Naturaleza
La ciencia busca pokemons marinos en Ibiza
El proyecto Biodibal de la UIB edita un primer monográfico sobre opistobranquios
Obviando la gran distancia que pueda haber entre las ranas y los moluscos marinos, si hay un grupo terrestre con el que puedan compararse las características más llamativas de los coloridos nudibranquios son las ranas flecha sudamericanas. Tanto las pequeñas ranitas que pueblan muchas selvas tropicales como las babosas marinas, mucho menos conocidas, muestran una gran variedad de colores y patrones, a menudo espectaculares —incluso raros en la naturaleza—, y ambas los obtienen de las toxinas que ingieren en su dieta habitual. Es decir, ranitas y nudibranquios se vuelven venenosos aprovechando los tóxicos de su alimento. Y sus fabulosos colores son la advertencia de su veneno. Es lo que se conoce como coloración aposemática. La comparación es el ejemplo que usa el biólogo Samuel Pinya para destacar las dos características más vistosas y sugerentes de los nudibranquios.
Los hay blancos con pintas de color amarillo casi fluorescente, otros son de color violeta o púrpura , hay uno azul celeste con lunares blancos y otro presenta rayas longitudinales azules, blancas y amarillas. Hay incluso uno blanco con manchas negras al que, por supuesto, se conoce como vaquita suiza. Y lo cierto es que, además de su colorido, todo su aspecto es extraordinariamente pintoresco. Suelen tener unas curiosas y a veces largas antenas de tono intenso que son rinóforos (órganos sensoriales) y muestran un penacho, como un plumero, que son las branquias. Otros tienen una serie de ceratas —como puntas— de distintos colores que también tiene funciones respiratorias. Pero los nudibranquios no van sólos, sino que en el mismo grupo, los opistobranquios, se encuentran las liebres de mar (Aplysiidae), algo más conocidas en las islas y de mayor tamaño que los nudibranquios (que pueden medir milímetros hasta los casi 20 excepcionales centímetros de Felimare picta, la babosa marina más grande del Mediterráneo). A las liebres marinas se las conoce en las Pitiusas como dimonis, nombre popular que ya prueba que no son unas desconocidas para la población.
Explicadas las cuatro cuestiones más destacadas de estos moluscos gasterópodos marinos, ahora los investigadores de Biodibal —un proyecto de la UIB (con el apoyo de Red Eléctrica) para la divulgación de la biodiversidad de Balears— se ha propuesto conocer mejor un grupo animal del que, en realidad, a pesar de su espectacularidad, aún queda mucho por saber. Al menos en las islas.
Biodibal acaba de publicar el volumen numero 1 de su colección de monografías, dedicado a los opistobranquios. Es el anuario 2023 de Opistobranchia de les Illes Balears, lo que significa que la intención es que se publique cada año con nueva información y nuevos datos para conocer todas las especies de las islas. Lo cierto es que el anuario de 2023 recoge datos de Mallorca, porque, según explica Samuel Pinya, investigador principal de Biodibal y editor del trabajo, todo comenzó cuando un grupo de buceadores de Pollença le mostró las fabulosas especies que estaban fotografiando. El biólogo pensó que toda aquella información no podía perderse, que debía documentarse de algún modo. Y de esta forma surgió el proyecto piloto que ha derivado en este primer anuario. El de 2024 ya recogerá observaciones de Ibiza, Formentera y Menorca, con toda la información que ya se está recogiendo con nuevos colaboradores de la iniciativa en estas islas.
En la introducción del anuario puede leerse: «El medio marino presenta desafios únicos para el estudio de la biodiversidad, dadas las dificultades de acceso y los conocimientos técnicos que requiere. Pero existen oportunidades singulares de la mano de la creciente comunidad de buceadores».
Limitaciones
En este sentido, Samuel Pinya explicaba en el Nautilus, el programa de ciencia y medio ambiente de IB3 ràdio, que «la ciencia tiene sus limitaciones en cuanto a capacidad de prospección. Y toda esta gente que bucea regularmente representa ojos que están funcionando. Si se acostumbran a ir documentando esta información, al final se incrementa la probabilidad de detección de nuevas poblaciones; toda esta información, en definitiva, permite conocer mejor este grupo de animales marinos y, a partir de ahí, se podrían tomar en un futuro medidas de gestión. Quizás, por ejemplo, se detecta la regresión de una población o se cita una nueva especie que resulta que no es propia de aquí, que ha llegado de otra zona».
En el anuario de 2023, hay citadas 56 especies, pero la cifra ya se ha quedado corta si se le suman las observaciones que se han ido recogiendo a lo largo de 2024. Respecto a la cantidad de especies que puede haber en el mar balear, Samuel Pinya ofrece una cifra «entre 130 y 150 especies».
El catálogo crece rápido, pero tan importante como llegar a conocer el número de taxones que pueden verse en las islas lo es conocer detalles como la distribución, la profundidad a la que pueden hallarse, cuáles son las especies más abundantes, detalles sobre su ecología y sus interacciones en el ecosistema o las mayores amenazas que puedan sufrir. Por ello —para obtener, sobre todo, un mapa más amplio de su presencia— Biodibal está reclutando observadores, personas que buceen o que incluso haciendo esnorquel fotografíen nudibranquios y liebres de mar y quieran aportar los datos al proyecto para contribuir al conocimiento de la biodiversidad de las islas, de todo el archipiélago balear.
Con la fotografía, hay que aportar datos sobre la zona en la que se realizó, el día, la profundidad y, a ser posible, la temperatura que registrara el ordenador de buceo. La información puede enviarse al correo de Biodibal (info.biodibal@fueib.org) o por WhatsApp al 682 499963. El proyecto también tiene acceso a plataformas de ciencia ciudada como la internacional GBIF (Sistema Global de Información sobre Biodiversidad por sus siglas en inglés). Y es interesante saber que Biodibal cuenta con su propia plataforma de biodiversidad balear, donde pueden aportarse las observaciones no sólo de nudibranquios sino de cualquier otra especie de flora o fauna de las islas. En cualquiera de estas opciones, la información sobre los opistobranquios llegará a los investigadores de la UIB y podrá contribuir a desvelar algunos de los secretos de estos fabulosos organismos marinos que podrían haber sido diseñados por los ilustradores de la franquicia Pokémon.
La contribución ibicenca
El catálogo de especies de opistobranquios de Ibiza se está nutriendo en buena medida del trabajo de un buceador en especial, Joan Pereyra, que, además, cuenta con la colaboración de su hijo Lluís. Ambos han conseguido ya este año descubrir e identificar una quincena de especies nuevas, que no habían sido citadas en la isla. Hace unos días, por ejemplo, fotografiaron en Cala Salada dos individuos de liebre de mar Bursatella leachii, una especie que no es propia del Mediterráneo y que en la actualidad se debate si colonizó sus aguas a través del Canal de Suez o a partir de poblaciones atlánticas. En las imágenes se observan los dos ejemplares hallados, amarillo y gris.
Joan Pereyra está muy satisfecho de que todo el trabajo que llevan a cabo pueda resultar ahora de utilidad a los investigadores de Biodibal y sirva para conocer mejor a estos fascinantes animales. Afirma que su hijo y él han conseguido ya superar las 130 especies fotografiadas, y toda esta información pasa ahora a la UIB para procesarla y documentarla, y contribuirá a completar el anuario de 2024. Joan Pereyra amplía la cifra de opistobranquios que podría haber en Balears y apunta a 180 especies.
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