Imaginario de Ibiza

El zigzagueante ascenso por es Revellí

El semibaluarte al pie de Santa Tecla permaneció olvidado hasta hace poco más de un año, cuando abrió sus puertas. Ahora incorpora una pasarela cuesta arriba, que permite visitar la mayor parte de su extensión y disfrutar de nuevas perspectivas del puerto y s’Aranyet

Vistas de la bahía desde es Revellí. / X.P.

Vistas de la bahía desde es Revellí. / X.P.

Xescu Prats

Xescu Prats

Feliz el pueblo cuya historia se lee con aburrimiento

(Montesquieu)

Quiso la Corona española, obligada por sus cuitas con el Imperio Otomano, que una isla olvidada como Ibiza no quedara a merced de los corsarios de la media luna. Así lo decidió, más por evitar la humillación de la conquista de una tierra propia que por empatía con los lugareños. El Rey Felipe II encargó al ingeniero militar Giovanni Battista Calvi que erigiera una fortaleza inexpugnable, ampliándola y culminándola Giacomo Palearo ‘El Fratín’.

Tan contundente fue el resultado que el enemigo, tras fracasar en sus ataques a las canteras de la costa para evitar que la construcción se hiciera realidad, nunca efectuó ningún asalto ambicioso a la fortaleza. La enorme cantidad de efectivos que sería necesaria para tratar de conquistar una plaza tan modesta como la ibicenca debía de resultar inviable. Esa es, sin duda, una de las principales razones por las que, a día de hoy, el monumento se conserva íntegro y es Patrimonio de la Humanidad. La otra es que la especulación sin freno que experimentó la isla en los años del desarrollismo se centró en las playas y no llegó a poner a la obra renacentista en su punto de mira.

El afilado vértice del baluarte de Santa Tecla. / X.P.

El afilado vértice del baluarte de Santa Tecla. / X.P.

Aunque las murallas de Ibiza se suelen definir como una fortaleza con siete baluartes, en realidad únicamente posee seis –Sant Joan, Sant Pere, Sant Jaume, Sant Jordi, Sant Bernat y Santa Tecla–, a los que hay que sumar otros dos semibaluartes –Santa Llúcia y es Revellí–. Para comprender este matiz, basta con observar el contorno del monumento a vista de pájaro, a través de cualquiera de las aplicaciones que lo permiten. Enseguida se descubre que la forma de punta de flecha que tienen los seis bastiones principales, en estos dos últimos queda reducida a la mitad.

El tamaño colosal de Santa Llúcia, que con su filo inverosímil y su condición de mirador a lo ancho de toda la extensión del barrio de sa Penya compite en dimensiones con el de Sant Joan, el mayor de los bastiones regulares, parece imposibilitar la devaluación de su estatus. Pero la realidad de su forma incompleta, dado que su mitad fantasma se tendría que haber ganado al mar, resulta incontestable desde un punto de vista geométrico. La altura colosal del acantilado que sobrevuela y aísla la playa de Baix sa Penya hicieron innecesaria e inviable tamaña proeza arquitectónica, puesto que la naturaleza ya proporcionaba suficiente protección.

Por su parte, es Revellí, que posee una planta similar pero con unas dimensiones mucho más reducidas, ha sido la parte estructural del monumento que tradicionalmente ha permanecido más olvidada, hasta el extremo de quedar emboscada. Al menos hasta hace poco más de un año, cuando abrió sus puertas a través de una entrada situada junto al mirador de la Plaça d’Espanya. Había sido limpiado de maleza, restaurados sus elementos arquitectónicos e instalada una plataforma en zigzag, que asciende por el monte hasta lo alto de la construcción, ofreciendo unas vistas inéditas del puerto, las cubiertas del convento de Santo Domingo, la playa de s’Aranyet y el puerto. Ya en lo alto, impresiona contemplar tan de cerca el afilado vértice del baluarte de Santa Tecla, cuya punta se hunde en la tierra.

Es el nuevo paseo que propone un monumento impresionante. Sin duda, conviene escucharlo.

Protección para es Soto

La incorporación del semibaluarte de Santa Llúcia acometida por ‘El Fratín’ cambió drásticamente la estructura de las murallas de Ibiza. En el mismo periodo se decidió la construcción del revellín, con el objetivo de incrementar la protección de la zona alta de es Soto, ciega para la artillería desde algunos ángulos, y proporcionar, al mismo tiempo, una línea de fuego que apuntara hacia la bocana del puerto, en caso de ataque enemigo. En lo alto, aunque algo alejado del parapeto, incluso se instaló un medio caballero. Desde el mar compone uno de los lugares más insólitos de la fortaleza, ya que es la única estructura abaluartada que tiene una forma inclinada, al adaptarse a la pendiente.

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