La primera empresa del Ibex tiene su sede en Arteixo y mantiene una relación mercantil estable con numerosos proveedores del entorno más próximo, empresarios que estos días siguen con la máxima atención los cambios que en la cúpula de Inditex. De que la buena marcha de la compañía y de que esta mantenga sus vínculos territoriales dependen miles de empleos en pequeñas empresas que viven de la actividad que genera el gigante textil y que rezan para que Marta Ortega dé continuidad al legado de su padre. Etiquetas para la ropa, viajes, mobiliario comercial, construcción de tiendas, servicios de todo tipo... La memoria anual de Inditex de 2020 cuantifica en 4.221 millones de euros la facturación que el grupo ha generado a sus 6.384 proveedores en España gracias a lo que denomina “efecto sede”. A esa riqueza hay que sumar 1.201 millones de euros tributados en el país.

Los datos del último ejercicio están mermados por la pandemia. En 2019 el impacto alcanzó los 5.140 millones de euros abonados a 7.098 empresas españolas contratadas por la compañía de Amancio Ortega. En esa lista de relaciones se encuentran algunas tan arraigadas como la que la multinacional textil mantiene con el ebanista coruñés Cándido Hermida, que hace décadas que fabrica en Narón desde puertas hasta mostradores para surtir las tiendals de Zara y del resto de cadenas de moda del grupo. El histórico Grupo Caamaño (ahora Kimak) ha mandado a sus trabajadores a países de todo el mundo para abrir bien y a tiempo los nuevos locales comerciales con los que la multinacional colonizó el mapa. La era digital ha apaciguado los frenéticos tiempos de construcción de tiendas, dando paso a una estrategia de concentración. Los proveedores de la construcción lo han notado y se refleja también en el informe global de Inditex, ya que el negocio de los proveedores en 2019 fue menor que en 2018. En ese ejercicio alcanzó su culmen con una facturación de 5.248 millones de euros repartida entre 7.220 firmas españolas.

El modelo de negocio de Inditex se ha ido adaptando a los tiempos y con ello han variado sus necesidades de contratación, pero la directriz de contar con las empresas de siempre se ha mantenido invariable.

Más allá de los carpinteros fieles de Inditex —entre los que también se puede contar a la empresa de contract Ramón García, en Mesía— hay proveedores específicos como Uniter, que fabrica las etiquetas de las prendas en Carral, o Hisla, que se encarga de proveer botones hechos en Mos.

Muchos de estos proveedores son también empresas familiares, con cuyos líderes se ha entendido bien Amancio Ortega, y que han permitido al grupo controlar el proceso y asegurarse de que cada producto y cada servicio se ofrece según sus estándares de calidad.

Las firmas contratadas por Inditex caminan de la mano con el grupo en su proceso de transformación. Pablo Isla, todavía presidente, anunció a los accionistas que la compañía avanza hacia la “sostenibilidad plena” en un proceso en el que invitó a los proveedores a “acompañar” para que la revolución verde que impulsa la compañía sea un proceso capilar en toda su red de abastecedores.

La extensión de los estándares de Inditex a sus colaboradores va más allá del mandato ecológico. “La fabricación y el aprovisionamiento se basan en una gestión socialmente responsable de la cadena de suministro que asegura unas condiciones de trabajo dignas para todos los trabajadores de los proveedores y fabricantes”, asegura la firma en su último informe anual, en el que detalla que su producción está organizada a través de 12 clústeres repartidos por todo el mundo, “si bien con un peso muy relevante del aprovisionamiento en áreas próximas a los centros de diseño”.

“De esta forma tenemos —argumenta la compañía— capacidad para adecuar nuestra oferta comercial a cualquier cambio de tendencia que surja, para ajustar inmediatamente el número de prendas a la demanda real, un factor que se ha demostrado clave”. Los proveedores de proximidad quieren