Imaginario de Ibiza: Los dos islotes de la playa verde

Cala Martina destaca por los campos que envuelven su orilla y los escollos que protagonizan su horizonte. Todos ellos están cubiertos por un manto vegetal que exhibe una viveza y frondosidad hipnóticas

Playa de Cala Martina.

Playa de Cala Martina. / X.P.

Xescu Prats

Xescu Prats

Vos y yo y la tierra celebraremos juntos el verdor de los cuerpos, el sexo de las flores, el polen de la risa y todas las estrellas que vienen confundidas en la gota de lluvia. (Gioconda Belli)

Si hubiese que catalogar las orillas de Ibiza por colores, el ceniza habría que adjudicárselo a Cala Boix por su arena oscura, es Bol Nou representaría el almagre por los acantilados encendidos que la envuelven, Platges de Comte reinaría en la gama de los turquesas por el increíble despliegue que concentra su ribera y así sucesivamente.

El verde más vegetal e intenso, tanto como el del helecho, no encontraría mejor candidato que Cala Martina, a las afueras de Santa Eulària. Los argumentos, más que en su orilla atigrada, de fondo lechoso salpicado de cúmulos de posidonia muerta aquí y allá, los hallaríamos en la retaguardia y en el horizonte. Con la única salvedad del verano, cuando el calor resulta tan intenso que deshidrata y ahoga la hierba, la llanura roturada que precede la rada siempre exhibe un pasto tan vivo y eléctrico, al pie de las higueras y en contraste con el bermellón de la tierra, que ya establece una singularidad inequívoca. Circular por la carretera entre este tapete insólito, con el mar al fondo, altera el carácter del transeúnte y siempre para bien.

Un verde igual de extraordinario como el que exhiben estos campos aguarda más allá de la orilla, en el horizonte, al cubrir los dos islotes de Santa Eulària (s’Illa Llarga y s’Illa Redona), con una espesura sin parangón en los alrededores ni en otros islotes pitiusos, muy especialmente en la más grande y alargada. Aunque ambos escollos son mucho más pequeños que Tagomago, es Vedrà, sa Conillera, s’Espartar y otras islas, su radiante glauco no tiene competencia.

Desde la orilla del rincón conocido como Caló des Gat, en Punta Arabí, los islotes aún se avistan más cercanos y se percibe la superficie inclinada del mayor, que alcanza una altura de treinta metros. Con el buen tiempo, frente a las cuatro casetas varadero que se alinean en la orilla este de Cala Martina, de vez en cuando se aposta algún llaüt cuyo blanco níveo contrasta brillantemente con el verdor de s’Illa Larga. Antaño, los pescadores acudían a sus inmediaciones a probar suerte y aún hoy hay quien lo sigue intentando.

Caracolillos

Los islotes de Santa Eulària no se avistan solo desde este minúsculo fragmento de costa, sino en buena parte del litoral que se extiende entre la urbanización Siesta, en la ciudad, y la Punta d’en Valls, frente a Tagomago. Son parte fundamental del paisaje marino de este municipio, dotado de menos voluptuosidades pétreas que las que pueden hallarse, por ejemplo, en la costa de poniente, ya dentro del territorio de es Amunts.

Dicen los biólogos que s’Illa Llarga y s’Illa Redona no solo proporcionan refugio a lagartijas y aves marinas protegidas, sino también a ciertos caracolillos endémicos y especies vegetales amenazadas. Componen, en definitiva, un valioso capítulo de la riqueza biológica pitiusa y la guinda al paisaje que envuelve Santa Eulària.

Cuando el tamaño engaña

Los islotes de Santa Eulària, cuando se contemplan desde la distancia, parecen mucho más modestos de lo que realmente son. S’Illa Larga, por ejemplo, dista de la costa ibicenca algo más de 400 metros y, aun así, resulta difícil imaginar que abarca una superficie de casi 50.000 metros cuadrados, más que muchas fincas agrícolas de la isla. S’Illa Redona, por su parte, es algo más baja y mucho más pequeña, con 8.000 metros cuadrados. En la zona hay otros islotes, como en Caragoler, frente a la propia Cala Martina, o sa Galera y s’Illa des Canar, frente a la playa del mismo nombre. 

Xescu Prats es cofundador de www.ibiza5sentidos.es, portal que recopila los rincones de la isla más auténticos, vinculados al pasado y la tradición de Ibiza