Cuando Ibiza era otra fiesta

Eduard Micus ancló su arte a Ibiza

El reconocido pintor alemán, residente en Ibiza desde 1966 hasta su muerte en 2000 a los 75 años, construyó en su domicilio cercano a Jesús el Espacio Micus para la promoción del arte

Presentación en el MACE de la exposición antológico de Micus en el año 2000.

Presentación en el MACE de la exposición antológico de Micus en el año 2000. / J.A.RIERA

Julio Herranz

Julio Herranz

Cuando el reconocido pintor alemán conoció Ibiza en 1966 tuvo como una revelación: supo que había encontrado el sitio que andaba buscando. Al año siguiente se compró una casa por el camino viejo de Can Furnet, desde el que se divisa un panorama espléndido con Vila al fondo, en el que construyó un hermoso edificio, el Espacio Micus, cuya intención inicial fue que acogiese su Fundación para apoyar y promover el arte joven local. Fallecido en 2000 a la edad de 75 años, sus cenizas, junto a las de su esposa, Ingrid, reposan en el jardín del que fuera su domicilio y taller, al lado de este Espacio, en el que su hija Katja, gestora de su legado, presenta varias exposiciones al año de artistas locales o extranjeros; punto de encuentro de amigos y seguidores del arte.

Presentación en el MACE de la exposición antológico de Micus en el año 2000.  | JUAN A. RIERA

Eduard Micus con su amiga Yutta en su espacio de Jesús. | JUAN A. RIERA / julio herranz

Mi relación personal con Micus fue realmente amistosa desde que nos conocimos. Teníamos una conexión personal como de viejos cómplices vitales que (con ironía) él atribuía a que algún ancestro suyo tuvo sangre andaluza. Relación que quedó reflejada en el espléndido libro que hicimos al alimón en 1993, ‘Conventus in Mare Nostro’ (‘Encuentro mediterráneo’), con dibujos suyos y poemas míos en tres idiomas: el castellano original y las traducciones al catalán (por Pep Marí) y al alemán (de Graciela Fernández y Birgit Wolter). Un estupendo proyecto editorial realizado en Alemania y apoyado por instituciones ibicencas públicas y privadas: «En Ibiza he aprendido lo importante que son las cosas que parecen pequeñas para comprender el sentido último de la existencia. Por ejemplo, en esta frase que le escuché una vez a un payés: ‘El agua es lo más verde que hay’. Me pareció toda una lección de sabiduría natural», aseguró en el Retrato de Papel que le hice en abril de 1993. Una animada y pedagógica charla, como las que teníamos a menudo en su taller, tanto durante los trabajos de preparación del libro como con cualquier pretexto que me hiciera subir a su relajante y hermoso paraíso ibicenco.

Eduard Micus con su amiga Yutta en su espacio de Jesús.  | JUAN A. RIERA

Eduard Micus con su amiga Yutta en su espacio de Jesús. | JUAN A. RIERA / Obra del pintor alemán en su espacio Micus de Jesús. J.A.RIERA

Charlas realmente instructivas para un aficionado al arte. Como recuerdo ahora al releer la entrevista con su respuesta a mi pregunta de si se podía tener un mirada inocente frente a la pintura abstracta: «Por supuesto; y no sólo es que se puede, sino que se debe, ya que sólo con una mirada inocente se pueden mirar las cosas nuevas. Una mirada libre, como la de un niño que se deja sorprender por la vida. Aunque, desde luego, es muy difícil sentirse inocente y libre con toda la información que el ser humano acumula. El único camino sería, quizás, olvidando lo aprendido», aseguró el artista, añadiendo: «Por hablarte de mi caso, puedo decirte que sólo lo que sucede a mi alrededor me estimula, me provoca a exteriorizarme, a tomar postura. Y esto es sólo posible mediante una forma; una forma que sea auténtica y sólo mía. No hay construcción de un cuadro que no se alcance por abstracción. Sólo por la abstracción un cuadro se convierte en algo espiritual; sin ella se queda anclado en un simple naturalismo. Por lo tanto, para mí la abstracción es el requisito para encontrar una forma. La naturaleza es una cosa y el arte es otra. Un cuadro sólo se convierte en arte cuando añade algo con los medios de la pintura (es decir, abstracción, proporción, color...) a lo que nos ofrece la naturaleza en su multiplicidad y belleza: algo creado por un ser humano. La naturaleza es algo hermoso, el arte es algo hermoso. Vivimos los dos, porque tenemos ambas cosas y porque, además de pan y vino, necesitamos algo para el alma».

Obra del pintor alemán en su espacio Micus de Jesús. | M. COPA

Con el pintor alemán en su casa de Jesús. / SANTI BARBERÁN

La capacidad de rebelión

Elocuente resumen del sentido y el alcance que el arte tenía para Micus; que me recuerda algo que leí en algún sitio: el arte acaso no sería necesario si la vida se bastase a sí misma. Y en jardines tales nos metíamos a menudo; planteándole por mi parte cuestiones sobre las que a uno le gustaba (y aún ando en ello) cavilar. Tal que esta: ¿Ha perdido el arte contemporáneo su capacidad de rebelión y se ha dejado domesticar por la lógica del mercado?: «Desgraciadamente, hay que decir que casi se ha perdido esa capacidad de rebelión, sí. Por la sencilla razón de que la sociedad asume el arte, lo integra en esa lógica del mercado. Hacen falta nuevas formas, otros ideales. Y ese es el reto actual para los nuevos artistas, para que el arte siga teniendo un sentido auténtico al margen de las leyes del mercado».

Micus con de sus primeras obras.  | ARCHIVO MICUS

Micus con de sus primeras obras. / ARCHIVO MICUS

Desde luego que había veces en que nos poníamos estupendos. Aunque también éramos dados ambos a confidencias más mundanas, sociales, íntimas o lo que se terciase. Menos políticas, ahora que caigo. Un tema que le traía sin cuidado, a pesar de alguna que otra insinuación por mi parte. Salvo si podía tener consecuencias para su arte o sus ideales estéticos y emocionales. Así, una vez me pidió que le acompañara (junto con su querida Ingrid) a ver al alcalde de Santa Eulària para que agilizara los permisos de obra para el edificio anexo a su casa que acogería su Fundación. Un edificio que, inspirado en parte en el de la Fundació Miró de Barcelona, diseñó él mismo y con el que estuvo a pie de obra hasta que estuvo terminado: «Desde que descubrí la isla supe que este sería el lugar que siempre había anhelado, en donde se encontraban las raíces de mi carácter y de mi forma de ser y de sentir. Aquí comprendí que los cuadros tienen que ser tan obvios, tan orgánicos, como un árbol, una flor; como algo que crece. Sí, un cuadro tiene que ser algo evidente, algo a lo que no se puede oponer nada; algo que tenga una lógica interna y particular», señaló rotundo al defender su creación plástica, para la que a menudo aprovechaba cualquier material de desecho, como cajas de madera para frutas, papeles, recortes de periódicos...

Portada del libro.

Portada del libro. / julio herranz

Revisando informaciones de mis tiempos de periodista activo, doy con la triste noticia del funeral de cuerpo presente de Eduard Micus, celebrado en noviembre de 2000 en su Espacio de Can Portas (que tal es el nombre tradicional de la finca que acoge sus propiedades). Funeral en el que participamos muchos amigos y que tuvo un momento emotivo especial con la interpretación de una pieza musical en un instrumento antiguo a cargo de su hijo Stefan, prestigioso músico con un buen número de discos en su haber. Discos relajantes y deliciosos realizados con instrumentos de todo el mundo. Qué recuerdo, querido Eduard, para decirte adiós con palabras cariñosas, los sonidos cálidos de tu hijo, o los poemas que leímos algunos amigos. Una singular despedida entre amigos que cerró tu hija con unas palabras de agradecimiento y una invitación a un vino, «porque es lo que hacía mi padre cuando sus amigos venían a visitarle», apuntó Katja. Y es lo que seguimos haciendo en las fiestas de inauguración de las exposiciones todos los que subimos al Espacio Micus; aunque uno últimamente suba poco. No sé, pereza, los años, la vida y su desgaste natural.

Cerraré este capítulo de la serie dedicado al artista alemán con algunos ‘Acentos’ de su Retrato de Papel: «De libros, te diré la obra de dos poetas que me encantan, Paul Elouard y Rilke. Y en cuanto a la música, la de mi hijo Stefan. Siempre trabajo escuchándola». «De alguna manera sí que tengo un sentido religioso de la vida. A través del arte; en mi caso la pintura, mi verdad, a la que veo conectada con la verdad del espíritu, lo divino; y desde ese concepto, con la religión y el sentido de la trascendencia». «¿Que cuál sería mi receta para que Ibiza funcione? Antes lo hacía con el atractivo y el reclamo de su imagen arcaica, natural. Creo que de cara al futuro, la isla sólo funcionará si mantiene su diferencia, su personalidad propia, sin mimetismos hacia otras culturas y otros estilos de vida, esos que tienen los turistas que vienen a ella. A los que diría que quien lleva consigo su bagaje personal a una nueva tierra, no ama esa nueva tierra».

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