Las faltas, ¿empobrecimiento del lenguaje o nueva comunicación?

La escritura informal predominante en redes sociales y móviles, y los precarios hábitos de lectura, son dos de los factores del cambio. «Muchos de mis estudiantes tienen más dificultades ahora que los alumnos que tenía hace 10 o 12 años para construir un ensayo», señala la profesora Silvia Gumiel

Dos jóvenes utilizan el móvil, uno de los dispositivos que se asocia con el auge de los errores ortográficos

Dos jóvenes utilizan el móvil, uno de los dispositivos que se asocia con el auge de los errores ortográficos / DI

Jordi Rovira

En los últimos tiempos, profesores de secundaria, bachillerato y universidad coinciden en señalar un aumento de las faltas de ortografía en su alumnado. Constatan que el léxico se ha empobrecido. La polémica no es nueva. Ya en las tablillas de los antiguos sumerios se recogen quejas por la decadencia en la escritura de los jóvenes. Sin embargo, el problema actual va en un principio más allá de un debate recurrente.

¿empobrecimiento del lenguaje o nueva comunicación?

¿empobrecimiento del lenguaje o nueva comunicación? / POR jordi rovira

«Quizás lo que ocurre es que el ser humano está cambiando su soporte de escritura y su forma de manejar ese sistema inventado que es la ortografía», argumenta María del Carmen Méndez, profesora del Área de Lingüística de la Universidad de Alicante. «Cuando se escribía en pergaminos era muy caro y se usaban abreviaturas y demás. Y ahora, con la revolución digital, estamos ante otro cambio de soporte. Quizás en el futuro la ortografía cambie porque ya no se escriba nada a mano y gobiernen los autocorrectores», añade.

En 2017, cinco profesores de las universidades de Extremadura y Valladolid, preocupados por las faltas ortográficas de sus alumnos, hicieron un estudio que concluyó que el problema residía en los deficitarios hábitos de lectura y en «la falta de atención e interés que muestran los universitarios a la hora de aplicar las reglas ortográficas en sus escritos». Errores que además también se detectaron entre el alumnado de los estudios de Grados de Maestro (Infantil y Primaria).

Al año siguiente, en unas oposiciones para profesores de secundaria, FP y escuelas de idiomas se presentaron 200.000 personas para 20.698 plazas y, a pesar de ello, el 9,6% quedaron desiertas por el gran número de faltas de ortografía y errores gramaticales. La polémica sobre el nivel de los docentes ya dio que hablar años antes, cuando un informe desveló que el 86% de los aspirantes a una plaza en un centro público educativo de Madrid había suspendido en conocimientos básicos. El tribunal detectó todo tipo de faltas de ortografía.

Cambio de paradigma

Los actuales problemas del lenguaje son solo la punta del iceberg de un cambio de paradigma que empezó con los SMS y no ha dejado de crecer. En Internet y en los móviles, las palabras, acuciadas por la inmediatez, se multiplican a costa de descuidar la lengua.

Los nativos digitales escriben tal como hablan. La ausencia de signos de puntuación y de tildes, así como las constantes abreviaturas, son la norma. Y si continuamente leemos y escribimos textos con errores, se fomentan las faltas.

Además, Internet ha provocado que muchos nativos digitales busquen cualquier información a golpe de clic y no estén habituados a usar una enciclopedia. Y no acaba ahí la cosa. Una encuesta en la web de adolescentes red17 indicó que el 90% no sabe cómo escribir una carta y que, por culpa del corrector automático, el 70% tiene problemas para escribir en un papel sin faltas. «Para algunos, tener que aprender la ortografía teniendo correctores es como tener que saber las tablas de multiplicar teniendo calculadoras», expone Xavier Breil, profesor de secundaria y creador de Dictapp, plataforma que fomenta una mejor ortografía en catalán. «Están expuestos casi exclusivamente a textos digitales informales en plataformas y redes, donde las faltas de ortografía no son relevantes y donde hay autocorrectores. Pero en los trabajos o exámenes no los tienen. Es la falta de costumbre», añade Méndez.

Problemas de registro

En 2017, un estudio de la Universidad de Alcalá sobre los hábitos de escritura de los jóvenes en los dispositivos móviles concluyó que el 90% comete faltas de ortografía en las redes sociales. Silvia Gumiel, autora del estudio, defiende que no se trata de un cambio en la lengua, sino de código: «Muchos de mis estudiantes tienen más dificultades ahora que hace diez o doce años para construir un ensayo. El problema no está en la ortografía, sino en la adecuación, coherencia y cohesión del texto».

El cambio de tendencia al que se refiere coincide, en torno al 2010, con el mayor uso de los teléfonos inteligentes. «Los jóvenes perciben que no es importante escribir sin cometer faltas de ortografía y eso produce una dejadez que se acaba convirtiendo en un problema cuando tienen que utilizar un registro escrito más formal», afirma Gumiel. María del Carmen Méndez coincide en que el problema es que se acostumbren a un registro culto y académico.

Porque, como detalla Breil, a diferencia de años atrás, cuando la lengua escrita era un espacio reservado a la formalidad, ahora predomina el registro informal. «Los jóvenes actuales quizás escriben más que los de hace veinticinco años, pero casi todo lo que escriben en su tiempo libre es un registro informal que prescinde de las normas ortográficas», afirma.

En este sentido, Esther Linares —especialista en estudios lingüísticos de la Universidad de Valencia— admite que las redes sociales han fomentado nuevos códigos, abreviaturas e incluso un perjuicio sobre la coherencia y cohesión de los enunciados. «Nuestros jóvenes están ganando en originalidad y creatividad, pero eso va en detrimento de su competencia comunicativa, tanto en el habla coloquial, como en la formal, donde, más allá de las faltas de ortografía, abundan las repeticiones, anacolutos o errores de puntuación».

Otra de las razones de este empobrecimiento del lenguaje es, según Briel, la poca exigencia del mundo académico. «Hoy en día puede obtenerse el certificado de la ESO y aprobar las pruebas de acceso a la universidad sin haber aprobado Lengua, y acceder a cualquier carrera, incluida Filología, haciendo faltas de manera habitual», se lamenta.

El poder de la ortografía: quienes cometen más faltas ligan menos 

«Si un chico me lleva a su casa y veo que no tiene ningún libro, me voy». La frase, habitual en conversaciones entre mujeres, va más allá de una alta valoración por la cultura. Y lo mismo ocurre en el entorno digital. Cuando nos damos a conocer virtualmente, se pueden disimular ciertos rasgos de nuestra personalidad y colgar la fotografía donde uno sale más favorecido, pero la escritura no miente.

Numerosos estudios demuestran que las faltas de ortografía no son sexis. El portal Match.com constató -mediante 5.500 entrevistas- que una buena gramática es una de las cualidades más importantes a la hora de elegir pareja, mientras que la app de citas AdoptaUnTio -que analizó un centenar de perfiles de usuarios que escribían sin faltas y otro centenar que lo hacían con errores ortográficos- concluyó que los primeros tenían casi el doble de posibilidades (59% frente al 31%) de intimar. Más datos: un 65% de las mujeres de un estudio del portal de citas estadounidense Zoosk aseguraban que no tendrían relaciones sexuales con alguien con mala ortografía.

El año pasado, un estudio de las universidades de Alicante y Navarra sobre cómo la lengua afecta a la hora de ligar a través de aplicaciones en línea concluyó que un 82% de las mujeres que usan la app Tinder penaliza las faltas de ortografía. María del Carmen Méndez, coautora del estudio, asegura que «cuando solo se juzga a una persona por su forma de escribir, se intenta inferir todo lo posible sobre su personalidad, carácter y aspectos sociales partiendo de la información que se tiene. Por ello, una persona con faltas de ortografía puede repeler», admite.

«Muchas veces -prosigue- se hace el siguiente razonamiento: faltas es igual a desconocimiento, poca educación, descuido personal y se extrapola a nivel socioeconómico bajo, pocos estudios, probablemente una persona desorganizada y poco cuidadosa. No tiene por qué ser así. Es un prejuicio social. Así que no sé si la palabra es sexi, pero sí que se considera que una persona sin faltas es más interesante, organizada, culta».

La otra autora del estudio, Esther Linares, admite que la correcta ortografía atrae a ambos sexos. «En parte, buscamos que haya algo detrás de un buen físico. Esto, por supuesto, se incrementa conforme aumenta el nivel sociocultural de los usuarios. Por los informes a los que hemos tenido acceso, creemos que las mujeres usan en mayor medida que los hombres la ortografía como un filtro más para elegir, ya que la facilidad que tienen para conseguir un me gusta (y el match) en Tinder es mucho mayor que el de los hombres».

Es habitual, pues, que muchas personas relacionen la buena escritura con el atractivo personal. En 2017, un estudio publicado en la revista científica Intelligence puso sobre la mesa el poder sexual del intelecto, hasta el punto de valorarlo como el segundo factor más relevante para la atracción y la supervivencia de las parejas. Incluso se ha acuñado el término sapiosexual para definir a aquellas personas que se sienten sexualmente atraídas por individuos que estimulan su intelecto, más que por la belleza estética. Y entre los sapiosexuales, hay más mujeres que hombres, debido a que la excitación femenina está más condicionada a aspectos como el oído -vinculado a los estímulos verbales- mientras que los hombres se excitan con más facilidad a través de la vista. Así pues, queda claro que el lenguaje condiciona la búsqueda de pareja. Y las faltas de ortografía son una pésima tarjeta de presentación.

Suscríbete para seguir leyendo