación. “En la situación actual, esperamos subir aún más los tipos de interés en las próximas reuniones para frenar la demanda y protegernos del riesgo de un cambio persistente al alza de las expectativas de inflación”, ha explicado sin dar pistas sobre el posible aumento en la próxima reunión de octubre. “Decidiremos reunión tras reunión porque el nivel de incertidumbre es muy elevado, y decidiremos sobre la base de los datos que se nos presenten”, ha añadido. 

Aunque ha reconocido que la entidad monetaria europea es consciente del impacto de las subidas de tipos ha insistido en que es la respuesta a dar. “Somos muy conscientes de que los préstamos hipotecarios son muy altos pero es lo que toca hacer”, ha añadido durante el debate con los eurodiputados. Lagarde ha recordado que la inflación alcanzó la cifra récord de 9,1% en agosto pasado. También ha explicado que la energía y los alimentos siguen siendo los motores principales aunque la presión sobre los precios se está extendiendo a más sectores, en parte debido al impacto de los altos costes de la energía en toda la economía.

Inflación disparada

Según las proyecciones en las que trabajan los expertos del BCE, la inflación anual se situará en 2022 en el 8%, en el 5,5% en 2023 y en el 2,3% en 2024, todavía por encima del objetivo de referencia del 2%. “Los riesgos para las perspectivas de inflación son principalmente al alza, y reflejan sobre todo la posibilidad de que se produzcan nuevas interrupciones importantes en el suministro de energía. Aunque estos factores de riesgo son los mismos para el crecimiento, su efecto sería el contrario: aumentarían la inflación pero reducirían el crecimiento”, vaticina Lagarde.

La presidenta del BCE también se ha referido durante su intervención a las medidas para luchar contra la fragmentación y al Instrumento de Protección de la Transmisión anunciado en julio pasado, una nueva herramienta anticrisis destinada a “contrarrestar una dinámica de mercado desordenada e injustificada, con la suficiente flexibilidad para responder a la gravedad de los riesgos que afronta la transmisión de la política”. Aunque le han preguntado por la posible utilización del mismo con Italia ha respondido que no tiene a “ningún país en concreto en mente” y que la idea es garantizar “una transmisión adecuada a todos los países de la zona euro”. Para acceder al mismo tendrán que cumplir cuatro criterios: cumplimiento del marco presupuestario, ausencia de desequilibrios importantes, sostenibilidad presupuestaria, políticas macroeconómicas sólidas y sostenibles.