El zarapito trinador (Numenius phaeopus) está considerado una especie migradora escasa en Balears, y una invernante rara. Pero todos los años, entre el fin del verano y el inicio del otoño, algunos ejemplares de estas aves de pico curvo se dejan ver en las islas mediterráneas, de paso desde sus zonas de nidificación en el Ártico hasta sus áreas de invernada en el sur. Es probable que unos pocos se queden a pasar el invierno y puedan observarse hasta que llegue la primavera y emprendan su regreso hacia el norte. Y es posible encontrarlos cazando cangrejos en alguna playa de Ibiza o Formentera, porque una de las particularidades del zarapito es que, a pesar de tratarse de un ave limícola, no depende de los estanques de ses Salines, de los humedales, y puede elegir cualquier punto del litoral, una peculiaridad que comparte con la gallineta d’aigua (andarríos chico; Actitis hypoleucos).
Quizás sea, sin embargo, su largo pico arqueado la particularidad más destacable del zarapito trinador. Y es también el origen del hermoso y metafórico nombre científico de su género; Numenius –según se explica en el Diccionari Etimològic dels Noms Científics dels Ocells, de Enric Ortega i Gonzàlez– es un vocablo compuesto por las palabras griegas néos (nuevo) y men (luna), que derivan en noumenía (novilunio o luna nueva). Es decir, a alguien, en algún momento de la historia, ese original pico largo y curvo le recordó a la fina línea de luz plateada que se dibuja en el cielo cuando la Luna, situada exactamente entre la Tierra y el Sol, se empieza a ver de nuevo en el cielo para iniciar un nuevo ciclo.
El nombre de la especie es menos poético y más descriptivo, porque phaeopus procede de los términos griegos phaiós (gris) y poús (pies).
En cuanto a sus denominaciones en castellano y en catalán (pòlit cantaire o preferentemente curlera cantaire en las islas) aluden a otra singularidad destacable de la especie, y es que el zarapito trinador posee un canto aflautado con una serie de silbidos que los expertos reconocen enseguida. El canto del zarapito suele escucharse al atardecer.
HOPE CONTRA EL HURACÁN
En el año 2009, investigadores del Centro de Biología de la Conservación de Williamsburg (Virginia) anillaron e instalaron un transmisor vía satélite a una hembra de zarapito trinador, a la que bautizaron como Hope. Así conocieron mejor los impresionantes vuelos migratorios de esta especie y verificaron que era capaz de volar en las tormentas e incluso servirse de ellas para aumentar su velocidad. Hope contribuyó a que se protegiera su zona habitual de invernada, en el lago de Great Pond, en las Islas Vírgenes Británicas.
En la página All about birds de la Universidad de Cornell cuentan la historia de una hembra de zarapito trinador que, en 2009, fue marcada con un transmisor satelital en la costa de Virginia por investigadores del Centro de Biología de la Conservación de Williamsburg. En los siguientes años se controlaron sus viajes migratorios y se registró un vuelo sin escalas de 5.700 kilómetros sobre el Atlántico. Los viajes de Hope pudieron seguirse a través de una página web, fue protagonista de un libro para niños y se convirtió en embajadora de las aves limícolas y migradoras, símbolo de conservación que dio a conocer a muchas personas las vicisitudes a las que las aves se enfrentan durante sus migraciones. Los investigadores constataron como el ave mantenía el vuelo durante tempestades y huracanes, como volaba hacia la tormenta a 14 kilómetros por hora, atravesaba el centro de un huracán y salía, impulsada por el viento, para volar a una velocidad de 150 kilómetros por hora. Los zarapitos se han destacado tanto por ser viajeros de largo recorrido como por su fortaleza y su velocidad de vuelo.
Numenius phaeopus es una limícola grande, de unos 40 o 45 centímetros de longitud, algo más de 80 de envergadura máxima y sólo su pico ya mide casi diez centímetros. Puede pesar entre 350 y 400 gramos. Sin embargo, entre las limícolas que pueden verse en las islas en migración aún hay otra más grande y es otro zarapito, el zarapito real (Numenius arquata), cuya hembra puede pesar más de un kilo; esta segunda especie, sin embargo, es muy rara en Ibiza y Formentera.