Gastronomía de guerra | Alitas de pollo con salsa barbacoa

Chuparse los dedos. A conciencia. Y no sólo metafóricamente. De verdad. Lamerlos y chuparlos para no dejar en ellos ni una gotita de salsa. Pocas cosas hay más gustosas que esas comidas, en un entorno de confianza, en las que se puede comer con las manos. Pringándose bien. Riéndose al ver cómo las salsa y los aceites chorrean muñeca abajo y las bocas y los dedos quedan brillantes, coloridos y aceitosos.

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Las alitas de pollo son uno de esos platos que se disfrutan mucho más comiéndoselos con las manos, por mucho que cuando estamos en público, en un bar o en un restaurante, acabamos tratando de sacar todas las mollitas de carne con cuchillo y tenedor. La salsa barbacoa, como todo en cocina, se puede adaptar a los gustos. Poner más miel si nos gusta más dulce, o un buen chorro de tabasco si somos de picante.

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Preparación

—Quemar los restos de pluma que puedan quedar en las alitas de pollo y ponerlas en agua con un puñado de sal mientras se prepara la salsa.

—Precalentar el horno a 200 grados.

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—Pochar la cebolleta y los ajos picados en aceite de oliva. Cuando empiece a dorarse, poner el azúcar moreno y apartar del fuego.

—Añadir buena parte de los elementos de la salsa: perrins, vinagre, ketchup, mostaza, soja, miel, sal, pimienta y pimentón. Cocinar durante un par de minutos y agregar entonces los tomates rallados.

—Bajar el fuego y cocer tapado unos cinco minutos. Batir hasta obtener una salsa fina.

—Secar muy bien con papel de cocina las alitas de pollo y ponerlas en una bandeja para el horno con buena parte de la salsa. Cocinar durante 40 minutos añadiendo, pasada media hora, el resto de la salsa.

El toque gourmet

Si nos gusta el picante, añadir jalapeños antes de batir la salsa.

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