Diario de Ibiza

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Raymon Andrés, un músico todoterreno en Ibiza

El polifacético melómano belga, de quien son deudores muchos músicos ibicencos, residió en la isla desde 1977

hasta su muerte, por cáncer, en 2004

El músico belga antes de retirarse en la isla. VICENT MARÍLD.I.

Compositor, director de orquesta, intérprete y pedagogo, residió en la isla desde 1977 hasta su muerte, por cáncer, en 2004. Una presencia generosa y entusiasta de la que varias generaciones de ibicencos se beneficiaron, dejando una huella y un legado musical que aún sigue vigente. Incluso un legado personal, a través de su nieta Melinda, celista ibicenca, cuya carrera se está desarrollando fuera de Ibiza. O un musical infantil, ‘El misteri del palau’, que hicimos juntos (él la música y yo el texto) a partir de un cuento que escribieran cuando eran muy pequeñas su nieta y una amiguita suya. Musical que se estrenó en 1993 y que fue notablemente ampliado en mayo de 2004 en un montaje en el que participaron alrededor de cien personas.

Entierro de Raymond Andrès en noviembre de 2004. | M.C.

De entre los protagonistas de esta serie semanal, los hay más o menos próximos a quien suscribe esto. Y en esa reducida nómina de afectos, Raymond Andrès tiene un protagonismo de primera, pues era un personaje que se hacia querer, como su señora, Anita, o su nieta Melinda. Por su amabilidad, su carácter jovial y su generosidad hacia todo el que se acercaba a él; de lo que podemos dar fe muchos: tanto los que estudiaron música con él como los espectadores de su arte, sus muchos amigos o, incluso, los periodistas de la isla: «Hay que recuperar el tiempo perdido, y el entusiasmo creativo que veo aquí es increíble. Cuando llegué hace doce años encontré un terreno virgen para la profesionalidad; y he tenido el privilegio formidable de encontrar gente que quería aprender y con muchas ganas de hacerlo. Ya estoy con mi segunda generación de alumnos», me explicó en una entrevista que le hice en febrero de 1990.

Homenaje al compositor y director belga con la participación de su nieta Melinda. | V.M.

Como el tiempo vuela y los actuales lectores de este diario, en general, no son ya aquellos de hace treinta y pico años, recordaré algunos datos relativos a la presencia del amigo Raymond en Ibiza: nació en 1933 en Bruselas, ciudad en la que estudió piano, contrabajo, armonía y contrapunto. Hijo de suizo, nunca perdió esta nacionalidad. Estudió orquestación, composición, dirección de coro y dirección de orquesta en Suecia y en Finlandia. A los 32 años empezó a trabajar como compositor en la televisión belga, una ocupación sumamente estresante que le produjo un ataque de surmenage: «Los médicos me obligaron a dejarlo todo. Me prohibieron terminantemente que volviera a tomar trabajos de responsabilidad. Fue entonces, en 1977, cuando vine a la isla. Me pasé dos años recuperándome, hasta que poco a poco volví a sentir ganas de vivir y de hacer cosas para los demás. Así que no tengo intención de marcharme de aquí», me resumió Andrès entonces.

Rueda de prensa con la consellera de Cultura Carolina Torres. | M.C.

Hasta la fecha de aquella lejana charla, Raymond Andrès había desarrollado en la isla una intensa actividad creativa: composición de piezas para orquesta de cámara; dos adagios para cuerda y flauta, un poema sinfónico (‘Claire obscure’), estudios para instrumentos musicales, el musical infantil ya apuntado (‘El misteri del palau’), una composición inspirada en els Passos de Semana Santa... Así como una ingente labor como profesor particular y de la Escola Municipal de Música, e interprete en varias agrupaciones locales: «La música que yo compongo, en general, es para comunicarme con los demás. De momento, y como aquí no tengo los medios que tenía en la televisión, hago música tonal. Pero si hubiera seguido en la televisión lo más probable es que hubiera hecho música electrónica; con generadores de sonido, con cintas y demás. Lo que no acepto es la música atonal tocada con instrumentos tonales. Porque el violín, por ejemplo, ha sido hecho para hacer música tonal y todos los sonidos que genera expresan la música tonal», me informó con paciencia e intención pedagógica el polifacético músico belga. Y es que siempre era un placer para un melómano sin formación académica como yo, entrevistarle; así como pasar algunos ratos en su compañía, como fue el caso de nuestra colaboración en ‘El misteri del palau’, en el que pasé horas en su domicilio del puerto de Sant Miquel. No sólo por la adaptación del cuento a la música que iba creando para el musical, sino luego (por imposición política), al tener que hacer una versión en catalán. Que con toda su generosidad (y gratis, como lo hicimos todos en aquella ocasión), realizó el buen amigo Pep Marí, notable poeta local, con quien pasamos unos buenos y entretenidos ratos en casa de Raymond para que cuajara bien la música con el texto en su nueva lengua.

Raymond Andrès con su esposa Anita en un concierto en Can Ventosa. | J.A.R.

Una semilla infantil

Qué buenos recuerdos, finalmente. Y qué movida para dar vida musical y textual a un proyecto que nació de una semilla infantil: «El origen del trabajo está en un cuento que hicieron mi nieta Melinda y una amiguita suya, Ana Escandell, cuando tenían ocho años. A esa edad los niños todavía tienen mucha imaginación. Luego la pierden», apuntó Andrès en la rueda de prensa que ofreció en mayo de 2004 para la puesta de largo del proyecto: «En realidad se trata más bien de un reestreno, pero muy ampliado y enriquecido, ya que la obra se estrenó en 1993», aclaró Andrès. Explicando, por mi parte, a los colegas que el cuento final, tal como uno lo había desarrollado para hacer el libreto de la obra, contaba una historia que se desarrolla en un castillo en una época poco definida. La envidia y la traición de un personaje se enfrenta con la fidelidad prudente de otro. Las investigaciones de un pariente, al estilo de Sherlock Holmes, aportarán los datos oportunos para llegar a un final feliz para casi todos los personajes de esta fantasía. Por cierto, ahora que recuerdo: la obra no estaba ubicada en Ibiza y su título original era ‘El misterio del castillo’. Pero dadas las circunstancias locales (los problemas ‘eternos’ de la restauración del castillo de Dalt Vila) y para evitar que se pudiera pensar que la cosa iba de alguna posible crítica al tema castillo, no caigo ahora quién me sugirió que cambiase castillo por palacio; finalmente ‘palau’. En fin, sin más comentarios, porque no quiero hacerme mala sangre en la memoria al recordar los problemas a los que tuvimos que enfrentarnos para que el ilusionante proyecto llegará a buen puerto. Ay, señor, qué cruz tener que lidiar a veces con algunos responsables políticos para que aporten el apoyo necesario para que cuadren las cuentas. Dineros que, ay, a menudo llegan a pensar que es de ellos; olvidando que sólo son los gestores de la cosa pública; que están de paso y que deberían ser más respetuosos con las aportaciones creativas de la ciudadanía. Máxime, como es el caso (y no ha sido el único en los que me he visto envuelto), cuando lo que nos mueve es el amor al arte y a nuestros conciudadanos.

En fin, mejor dejo esta, acaso inoportuna, digresión sobre política cultural para otro momento; que las elecciones municipales y autonómicas están cerca y no tengo ganas de que me acusen de partidista, o vaya usted a saber. Que en estos tiempos de tan alta, molesta y arriesgada polarización política hay que andar con pies de plomo para no irritar a algún posible agraviado.

¿Por dónde iba? Ah, sí, por la presentación a la prensa del reestreno, en mayo de 2004, del montaje mejorado con creces de ‘El misteri del palau’: «Hay una gran diferencia con lo que se vio hace doce años. Entonces tuvimos que formar un coro a propósito; había pocos músicos y nos apañamos con lo que pudimos. Ahora es un lujo: hay muy buenos músicos; está el coro de Miguel, perfecto; el grupo de flautas de Aubarca, también perfecto; el baile de Capricorn, lo mismo, estupendo... Alrededor de cien personas metidas en el proyecto. Casi no queda sitio para el público», ironizó Raymond Andrès, quien, como yo, se mostró especialmente satisfecho de que toda la producción del musical infantil fuera tan solo con participación ibicenca.

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