Dominical
Coses Nostres: Las pardelas y las estrellas artificiales
Los juveniles de pardela cenicienta realizan en octubre y noviembre sus primeros vuelos y a menudo caen desorientados por la contaminación lumínica y necesitan ser rescatados.
Ha llegado el momento en el que los juveniles de pardela cenicienta abandonan, de noche, sus nidos en las colonias dels illots de Ponent, illa Llarga, illa Murada o s’Espardell para realizar los primeros vuelos de su vida. Y no es fácil ser pardela en un mundo transformado por el ser humano, acompañado siempre de ruido y luces. El primer peligro al que estas jóvenes aves marinas deben enfrentarse es, efectivamente, una isla iluminada que cada día parece más el Strip de Las Vegas y menos un espacio que compartir con el resto de los habitantes de los ecosistemas. Y ante tamaña demostración de derroche energético, las inexpertas pardelas se ven atraídas por la luz artificial, no encuentran su rumbo en la noche, se asustan, se desorientan y aterrizan en el suelo, donde suelen quedar acurrucadas, observando a su alrededor sin entender qué está pasando ni a dónde deben dirigirse. Pueden estrellarse bajo una de las farolas que cada noche alumbran la playa de Cala Vedella como si el alcalde temiera que alguien robara la arena, en el paseo de Santa Eulària, en ses Figueretes, cegadas por focos de restaurantes que parecen aeropuertos, de polideportivos donde podrían rodar Encuentros en la tercera fase o pueden aterrizar en mitad de una carretera. Caen y quedan a merced de los depredadores, expuestas a que las cace algún gato o las atropelle un vehículo. Cada año decenas de pardelas cenicientas inician así sus primeros vuelos, su migración hacia el sur; se han llegado a recoger diez ejemplares en un sólo día (en la jornada en la que se fotografió la de la imagen, se recogieron tres).
La contaminación lumínica no sólo afecta a estas aves marinas, sino que también se recogen pollos de virot (Puffinus mauretanicus) y de paíño (Hydrobates pelagicus) en las épocas en que sus juveniles salen de las colonias por primera vez (justo antes que las pardelas cenicientas en el caso de los paíños y en pleno verano los virots). Sin embargo, año tras año, los juveniles de pardela cenicienta (Calonectris diomedea) parecen los más sensibles a las luces
En algunas zonas de Canarias, donde se produce una situación similar con la pardela cenicienta atlántica, algunas instituciones apagan luces del alumbrado público y solicitan a los ciudadanos que tengan en cuenta este periodo clave para la especie y reduzcan la iluminación privada. No se hace lo mismo en las Pitiüses. Este año, además, desde la consejería de Medio Ambiente del cabildo de Gran Canaria han advertido que los primeros días de noviembre habrá luna nueva, momento en el que suelen darse más casos de aves desorientadas. Lo cierto es que, en la actualidad, los expertos aún debaten por qué la luz artificial afecta tanto a estos juveniles de aves marinas, pero una de las hipótesis sugiere que seguirían luces naturales como la de la luna y las estrellas, y el brillo reflejado en la superficie del agua, para encontrar su rumbo en mar abierto, y la iluminación excesiva que existe justo al abandonar sus colonias eclipsa sus puntos de referencia.
En el caso de encontrar una pardela en apuros, hay que llamar al 112 para que envíen a los agentes de medio ambiente a recogerla. Atraparlas con una toalla o una camiseta suele resultar sencillo y hay que introducirlass en una caja de cartón en la que no puedan hacerse daño. Estas pardelas sólo están desorientadas, por lo que, tras pasar por el veterinario, no tardan en ser liberadas en algún lugar adecuado para continuar su viaje.
Especie en peligro de extinción
En el Libro rojo de las aves de España, donde está catalogada como especie en peligro, se destaca el «preocupante declive poblacional» de la pardela cenicienta mediterránea y se apunta, como factor determinante, la elevada mortalidad por captura accidental en palangres pesqueros. Se conocen ya métodos para reducir estas capturas —calado de fondo, vedas cerca de las colonias, líneas espantapájaros y cambios en el cebo— pero no llegan a aplicarse.
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