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Coses Nostres: El tormento del ornitólogo
Las islas cuentan con una variedad endémica de papamoscas gris, que cría en Balears y se distingue por su menor tamaño y su plumaje más blanco

Papamoscas de la variedad balear fotografiado en ses Salines en mayo de 2024. / CAT
La genética llegó para volver locos a los ornitólogos. Si a lo largo de la historia, las revisiones taxonómicas —las que deciden el género y la especie a los que debe adscribirse un ave— eran escasas, ahora, con el uso popularizado de los estudios genéticos, que afinan las semejanzas y diferencias entre grupos, los cambios se suceden a una velocidad a la que resulta complicado seguir el ritmo. El reciclaje de los ornitólogos debe ser continuo y no siempre hay consenso para aceptar los cambios; a menudo hay un periodo de aceptación en el que predomina cierto guirigay.
El papamoscas y su endemismo balear —abundante en Ibiza y Formentera—son un buen ejemplo del caos de información que puede reinar en el mundo ornitológico. Preguntar una simple duda sobre la aceptación de la variedad endémica puede ser como abrir la caja de los truenos; acabas obligando a un par de ornitólogos a revisar toda la información de la última década, hasta que te hacen llegar cuatro páginas de un libro, cuatro audios y tres estudios sobre la situación del pájaro en cuestión.
Finalmente, el asunto ha quedado aclarado gracias a los reconocidos ornitólogos Jordi Martí y José Luis Copete. Hasta hace apenas seis o siete años, los papamoscas europeos se inscribían todos en una única especie, el papamoscas gris (Muscicapa striata), con cuatro subespecies entre las que se encontraba una variedad balear (M. s. balearica). Sin embargo, las últimas revisiones han aceptado la separación de dos tipos de papamoscas en el Paleártico occidental (que incluye Europa, África del Norte y todo el Mediterráneo); el papamoscas gris, por un lado, y el papamoscas mediterráneo (Muscicapa tyrrhenica), por el otro, con dos variedades para Balears y para las islas de Córcega y Cerdeña. De esta forma, ahora la variedad balear ha pasado a ser un papamoscas mediterráneo (M. tyrrhenica balear) en lugar de gris. En un estudio sobre la identificación del papamoscas mediterráneo (‘Identification of mediterranean flycatcher’) liderado por Michele Viganò, puede leerse que las diferencias entre los mediterráneos y los grises son significativas y destaca que, además de constatar la disparidad en el ADN, también se ha descubierto que sus cantos son diferentes. Respecto a la variedad balear, los autores indican que fue el ornitólogo alemán Karl von Jordans quien detectó que en las islas había un papamoscas propio, descrito a partir de un macho capturado en Valldemossa (Mallorca) el 19 de mayo de 1913.
«Propusimos separar las dos especies tras un estudio genético en el que demostramos que los papamoscas de las islas se separaron de los papamoscas continentales hace aproximadamente un millón de años. Los papamoscas baleares se diferencian de los continentales en el plumaje y en la forma de las alas (más cortas y redondeadas en las aves baleares). También se diferencian en sus cantos», nos explicaba en un correo electrónico el profesor del Muséum National d’Historie Naturelle de París Jean-Marc Pons, uno de los expertos que propuso el cambio taxonómico que divide grises y mediterráneos. Y en lo que se refiere al plumaje, se distingue al papamoscas balear principalmente por la blancura de su pecho, que es más pardo y manchado tanto en la especie nominal como en el papamoscas gris. También son más blancas las estrías que el balear muestra sobre la cabeza (el píleo) y la zona bajo el pico.
Explicado todo esto, hay que destacar aquí la singularidad de esta variedad de las islas. Y es que se trata de una subespecie endémica bien diferenciada a pesar de ser un ave migratoria que no puede verse en Balears en todo el invierno y que regresa en primavera de las zonas del sur del Sáhara en las que inverna, donde lo hace junto a otros papamoscas. Y, además, también en Ibiza, Formentera y el resto de Balears comparte territorio —durante toda la primavera y el verano— con el papamoscas gris. Es decir, sin un aislamiento real, un grupo de ellos lograron diferenciarse tanto de la especie nominal como para que hoy podamos considerar sus particularidades como algo más que simples variaciones de plumaje dentro de una población.
Una especie familiar
El papamoscas mediterráneo, reproductor estival abundante en Ibiza y Formentera, es habitual en primavera y verano en bosques de pinos y sabinas. También acepta áreas urbanizadas siempre y cuando encuentre árboles; puede observarse volando entre sus posaderos preferidos, escogiendo siempre los mismos, y atento al paso de los insectos.
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