Dominical

Coses Nostres: Un incendio silencioso en los bosques de Ibiza y Formentera

Los pinos de Ibiza y Formentera están sufriendo las consecuencias de la prolongada sequía de 2023 y 2024, que los ha dejado indefensos ante una plaga de escarabajos perforadores

Composición de pinos muertos, débiles y aún verdes en un bosque de Sant Llorenç. / CAT

Composición de pinos muertos, débiles y aún verdes en un bosque de Sant Llorenç. / CAT

@territoriocat

Ibiza

Las hojas aciculares de los pinos son una estrategia de conservación en zonas donde las lluvias son escasas; con menor superficie, la pérdida de agua por transpiración es menor. En periodos de sequía extrema, incluso pierden hojas de las ramas más bajas para reducir al mínimo la necesidad de agua, mientras las copas se mantienen verdes para poder realizar la fotosíntesis. Los pinos se encuentran entre los árboles más resistentes a las sequías. De hecho, según explica el ingeniero forestal Oriol Domenech, del Servei de gestió forestal i proteccio del sól del Govern balear, «son los mejor adaptados del Mediterráneo a estas condiciones, pero todo tiene un límite». Y estamos contemplando ese límite. Nuestros bosques también están gritando que les falta agua. 

No hace falta ser la persona más observadora del mundo para detectar que algo está ocurriendo en los bosques de pinos pitiusos. Desde la carretera, mientras se va conduciendo, se puede observar que, en las laderas de algunos montes, el verde de las copas de los pinos ha dejado de ser uniforme y la masa forestal aparece tachonada de manchas grises y marrón granate. Són árboles muertos o que están muriendo. Oriol Domenech explicaba en el Nautilus de IB3 ràdio que este alarmante paisaje es la consecuencia de la intensa sequía que se inició en otoño de 2023 y se prolongó durante todo el invierno y la primavera de 2024, para acabar enlazando con el verano, cuando la escasez de lluvias es más normal.

El debilitamiento de los árboles por el estrés hídrico ha comportado un segundo problema, y es que su debilidad ha sido aprovechada por un escarabajo perforador de los pinos (Tomicus destruens) para «rematarlos». Señala el ingeniero forestal que esta especie de coleóptero es autóctona y que cumple su función en los bosques, pero se ha visto favorecido por una situación inusual (hasta el punto de convertirse en plaga).

Por otra parte, señala que el estrés hídrico de la prolongada sequía afecta principalmente a pinos adultos, «y todos esos pinos jóvenes, de 20 o 30 años, procedentes de los incendios de Morna o de Benirràs, o de incendios anteriores, incluso de finales de los 90, son más resilientes a estas situaciones». 

La buena noticia es que, según asegura el ingeniero forestal, la situación crítica ya está pasando: «Estamos viendo, quiero pensar, la parte final de esta situación». Sin embargo, no hay que bajar la guardia porque si bien la mortalidad de árboles es consecuencia de un episodio de pluviometría anormal —«fueron muchos meses con un déficit de lluvias realmente significativo»— los escenarios cambiantes que conlleva la crisis climática podrían derivar, a su vez, en periodos de sequía más prolongados y frecuentes. Y no sólo lo sufrirán los bosques de pinos.

Copernicus y la fotosíntesis

En el Servei de gestió forestal i proteccio del sól del Govern balear utilizan una de las múltiples posibilidades que ofrecen los satélites del programa Copernicus de la UE para monitorizar los bosques de las islas. Concretamente, lo satélites «tienen sensores que miden la respuesta de los vegetales a la luz. En función de esta respuesta, en diferentes frecuencias y longitudes de onda, queda reflejada la actividad fotosintética de esa masa forestal. En el caso de estas sequías, detecta muy bien esas zonas en las que no existe actividad fotosintética o es muy baja porque las plantas están muy débiles». 

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents