Imaginario de Ibiza
Imaginario de Ibiza | La isla de los buzones dispersos
De la misma forma que las piedras pintadas informan de la inminente presencia de determinadas viviendas junto a los desvíos, el paisaje ibicenco se halla también salpicado por conjuntos de cajas postales en las riberas de los caminos, tan insólitos como eclécticos.

Conjunto de buzones en el Camí des Mateus. / X.P.
Un hombre estaba tan enfadado conmigo que terminó su carta diciéndome: «tenga cuidado, usted no saldrá vivo de este mundo»
Hasta el momento, los grandes avances científicos y tecnológicos alcanzados por la humanidad no han impedido que esta sentencia que alguien dedicó al escritor de ‘Las uvas de la ira’ deje de ser una perogrullada. Vivimos más años que nuestros ancestros, pero, más pronto o más tarde, nadie sale vivo de este mundo. La electrónica y la digitalización, por el contrario, sí han revolucionado en un corto periodo de tiempo nuestras costumbres y necesidades, muy especialmente en todo lo relacionado con las comunicaciones.
Con la llegada del siglo XXI, la expansión de Internet, la instalación de líneas ADSL, el uso generalizado de teléfonos móviles inteligentes y la irrupción de aplicaciones de chat, los servicios postales iniciaron un proceso acelerado de decadencia que parecía conducir irremediablemente a su muerte. De pronto, la gente dejó de escribir cartas y mandarse postales turísticas o navideñas, quedando los carteros relegados a la distribución de facturas, letras bancarias, amenazas por impagos, multas de tráfico y notificaciones de Hacienda. De pronto, el correo dejó de conformar un elemento ilusionante en nuestra rutina para transformarse únicamente en portador de mensajes inútiles, publicidad y malas noticias.
Hoy se dice que el 80% de los españoles ya no reciben ni envían correspondencia particular de ninguna clase y que sólo reciben envíos comerciales o relacionados con servicios públicos y tasas, que también están en proceso de digitalización. Sin embargo, aunque la revolución de Internet trajo en un primer momento la decadencia de los servicios postales, también acabó otorgándoles la posibilidad de reinventarse a través del comercio digital. Hoy los hogares ya no reciben cartas, pero sí toda clase de productos.
En Ibiza, donde, salvo en los núcleos urbanos, la mayor parte de la población vive dispersa por el campo y los montes, el funcionamiento del servicio postal siempre ha generado inquietud: cartas que no llegaban, que aparecían tras una eternidad, que acababan depositadas en el buzón que no correspondía… Esta intensa diseminación de las viviendas obligó a crear un sistema propio de entrega y recogida, que involucró primero a bares y comercios, donde se instalaron paneles con buzones donde los particulares podían recoger una correspondencia que, de otra manera, nunca recibirían, dado que nadie se la acercaba a su hogar. El sistema aún perdura sin desgaste y pueden encontrarse buzones e incluso sencillos casilleros abiertos en establecimientos de larga tradición, como Can Jordi, en Sant Josep, o Ca n’Anneta, en Sant Carles, entre un montón de ejemplos.
Lo más curioso de la isla, sin embargo, son los buzones instalados en las encrucijadas y junto los desvíos, que adquieren todo tipo de formas y tipologías. A veces están configurados como un panel inoxidable con múltiples departamentos regulares, uno por casa, protegidos de la lluvia por un pequeño tejadillo. En otras ocasiones, como en la fotografía, conforman un conjunto de buzones sueltos a la intemperie, sostenidos por una barra clavada en la tierra y una sucesión de cajas de distintas formas y colores, situadas a diferentes alturas. De alguna manera, recuerdan a las cruces de los cementerios antiguos, organizados sin orden ni concierto.
Junto con las piedras de colores que se acumulan en los desvíos, anunciando la presencia de villas determinadas mediante un código que sólo conocen aquellos que reciben la información de los propietarios, ya son parte del insólito paisaje ibicenco.
Servicio postal en el Camí des Mateus
Los buzones que aparecen en la imagen se hallan ubicados en el acceso al Camí des Mateus, en la vía de servicio próxima a la rotonda del aeropuerto y el puente de Can Sala, en la carretera de Sant Josep a Ibiza, aunque es muy fácil encontrarlos por toda la isla con diferentes formatos. Sus propietarios residen en algún chalet de las docenas que aguardan en las inmediaciones de esta vía rústica y sus múltiples ramificaciones, que se pierden monte arriba.
(*) Cofundador de www.ibiza5sentidos.es, portal que recopila los rincones de la isla más auténticos, vinculados al pasado y la tradición de Ibiza
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