Imaginario de Ibiza

Imaginario de Ibiza: El Bar San Juan y un barrio de Vila que se apaga

El histórico establecimiento, que abrió en 1874 como fonda, con servicio de alojamiento y comidas, estaba considerado el restaurante más antiguo de Ibiza. Frente a su entrada se formaban colas a diario de clientes de toda la vida y turistas bien informados que acudían a disfrutar de la calidad de sus platos, a precios aún populares.

Fachada del Bar San Juan. / X.P.

Fachada del Bar San Juan. / X.P.

Xescu Prats

Cuando las calles de una ciudad ofrecen interés, la ciudad entera ofrece interés; cuando presentan un aspecto triste, toda la ciudad parece triste

(Jean Jacobs)

Con el cierre del Bar San Juan, maravillosa casa de comidas del barrio de la Marina, muere otra porción significativa de la Ibiza de antaño.

Acceder a este establecimiento, tal y como ocurre también cuando se entra en el Bar Bernat Vinya de Sant Josep o en los estancos de Sant Joan y Sant Miquel, por poner otros ejemplos, viene a ser casi como atravesar un túnel del tiempo a aquella isla preturística, cuando todo era esencial y lo superficial no tenía cabida.

Este mítico establecimiento era prácticamente el único de cocina tradicional que ofrecía elaboraciones caseras, raciones abundantes y precios módicos, a lo largo de estos últimos años. Dichos argumentos justificaban sobradamente la cola que había que soportar para degustar sus ambrosías, ya que no admitía reservas. Era uno de los escasos locales históricos que se mantenían, así que la transición del viejo barrio de los marineros hacia un territorio globalizado y carente de personalidad, más allá de la singularidad de su arquitectura, prácticamente se ha completado.

Interior del establecimiento. / X.P.

Interior del establecimiento. / X.P.

Cocina de corazón

Si algo caracterizaba la comida que se servía en el bar San Juan era la calidad y que estaba hecha sin pretensiones. A ello, además del precio, había que sumar la abundancia, lo que provocaba que muchos de sus clientes se conformaran con un plato. Preparaban recetas típicas de la isla, como ensalada de crostes, frita de pulpo y arroz de matanzas, y todo tipo de raciones y platos para compartir, como croquetas, arroz integral con verduras, sepia a la plancha, tortilla de patatas… Sin embargo, el ingrediente más singular era su atmósfera, que hacía que todo aquel mínimamente sensible que se sentara a su mesa se sintiera un privilegiado. 

Hoy en día, todo lo que abre en sustitución de los viejos colmados y tiendas son franquicias y firmas internacionales, con excepciones tan contadas y valiosas como la joyería de Enric Majoral, el prestigioso joyero afincado en Formentera. Ya sólo restan la tienda de Elisa Pomar, sa Capelleria Bonet y algunas excepciones más.

Se dice que el Bar San Juan era el restaurante más antiguo de Ibiza que seguía en funcionamiento. Lo fundó un vecino de Sant Joan, en 1874, que quiso bautizarlo con el nombre de su pueblo, tal y como hacían los inmigrantes que abrían una carnicería, una lavandería o una tienda de zapatos, allende los mares, junto a algún mercado rioplatense o cerca del malecón habanero.

En aquellos primeros tiempos, el San Juan ejercía de fonda con dormitorios en las plantas superiores y comedor a ras de calle, donde los clientes desayunaban, almorzaban, cenaban, se inscribían en el libro de registro y recogían y entregaban las llaves de la habitación. En su inmensa mayoría, eran marineros de paso y campesinos de los pueblos, que se habían desplazado en carro a la ciudad para comerciar con su género en el Mercat Vell y se les había echado encima la noche.

A mediados de los años 40, la planta baja fue adquirida por Toni y María de Can Portell, familia procedente de Sant Llorenç, que también había regentado el Bar Costa de Santa Eulària. Eran los abuelos de Carlos Marí, miembro de la tercera generación de propietarios de esta familia, que se ha ocupado de regentar el establecimiento estas últimas décadas y de mantenerlo exactamente como fue creado, con las mismas sillas, idénticas mesas de mármol y ese aspecto de local de otra época que lo hacía único.

Ahora sólo cabe esperar que quien tome las riendas de este negocio en el futuro respete su historia, su estética y su leyenda. Parece mucho pedir, atendiendo a los trágicos precedentes registrados en la zona en el pasado reciente. Aunque de vez en cuando ocurre un milagro…

Si algo caracterizaba la comida que se servía en el bar San Juan era la calidad y que estaba hecha sin pretensiones. A ello, además del precio, había que sumar la abundancia, lo que provocaba que muchos de sus clientes se conformaran con un plato. Preparaban recetas típicas de la isla, como ensalada de crostes, frita de pulpo y arroz de matanzas, y todo tipo de raciones y platos para compartir, como croquetas, arroz integral con verduras, sepia a la plancha, tortilla de patatas… Sin embargo, el ingrediente más singular era su atmósfera, que hacía que todo aquel mínimamente sensible que se sentara a su mesa se sintiera un privilegiado.

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