Imaginario de Ibiza: El ángel de piedra que sobrevolaba Dalt Vila

En los siglos XVI y XVII una escultura coronaba el pináculo del campanario de la Catedral, elevando la altura del monumento. Un aficionado a la historia y al patrimonio propone recuperar la estructura original de la torre, instalando una nueva talla en la cúspide de la ciudad

Dalt Vila antes después (hace cinco) de las obras de ampliación del Parador de Turismo.

Dalt Vila antes después (hace cinco) de las obras de ampliación del Parador de Turismo. / Xescu Prats

Xescu Prats

Xescu Prats

"Solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible para los ojos". (Antoine De Saint-Exupéry)

Puestos a imaginar Ibiza, fantaseemos con un ángel alado sobrevolando la ciudad áulica. Aunque podría parecer un sueño, fue tan real y tangible como los sillares que sostienen las viejas murallas renacentistas. Este relato verídico surge, como las buenas historias, de una carta. La depositó a mi atención, acompañada de un número de teléfono fijo, Juan Juan, un jubilado de noventa años, que se ha pasado media vida escudriñando la torre de la Catedral de Santa María, sintiendo que le faltaba algo.

«Cómo ocurrió con las murallas, en las que se quedaron cosas sin terminar, me fijaba en la torre y pensaba que le podía haber pasado lo mismo», dejó escrito en la misiva. «O le faltaba el florón que culmina el pináculo, o le faltaba una estatua». La solución le llegó años después de andar rumiando el asunto, por pura casualidad, mientras consultaba un tomo de la Historia de Ibiza de Isidor Macabich, buscando algo que nada tenía que ver con esta cuestión.

En aquel volumen el clérigo manifestaba que, en el siglo XVI, en lo alto del pináculo ahora amputado de la torre de la Catedral, existía un ángel, que fue sustituido por otro en el XVII. El primero fue bendecido el 12 de febrero de 1563, en plena construcción de las murallas renacentistas, que se habían iniciado ocho años antes, y coronaba el cimborrio del campanario. Lo esculpió Antonio Saura, picapedrero mallorquín, siendo instalado tres días después de su consagración. Macabich, apostilla Juan en su carta, también dejó escrito que el segundo ángel se instaló en 1644, tras ser bendecido por el capellán Pere Planells y nombrado como Ángel Gabriel.

Recreación de la escultura que coronaba el campanario. j.j. | X.P.

Recreación de la escultura que coronaba el campanario. / xescu prats

Juan Juan compartió su descubrimiento hace más de una década en la revista ‘Es Major i Sa Majora’, editada por la Federación Pitiusa de Asociaciones de Mayores, y en alguna otra publicación, pero explica que pasó desapercibido. Una década después sigue preguntándose por qué la torre de Santa María se quedó sin su ángel custodio, algo que Don Isidor no descifra en sus escritos. El eclesiástico, historiador y musicólogo Francesc Xavier Torres Peters, sin embargo, apunta que ambos ángeles se arruinaron, además de por la erosión intrínseca al paso del tiempo, por golpes de rayo.

Una utopía

A juicio de Juan, que incluso ha hecho un boceto de cómo quedaría la talla en lo alto del campanario, habría que restituir al Ángel Gabriel, aunque es consciente de que tal empeño constituye una utopía y más con la crisis económica que arrastra el país. «Desde la muerte del canónigo Don Vicente Bonet, que vendió un trozo de finca y financió la recuperación de los ventanales góticos del ábside, que estaban tapados, no se han hecho más intervenciones en la parte gótica de la Catedral», explica.

Dalt Vila antes (hace 20 años) y después (hace cinco) de las obras de ampliación del Parador de Turismo.

Dalt Vila hace 20 años. / Xescu Prats

La propuesta de Juan, más allá de la economía y las dificultades técnicas, generaría, sin duda, una acalorada discusión en la sociedad ibicenca, acostumbrada ya al perfil actual de la Catedral y la cúspide de la ciudad amurallada. En todo caso, si finalmente se llevara el proyecto adelante, ¿sería preferible incorporar una talla de estilo gótico o, por el contrario, esculpir un ángel contemporáneo que dejase meridianamente claro que se trata de un apéndice de nueva construcción? El debate resultaría interminable e irresoluble, como sucedió, por ejemplo, con la escalera del Castillo, proyectada en los noventa por los arquitectos Elías Torres y José Antonio Martínez Lapeña.

La propuesta generaría una acalorada discusión en la sociedad

A Juan, en todo caso, le parece que instalar el nuevo ángel compensaría de alguna manera el efecto que ha tenido incrementar la altura de determinados tramos del Castillo para que pueda albergar más habitaciones del futuro Parador de Turismo. Explica que, dado que hay muchas personas que critican que ahora «la Catedral ha quedado achatada, esta podría ser una solución».

La torre del Homenaje ejerce de cúspide del Castillo, y, como siempre, rivaliza en altura con el pináculo recortado del campanario de la Catedral. Sin embargo, el ala oeste del Castillo se ha incrementado una planta más, aportando la sensación de que ahora el edificio es mucho más voluminoso que antaño y, de alguna forma, se come a la Catedral. Sobre todo, cuando todo el conjunto se contempla desde el mar, al pie de los acantilados que sostienen la Plaça d’Espanya y los baluartes de Sant Bernat y Sant Jordi.

La carta de Juan termina con unas letras del poeta Villagómez: «Perdoneu la paraula i el bolígraf tossut en un servei inútil». Muy al contrario, cabe agradecerle la lección de historia y su propuesta de retornar el ángel alado a la cima de la ciudad. El debate está servido.

Un enamorado del patrimonio

Si se le pregunta por su condición de historiador o investigador, dado su interés por el patrimonio, a Juan Juan le entra la risa. Dice que nació en 1933 y que su padre falleció en 1944, así que fue al colegio muy pocos años. Añade que escribe con dificultades y que siempre le entran dudas con las palabras que pueden llevar «h». Sus oficios fueron muchos, pues se define como «trabajador de todo y maestro de nada, aunque el tiempo más largo lo pasé como conserje de la Caja de Pensiones, cuando aún estaba al principio de Vara de Rey, al lado de Ca n’Abel». 

El patrimonio, sin embargo, es su pasión y, como tal, lo defiende a ultranza, criticando por escrito y de viva voz aquellas intervenciones que no se acometen o que, una vez se llevan adelante, estropean lo existente. No le gusta como ha quedado Vara de Rey, ni cómo se han rehabilitado los parapetos de la muralla o que siga habiendo marañas de cables por todo Dalt Vila. Él mismo, hace algunos años, remitió una carta con fotografías al comité español del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), asociado a la UNESCO, que provocó una seria reprimenda de esta institución a las autoridades locales por como manejaban ciertos detalles del recinto monumental. «El patrimonio ni se cuida suficientemente ni se respeta», concluye. 

Xescu Prats es cofundador de www.ibiza5sentidos.es, portal que recopila los rincones de la isla más auténticos, vinculados al pasado y la tradición de Ibiza

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