Imaginario de Ibiza | La playa de ses Variades, un escueto oasis en mitad del roquedal

Entre ses Coves Blanques y Caló des Moro, al abrigo de dos cabos

con forma de pinza de crustáceo, se halla la única orilla de arena

de la costa crepuscular de Sant Antoni

La cala de arena se abre paso entre el roquedal.

La cala de arena se abre paso entre el roquedal. / X.P.

Xescu Prats

Xescu Prats

Callamos. Las olas muriendo en la arena con la naturalidad de quienes no han hecho otra cosa en su vida. (Antonio Mingote)

Algunas de las orillas más asombrosas de Ibiza son aquellas que aguardan, como inesperados oasis, en los tramos más abruptos del litoral, entre acantilados inexpugnables de piedra viva que ejercen como murallas. En es Amunts es donde encontramos los más contundentes ejemplos, como es Portitxol, ses Balandres, Cala d’Albarca, Cala Salada…

A lo largo de toda la bahía de Portmany, sin embargo, descubrimos el fenómeno inverso, con una extensa media luna de roquedal bajo, casi a ras de mar, que, salvo en la playa de s’Arenal, se alterna con escuetas orillas de arena. La más diminuta de todas ellas pasa generalmente desapercibida y aguarda a mitad del paseo de poniente, constreñida por las puntas des Gànguil y de ses Variades. Al pie de la panza de un leve acantilado cóncavo, una orilla arenosa de diez o quince metros, donde en verano siempre suele haber un par de avispados bañistas. Aquí gozan de su particular paraíso, a salvo de las multitudes cercanas.

Gracias a la orientación de esta costa, gozan de sol y sombra, la inmensidad de la bahía y sa Conillera en el horizonte. El agua, cristalina y esmeralda, cubre un lecho de arena y rocas, que apenas hay que atravesar porque enseguida cubre y, como el mar ya casi es abierto, siempre suele presentar las mejores condiciones.

Entre ses Coves Blanques y Caló des Moro, al abrigo de dos cabos con forma de pinza de crustáceo, se halla la única orilla de arena de la costa crepuscular de Sant Antoni

La orilla, vista desde arriba, recuerda a las pinzas de un bogavante, con una punta estrecha y afilada, en este caso la de ses Variades, y otra más gruesa y redondeada, equivalente a la des Gànguil. El muro inclinado que ejerce de escalón natural y salvaguarda del recodo no solo proporciona una impagable umbría, sino que también esconde la inhóspita arquitectura que caracteriza y ensombrece la primera línea costera de esta parte de Sant Antoni. Justo a las espaldas se ubica el edificio Ali-Bey, uno de los más antiguos y desproporcionados de la zona, con siete plantas, que inexplicablemente se adentra en el descampado que actualmente ejerce como área de aparcamiento, delimitado por las calles Cervantes y Vara de Rey. Es el único edificio situado en el lado norte de este páramo desolado, que algún día debería ser adquirido por el Consistorio y reconvertido en la principal zona verde de una población que carece por completo de ellas.

Una orilla de difícil acceso

La zona de ses Variades abarca desde ses Coves Blanques, al pie del faro del mismo nombre, hasta Caló des Moro. La pequeña playa anexa a la Punta des Gànguil está situada justo a mitad de recorrido, trescientos metros después de los bares de la puesta de sol, hacia el norte. Una de las razones por las que casi siempre se encuentra solitaria o con tan solo un par de bañistas es el acceso. No hay ninguna escalera que conduzca hasta su orilla y se requiere trepar por los escollos para alcanzarla.

Xescu Prats es cofundador de www.ibiza5sentidos.es, portal que recopila los rincones de la isla más auténticos, vinculados al pasado y la tradición de Ibiza

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