Cuando Ibiza era otra fiesta: Llanos Lozano, la profesora que dejaba huella

Desde 1965 hasta 1991, la catedrática de filosofía, articulista

y poeta madrileña y manchega, impartió clases en el Instituto

Santa Maria de Ibiza

Entrega de la medalla Ramón Llull en Palma

Entrega de la medalla Ramón Llull en Palma / DI

Julio Herranz

Julio Herranz

Catedrática de Filosofía en el Instituto Santa Maria de Vila, desde 1965 hasta 1991, las muchas generaciones de estudiantes que pasaron por su aula recuerdan con cariño y agradecimiento a esta carismática docente, quien, desde su humanismo ilustrado, supo acercar a los jóvenes una asignatura más bien árida y compleja. Además, su presencia en la isla también destacó por su labor literaria, como articulista en este diario y como poeta, por su compromiso social y por su paso (una sola legislatura, 1983-87)) como concejala del Ayuntamiento de Ibiza desde las filas del partido socialista. Murió en 2015, y su entierro en la iglesia de Santa Cruz congregó a gran cantidad de amigos que despidieron la salida de su ataúd con un gran aplauso.

“De momento, pongámonos de acuerdo./ Soy Palas Atenea, y no soporto/ el modo subjuntivo”. Con estos elocuentes versos abría su poema ‘Retrato’, que me regaló como gesto de amistad tras una de las dos giras por centros docentes, y otros públicos, en compañía de Antonio Colinas, para dar a conocer en la década de los 80 a Antonio Machado y San Juan de la Cruz con ocasión de efemérides redondas de los dos grandes poetas, tan queridos y admirados por los tres amigos residentes en la isla. Para entonces, ya nos conocíamos bastante bien, a pesar de que uno no fue alumno suyo oficialmente, aunque sí por libre. Y es que desde hacía tiempo varios amigos me hablaban de ella, de su carisma y de su particular entrega entusiasta a la filosofía y la vida. Por lo que decidí hacerle una entrevista en uno de mis programas de Radio Diario. Una charla abierta a diversos campos de nuestro mutuo interés que nos dio la pauta de la que sería una gran amistad que duró hasta su muerte: “Ando siempre riñéndome por dentro porque nada me gusta/ de aquello que sospecho que es lo mío./ A veces, sin embargo, me compensa amar la vida,/ y creo que es milagro cuanto ocurre./ Pero no estoy segura. Habito a la intemperie./ Presiento sin quererlo/ otro mundo de seres desterrados gritándome a lo lejos./ Sólo el silencio, una paz mentida,/ me serena las sienes dulcemente”. Últimos versos del poema, que Llanos Lozano leyó públicamente en alguno de los recitales de poesía y música que un grupo de amigos dábamos en el claustro del Ayuntamiento de Vila para celebrar la luna llena de junio y el comienzo del verano.

Funeral de María de los Llanos Lozano en la iglesia de Santa Cruz.  | JUAN A. RIERA

Presentación de uno de sus libros en la Sala Sa Nostra / JUAN A. RIERA

Algunos datos biográficos de nuestra protagonista de esta semana, que tomo de la edición digital de la Enciclopèdia d’Eivissa i Formentera, muy útil para enterarse de la vida y milagros de los nativos y residente de esta isla mediterránea : “María de los Llanos Lozano Guevara nació en 1926 en Madrid, aunque bien pequeña la llevaron a Albacete, donde estudió el bachiller. En la Universidad de Murcia cursó Filosofía y Letras, sección de Filosofía pura; licenciándose en 1949 con el Premio Extraordinario de la carrera. Se casó en 1952 en Albacete; pasó un año en California; y al volver, el matrimonio se instaló en Madrid. En 1965, cuando ya tenía siete hijos, llegó a la isla para tomar posesión de la cátedra que había ganado, que ocupó hasta su jubilación en 1991, excepto los dos años en que fue directora del Instituto sa Blanca Dona. También impartió clases para personas mayores en la Universitat Oberta”.

Su entrada en la Enciclopèdia también destaca el impacto que sus clases causaron en los chicos y chicas que pasaron por su aula: “Su labor docente fue muy importante, ya que todos sus alumnos disfrutaron de su excepcional forma de explicar y hacer comprender la filosofía, con todo lo que ello comporta. Sus ‘Apuntes de filosofía’, editados en 1994, todavía son una herramienta que utilizan muchos estudiantes de bachillerato. Aunque la filosofía que imperaba en la universidad cuando ella estudió fuera la tomista (de Santo Tomás de Aquino), Llanos Lozano se identificó sobre todo con la griega; especialmente con Epicuro”. Y tanto: epicúrea ella hasta la médula, me contagió su afición por el filósofo del hedonismo con mesura y cierto estoicismo, dejándome varios libros y ampliándome su conocimiento en las frecuentes charlas que, solo o con otros amigos, celebrábamos en su domicilio. Charlas que también abarcaban otros intereses de la ‘vieja profesora’, como el cine, del que era gran aficionada, la literatura, la política o lo que se terciase. Como la gastronomía, sin ir más lejos, pues era una notable cocinera, tal comprobé en muchas ocasiones.

Con Joan Serra en una presentación de uno de sus libros en Can Ventosa en 1999.  | D.I.

Con Joan Serra en una presentación de uno de sus libros en Can Ventosa en 1999. | D.I. / julio herranz

Concejala del PSOE en Ibiza

Más datos sobre Llanos Lozano del registro enciclopédico: “Su implicación en la sociedad isleña la llevó a la política. Fue concejala del Ajuntament d’Eivissa por el PSOE entre 1983 y 1987”. Solamente una legislatura, como dije antes. Y tuvo bastante, como me decía a menudo. Porque, aseguraba, el trabajo de concejal, combinado con el docente, las labores domésticas y sus otras aficiones, le resultaba agotador. Así que a partir de entonces prefirió participar en la vida social de la isla a través de la palabra escrita, que se correspondía con su estilo oral de comunicar su tarea académica, digamos: “Fue colaboradora habitual del Diario de Ibiza. En 1984 publicó, con el título de ‘Lutos y sombras’ una recopilación de sus artículos, que continuó a partir de entonces con la serie ‘Desde mis ojos’, I, II y III (1997, 1999 y 2002). En 1995 publicó su libro de poemas ‘Y de bruces la noche’, al que siguió ‘Algarabía’ (1996)”. Precisamente, en este último poemario, incluyo un emotivo poema, también titulado ‘Retrato’, que me dedicó: “A mi amigo Julio Herranz, siempre triste por Pascua”. La navideña, festividad que no goza precisamente de mi afecto, como quedó patente por aquellos años entre mis amigos y allegados. Hasta con una campaña lírica de protesta en el periódico en el que uno trabajaba, por los excesos comerciales y el empalago social del evento. Qué cosas ha llegado a hacer uno, dioses. Más que nada para provocar y entretenernos un rato, como bien me decía Llanos, a quien le divertía el inocente juego.

En cuanto al poema apuntado, leído ahora me produce una sensación más bien extraña; entre nostálgica y de cierta penita hacia aquel yo tan lastimoso. Lo digo, por el tono de compasión hacia el amigo que destilan los versos. Por ejemplo: “Enfermo de desamor,/ malherido quizá por la agonía/ de una esperanza inútil. Desarmado/ a causa de la ausencia, de la melancolía.”

Buff, pues sí que le daba la vara a la querida Llanos con mis cavilaciones amorosas. Y es que, desde luego, la amiga profesora era el mejor hombro que uno podía hallar para encontrar comprensión y apoyo en el terrenos sentimental; y en cualquier otro. Como bien podrían atestiguar tantos, y tantas, de sus amigos/gas. Por su empatía y su solidaridad con el/la sufriente. Así, estos otros versos del mismo poema: “Demasiado humano para luchar entre los hombres./ Demasiado sutil para el atroz desgaste/ que supone vivir tan indefenso./ Guárdate del amor, Ángel caído/ porque estás derrotado de antemano/ por ingrávidas armas,/ en invisibles y solitarias lides”. Ay, ay, ay. En fin, gracias una vez más, querida, por tan hermoso, triste y emotivo poema.

Últimos datos de la Enciclopèdia sobre Llanos Lozano: “En agosto de 2000 el Ajuntament d’Ibiza le concedió la Medalla de Oro de la ciudad; y en 2008 el Govern de les Illes Balears le concedió el Premi Ramon Llull”. Dos reconocimientos por los que se sentía realmente satisfecha, presumiendo con la ironía que le caracterizaba de que por ambos galardones gozaba de un tratamiento de ‘excelencia’. Un pretexto más para echarse unas risas con los amigos, que era una de sus aficiones. A pesar de que en el terreno familiar la vida le castigó con varias desgracias que amenazaron seriamente su sólido edificio vital e intelectual, tan bien amueblado. Golpes que, mejor, no recuerdo en esta evocación de la añorada amiga. Prefiero terminar con unos versos más del poema que recordaba al principio de estas páginas: “Se me ocurre/ que vivo hace mil años,/ y a menudo me siento cansadísima”. “Porque también soy experta en madrugadas”.

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