Coses Nostres | Los misterios de la babosa fluorescente
La hervia peregrina es, probablemente, el nudibranquio más común en los fondos marinos del Mediterráneo occidental hasta 50 metros de profundidad

Cratena peregrina sobre matas del hidrozoo del que se alimenta, en s'Espartar. / CAT
La babosa de mar Cratena peregrina es —como todos los nudibranquios– un pequeño ser sorprendente, de apenas cinco centímetros, de formas y colores que parecen imposibles y que, a lo largo de los años, ha planteado muchos misterios a los investigadores, entre ellos, por supuesto, la función que cumple su llamativo patrón de colores. Sobre todo a profundidades de 40 o 50 metros, cuando se va perdiendo la luz del sol. Una investigación publicada en 2020 en Journal of Molluscan Studies resume así el misterio: «La mayoría de los heterobranquios parecen depender de su coloración (críptica o aposemática) para su supervivencia. Sin embargo, dado que los colores son absorbidos progresiva y selectivamente por el agua de mar, no está claro si la función ecológica de los patrones de color de las babosas marinas se puede mantener en aguas relativamente profundas y, de ser así, cómo se logra esto.»
La especie Cratena peregrina es muy común en los fondos marinos de Ibiza y Formentera y es probablemente la especie de babosa de mar más abundante en el Mediterráneo occidental. El color de su cuerpo, del pie de este caracol sin concha, es blanco, aunque tiene dos manchas de color naranja en la cabeza y son también de este tono las puntas de sus rinóforos (órganos que captan las señales químicas, como un sentido del olfato); la explosión de color se produce ya en las papilas dorsales, las puntas que exhibe el animal (con funciones respiratorias y defensivas), que tienen los extremos de un azul y blanco muy brillantes y que en el interior pueden variar entre violeta, marrón y naranja, según la alimentación de cada ejemplar, ya que estos curiosos apéndices también son una prolongación de su sistema digestivo. En cualquier caso, se sabe que una de las funciones del extraordinario colorido de los nudibranquios es la de advertir a sus posibles depredadores del peligro (estrategia de aposematismo).
En el citado estudio, llevado a cabo por expertos del departamento di Scienze della Terra, dell’Ambiente e della Vita de la Universidad de Génova, se examinó la presencia de biofluorescencia en una serie de nudibranquios mediterráneos, incluyendo Cratena peregrina, que se comprobó que, efectivamente, dispone de esta propiedad, al igual que la mayor parte de las especies de su grupo. La biofluorescencia es la capacidad de algunos organismos de absorber la luz con longitudes de onda corta (la ultravioleta y la azul) y reemitirla con menor energía y longitudes de onda generalmente más largas. Es decir, y dado que la luz de onda corta es la última que se pierde en el agua, esta capacidad permitiría a los nudibranquios aprovechar la escasa luz que pueda quedar a 30 o 50 metros de profundidad. «Los datos preliminares podrían indicar que la fluorescencia desempeña un papel esencial en el aumento de la coloración aposemática de los nudibranquios», se señala en el estudio, lo que permitiría mantener su estrategia de defensa.
La biofluorescencia no es una rareza en el mundo natural, y mucho menos en el medio marino, donde se conocen variados ejemplos. En el estudio, los investigadores citan dos casos especialmente interesantes. El primero de ellos es la biofluorescencia roja de las conchas de los percebes, que se considera que es reconocida por las larvas que, de esta forma, se asientan cerca de los adultos. El segundo ejemplo es el de dos especies de tiburones del grupo de las pintarrojas, en los que se ha demostrado que la biofluorescencia resalta el patrón de color de sus ojos y que esta característica ayuda a los miembros de una misma especie a reconocerse.
Cratenas
En los años 60, Cratena peregrina fue citada con el nombre de Hervia costai, y por ello hoy se usa aún el término de hervia para referirse a estos nudibranquios.
Y una de las hipótesis sobre el origen de la palabra Cratena hace referencia a un ilustrador de plantas del siglo I antes de Cristo que se llamaba exactamente Cratenas, según puede leerse en la página opistobranquis.info, un gran recurso para conocer mejor a las babosas marinas.
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