Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cuando Ibiza era otra fiesta

Elmyr de Hory en Ibiza: al final el arte le salió caro

El reconocido falsificador de grandes maestros vanguardistas se suicidó en la isla en 1976 por temor a ser extraditado a Francia por sentencia judicial

Elmyr d’Hory en la inauguración de una exposición en Ibiza. D.I.

Reconocido como el mejor falsificador de la historia de la pintura, el artista húngaro afincado en Ibiza no pudo resistir la presión judicial de la justicia francesa y se suicidó en su casa de Sant Josep con una sobredosis de barbitúricos en diciembre de 1976. Sus restos descansan en el cementerio viejo de Vila. La Interpol exigió las huellas dactilares del cadáver para asegurarse de que no se trataba de una simulación de suicidio. Todo un personaje de película, que atrajo la atención de Orson Welles, nada menos, quien mostró algunas de las facetas artísticas de Elmyr de Hory en su película documental ‘Fake’, rodada en parte en la isla.

Curiosamente, como en el caso de Smilja, a Elmyr también le conocí cuando uno andaba alquilando coches en el aeropuerto; en 1974. Y entablé una relación superficial con él por verlo a menudo por allí y responder a algunas preguntas que me hacía. Por ejemplo, una curiosa:

Quedó intrigado por el nombre de una reserva que vio en uno de los sobres del expositor que había detrás de mí: “Perdón, señor, me sorprende que tenga una reserva a nombre de Modigliani”. Y le tuve que explicar que, de vez en cuando, por pura diversión, solía escribir en algunas nombres conocidos de prestigio. Se rió de la ocurrencia, y a menudo lo sacaba a colación mientras esperaba a alguien; algo bastante frecuente, como en el caso de Smilja. O incluso cuando me lo encontraba por Vara de Rey con su senalló y paseando a algún perro. Una figura singular que me llamaba la atención, simplemente; sin que supiera nada de su vida y milagros hasta bastante más tarde. Y vaya vida y vaya milagros los suyos.

El pintor en una de sus habituales cenas públicas. | D.I.

A estas alturas, la historia de Elmyr de Hory es bien conocida por estos pagos, pues ha dado que hablar y escribir a mucha gente, empezando por el escritor norteamericano Cliford Irving, que indagó en su biografía en el libro ‘Fake!’, del que Welles extrajo parte de la información para su película. Un escritor que también llegó a ser famoso por su biografía no autorizada del magnate norteamericano Howard Hughes, un libelo de mucho cuidado, que le causó algún disgusto al osado autor. Pero para presentar al personaje a los que no le conozcan, o refrescar algunos datos de su compleja vida, recordaré que Elmy de Hory nació en Budapest en 1906, estudió en Munich y París, ciudad a la que llegó en 1944. Nunca destacó por sus propias creaciones y, así, en 1946 realizó la que sería su primera copia: un dibujo de Picasso, el cual vendió por una importante suma de dinero. Desde ese momento, Elmyr dedicó sus esfuerzos a reproducir los estilos de pintores como Modigliani, Matisse, Dèrain, Vlaminck o Van Dogen. En 1967, siete años después de que se instalase en Ibiza, una hija de Matisse y un millonario de Dallas interpusieron ante la justicia una denuncia por falsificación. En 1974 fue detenido en la isla y permaneció preso durante cuatro meses en Palma de Mallorca. Finalmente, Elmyr de Hory fue juzgado por tercer vez en 1976, aunque en esta ocasión la acusación no se basó en las falsificaciones de obras de arte, sino en las de los sellos de aduanas y certificados de garantías de diversas galerías que acompañaban esas obras.

Mariano Llobet, Pepe Roselló y Joan Serra en la exposicion de Elmyr de Hory en el Club Diario. VICENT MARÍ

Esa fue la acusación que Elmyr no pudo superar. Todo se desencadenó ante esa tercera comparecencia en la Audiencia Provincial de Palma para responder de esas acusaciones y hacer frente a su posible traslado a Francia. Previamente, el pintor ya había logrado deshacerse de las dos primeras solicitudes gracias al concurso de su abogado Rafael Perera, aunque la cosa no pintaba nada bien en esta ocasión; y nuestro protagonista no esperó a la sentencia: tras comparecer en Palma el 7 de diciembre, y con la resolución pendiente de redacción, se quitó la vida el sábado siguiente al mediodía, intuyendo que la decisión de la justicia española sería, como realmente fue, favorable a los intereses franceses. Y es que Elmyr de Hory defendió desde un principio que su regreso a tierras francesas supondría su muerte con toda seguridad. Entre los cargos en su contra para obtener dicha extradición, se encontraba el de pertenecer y haber favorecido a algún clan mafioso, el cual habría obtenido cuantiosos beneficios con la venta de las falsificaciones; hecho que el artista negó siempre, ya que, según él, aquello que realizaba era simplemente pintar al estilo de los grandes maestros vanguardistas, pero en ningún caso falsificarlos.

Homenaje a Elmyr y Smilja

Haremos otro salto en el tiempo, al mes de agosto de 2004, para recordar uno de los eventos más singulares celebrados en Ibiza para recordar a Elmyr de Hory; porque en el mismo acto, celebrado en el hotel Pacha, se rendía también homenaje a Smilja Mihailovitch. Una iniciativa de Vicente Ribas, animador y gestor cultural, buen amigo de ambos personajes, que consistió en presentar una exposición de obras de Elmyr y un desfile de moda Adlib: “Son dos personajes muy especiales que en su momento hicieron mucho por la isla en el campo promocional, más que ninguna entidad pública”, me contó Ribas en una entrevista, añadiendo: “Por su forma de actuar, por no ser ibicencos y tener un origen más bien desconocido y algo misterioso, así como un pasado enigmático, Ibiza nunca les va a hacer el reconocimiento oficial que se merecerían de sobra”.

Ahora que repaso la información que escribí para la ocasión, observo que la palabra homenaje no era muy del agrado de Vicente Ribas, todo un personaje él mismo y que no descarto traer como protagonista a esta serie nostálgica: “Esa palabra suena demasiado solemne y oficial, la verdad. Y como los dos eran más bien frívolos y ligeros, el acto tendrá otro carácter, más sencillo y sin pretensiones. Acto en el que han colaborado bastantes amigos. Por una parte, las boutiques de entonces, muchas ya sin negocio, que han tenido que buscar en los baúles y pedir a clientes para poder organizar una nostálgica pasarela Adlib. Y en cuanto a la exposición, ha sido posible gracias a un grupo de amigos que tienen cuadros y litografías de Elmyr y las prestan para la ocasión”, precisó el organizador, quien para completar el recuerdo tenía previsto proyectar durante la velada de la inauguración y en la semana que duraba la muestra la película de Orson Welles en torno a la figura del reconocido falsificador: “Que su fama hiciera que un director de esta categoría viniera a filmarle a Ibiza y que entonces fuera portada de The Times, la más difícil de conseguir en el mundo, da idea de la dimensión del personaje”, destacó Ribas.

Elmyr haciendo un gesto de victoria. | D.I.

Por cierto, la iniciativa del animador cultural ibicenco y de un grupo de amigos de Elmyr y de Smilja no contó con ningún apoyo institucional: “No sé si me lo darían, pero si después de quince años de la muerte del pintor y de casi nueve de Smilja no han hecho nada para recordar a dos figuras que tanto hicieron por la isla, es porque no tienen intención de hacerlo. O vaya usted a saber, porque al pintor Portmany le han dado la Medalla de Oro de Ibiza a los treinta años de su muerte”, ironizó Vicente Ribas, añadiendo: “Pero me parece muy bien que el sector privado supla este déficit del sector público. Y conociéndoles bastante a los dos, creo que ellos también estarían más conformes con la forma en que hemos preparado esta fiesta para acordarnos de ambos”.

De lo que no estaba seguro el amigo Ribas es de cómo habría reaccionado la singular y extraña pareja al verse unidos en un mismo acto, con el ostentoso grado de protagonismo que tenían respectivamente. Una clara ventaja a favor de los homenajes, iniciativas y recuerdos póstumos, que los protagonistas ni aplauden ni protestan ni se quejan.

Compartir el artículo

stats