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Aves en Ibiza y Formentera: la identidad del 'virot'

Una investigación con análisis de ADN confirma que la pardela balear y la pardela mediterránea, que se separaron en los 90, son en realidad la misma especie

Bandada de ‘virots’ (con alguna
 pardela cenicienta) en aguas
de sa Conillera. CAT

Bandada de ‘virots’ (con alguna pardela cenicienta) en aguas de sa Conillera. CAT / Cristina Amanda Tur

Cristina Amanda Tur

Cristina Amanda Tur

El último recuento de virots señala una población de 2.907 parejas (535 en Ibiza y 692 en Formentera), dato que se recoge en la actualización del 'Libro Rojo de las Aves de España' que realiza SEO/Birdlife. Esta especie –que solo nidifica en Balears y con importantes poblaciones en Formentera– está clasificada en peligro crítico de extinción y es el ave emblemática de la conservación de la biodiversidad en las islas. Sin embargo, una investigación basada en análisis de ADN indica que el virot –pardela balear (Puffinus mauretanicus)– y la pardela mediterránea (Puffinus yelkouan) son la misma especie, y tal evidencia plantea ahora cuestiones muy importantes sobre la consideración del virot como endemismo balear y como ave marina más amenazada de Europa.

El autor principal del estudio, Joan Ferrer Obiol, investigador del departamento de Genética, Microbiología y Estadística de la Universitat de Barcelona y del departamento de Ciencia y Política Ambiental de la Universidad de Milán, afirma que la unificación no debería afectar a las políticas de conservación. En este sentido apuesta por una concepción de la conservación de la biodiversidad que supere la visión tradicional de la protección de especies y que pase a hablar de conservación de unidades evolutivamente significativas.

La taxonomía de las pardelas ha sido siempre un tema complicado. La pardela balear y la pardela mediterránea fueron originalmente subespecies de la baldriga pufí (Puffinus puffinus), la pardela que nidifica en las costas del Atlántico Norte, incluyendo la Macaronesia. Posteriormente, «por cuestiones de morfología, de vocalización y también algo de genética», se decidió que las pardelas que criaban en el Mediterráneo fueran consideradas una especie distinta –que fue denominada pardela mediterránea (Puffinus yelkouan)– con un par de subespecies, «ya que había considerables diferencias morfológicas entre las que criaban en Balears y las que lo hacían en el resto de islas del Mediterráneo».

Ya a principios de los 90, un estudio que se basaba en análisis del ADN mitocondrial (en un gen determinado) sirvió de fundamento para separar el virot y la baldritja mediterrània en dos especies distintas.

Ahora, los estudios del equipo de Joan Ferrer Obiol representan un paso genético más en una dirección que ya había avanzado hace unos años la investigadora del CEAB-CSIC Meritxell Genovart al investigar ya no solo el ADN mitocondrial (de herencia materna) sino también el nuclear (con aportación de padre y madre).

«Nosotros hemos ampliado la parte nuclear, sin limitarnos a unas cuantas secuencias. Hemos ampliado muchísimo el muestreo, con una técnica de reducción del genoma que nos permite más resolución porque nos da una historia mucho más completa», según explicó Joan Ferrer Obiol en el programa Nautilus (IB3 ràdio).

Y esta historia determina que la divergencia entre las dos especies es muy baja y que las diferencias morfológicas entre individuos (detalles de tamaño y coloración) son morfos distintos dentro de la misma especie. Destaca Ferrer Obiol que sí hay algunas diferencias a nivel genético, en frecuencias alélicas, pero que no son suficientes para considerar a estas pardelas especies separadas, sino que son gradientes y que además son relevantes porque la diversidad genética dentro de una misma especie permite la adaptación de los individuos a los cambios.

También existen diferencias a nivel ecológico y el virot viaja hasta el Atlántico en época no reproductiva, mientras que la pardela mediterránea permanece mucho más apegada a este mar o emigra al Mar Negro.

En definitiva, los avances en la investigación de las características genéticas de las dos pardelas justifican la propuesta de que la dos especies se unifiquen, algo que deberán considerar ahora los comités de taxonomía.

BIODIVERSIDAD GENÉTICA 

La preservación de la diversidad genética de las especies es otro concepto que hay que incorporar en la conservación de la biodiversidad. El planeta no solo pierde especies sino que «perdemos diversidad genética a un ritmo muy grande», en palabras de Joan Ferrer Obiol, y las especies con menos diversidad genética son las más vulnerables, las que tienen menos herramientas para adaptarse al cambio climático. 

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