Diario de Ibiza

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Cuando Ibiza era otra fiesta

No resultó fácil montar la primera ópera ibicenca

‘El círculo vicioso’ se estrenó en 2004 en el auditorio de Cas Serres con el objetivo de concienciar sobre el drama del sida

Una de las cantantes durante la actuación Moisés Copa

Fue hace 18 años, se llamaba ‘El círculo vicioso’ e iba sobre el sida. Los responsables principales del singular proyecto fueron Adolfo Villalonga (música) y uno mismo (libreto); más la colaboración entusiasta de los cómplices Daniel Giannini (dirección escénica y escenografía), Rubén Perlotti (vestuario), más Eva Redondo y Marco Torres (danza). Se estrenó en el auditorio de Cas Serres el 24 de abril de 2004, en el marco del Festival de Teatre, que patrocinaba la conselleria de Cultura, bajo la dirección de Carolina Torres. Y el objetivo social de la que sería la primera ópera ibicenca era concienciar sobre el drama del sida, ya bastante controlado, pero no desaparecido aún. Razón por la cual sigue celebrándose el Día Mundial contra ese maldito virus, cada 1 de diciembre. Y razón por la cual traigo a esta serie semanal el recuerdo de tan estupenda y osada iniciativa.

El propio Villalonga explicaba en la rueda de prensa de presentación de ‘El círculo vicioso’ cómo fue la gestación del proyecto: “La génesis fue el encargo que me hicieron para mi tesina como compositor. Tenía que elegir entre una ópera y una sinfonía; y me pareció que era más interesante la ópera, porque es un arte que engloba varias disciplinas artísticas”. En cuanto al estilo de música elegido, apuntó que “está entre el simbolismo y el surrealismo. Se corresponde con la del periodo de entreguerras, pero no es música serial, sino más fácil de escuchar. Tiene influencias del jazz, del cine y de la música clásica, claro. Metí todo en una coctelera y salió esto”, ironizó.

Por lo que hace al tema, idea, concepto y argumento de la ópera, se trata de un debate televisivo sobre el sida, tratado con humor, crítica social y reflexión ética. La clave central era poner ante el espectador un espejo (el debate televisivo se llamaba precisamente ‘El espejo’) en el que viera reflejada la problemática del virus, entonces letal, en nuestra sociedad a través de unos personajes arquetípicos. Con una estrategia escénica singular: lo que cantaban los protagonistas frente a la pantalla del televisor no se correspondía con lo que verdaderamente pensaban sobre el tema, que lo dicen bajo un foco central a modo de detector de mentiras. El contraste, la hipocresía, la doble moral y los intereses creados entre los invitados al debate (un médico, un político, un obispo y un artista, entre otros) juegan un papel de catalizador entre luces y sombras que da lugar a situaciones más bien cómicas y cínicas. “Una ópera de cámara para el siglo XXI en la que están representados una muestra de sectores fundamentales de la sociedad en sus virtudes y en sus vicios”, resumí en la presentación ante los medios de ‘El círculo vicioso’.

Una escena de la ópera en Cas Serres Moisés Copa

También explicamos que con el estreno de la ópera “queríamos, por fin, quitarnos una espinita que teníamos clavada”. Y es que la obra se había escrito unos siete años antes; con dos intentos fallidos de estreno de por medio, uno en Barcelona y otro en Ibiza. De éste me acuerdo bien porque no se llevó a cabo al negarme a traducir el libreto original (en castellano, claro, mi lengua materna) al catalán; como pretendía una señora política a la que pedimos ayuda y cuyo nombre no me apetece ahora decir. Ya accedí una vez a semejante atropello en un musical infantil que escribí con el también buen amigo, y gran músico, Raymond Andres, ‘El misteri del palau’, cuyo libreto tradujo al catalán el poeta, y amigo, Josep Marí. Igual hablo del caso en esta serie. Ya veremos. Y de hacerlo sería, más bien, como pretexto para recordar a tan estupendo músico belga afincado en la isla, que tanto hizo por ayudar al desarrollo y promoción musical local; sobre todo entre los jóvenes.

Lleno de público dos días

Con el fin de aportar más datos y alguna anécdota del montaje de ‘El círculo vicioso’, le he pedido al amigo Adolfo (pues seguro que tiene mejor memoria que yo) que me los recordara. Y vaya que sí: “Se iniciaron los ensayos un lunes y el viernes de esa semana estrenamos, repitiendo función el sábado. Con lleno de público ambos días”, apuntó precisando: “Los ensayos escénicos se realizaban por la mañana, mientras los musicales por la noche, al acabar un servidor las clases en el Conservatorio”. Y mostrándose, claro, orgulloso del esfuerzo y el resultado: “Contamos para ello con entusiastas músicos, cantantes y bailarines que, juntos y en un tiempo récord, creamos la producción”. Aportando datos técnicos: “Los cantantes, todos del área catalana, estudiaron la música con MIDI files de simulación orquestal que les iba enviando por correo electrónico”. O algo que uno había olvidado: “Contamos con la gran ayuda (gran sorpresa para todos) de la TEF, que no sólo retransmitió el estreno de la ópera por la televisión local, sino que puso a nuestra entera disposición la maquinaria necesaria para dar mayor veracidad a un plató de televisión”. Y hasta un detalle sabroso: “Tras la gala final, contamos con un generoso pica-pica en el hotel Royal Plaza, gentileza de la familia Colomar”. O un detalle familiar entrañable: “Correteaba entre los montajes (quizás el público más joven), mi hijo Miguel, nacido meses antes”. Y más datos: “De una hora de duración, aproximadamente, las cuñas que se iban insertando por megafonía, para ayudar a dar credibilidad al espacio televisivo que representaba la ópera, las realizamos con mi ordenador y la voz de Julio Herranz, rememorando sus pinitos radiofónicos”, precisó el compositor ibicenco para mi sonrojo retroactivo, pues tampoco recordaba uno ese detalle simpático.

También recordó Adolfo Villalonga que la estética de la puesta en escena de la ópera, “ambientada en periodo de entreguerras con rasgos de cabaret alemán, fue una apuesta interesante de la creatividad de Giannini/Perlotti”. Algo que ya precisó Daniel Giannini en la apuntada rueda de prensa de presentación, explicando que había dado muchas vueltas al texto (“que resulta muy rico en posibilidades”, apuntó) y que al final había optado por una estética bauhaus. “El vestuario ha sido fundamental para acabar de encajar todos los elementos”, precisó.

El reparto de 'El círculo vicioso' con Adolfo Villalonga y Julio Herranz Moisés Copa

Y para completar la rememoración de aquel más que notable esfuerzo creativo amistoso colectivo, será un placer recordar a los intérpretes que dieron vida al estreno de ‘El circulo vicioso’, la primera y única ópera ibicenca. Cantantes: Montserrat Solà (soprano), Titón Frauca (mezzo-soprano), César Puente (barítono), Jordi Blancafort (barítono), Aniol Botines (tenor) y Esteve Gascón (barítono). Y los músicos: Elvira Ramón (piano), Lourdes Roig (contrabajo), Damián Boluda (trompa), Raúl Gálvez (trompeta), Venancio Rius (clarinete) y Francisco J. Cogollos (percusión). Todos bajo la dirección de Adolfo Villalonga. Completando el elenco artístico Eva Redondo y Marco Antonio Torres en la coreografía y baile.

En fin, que repasando todo lo que dio de sí aquella aventura artística inédita por estos pagos, qué menos que sentir un legítimo orgullo por lo logrado y volver a dar la enhorabuena y las gracias a todos los que lo hicieron posible. Con una razonable y legítima petición a quien corresponda: dado que la intención social de concienciar al público sobre los peligros del sida, objetivo de la ópera, sigue vigentes, sería muy de agradecer que alguna institución pública se hiciera cargo de la reposición de ‘El círculo vicioso’. Apuntándose un tanto, creo, de cara a las próximas elecciones municipales y autonómicas. Por pedir que no quede. Recordando una frase que siempre digo cada año cuando se acerca el Día Mundial contra el Sida, el 1 de diciembre: “No olviden nunca que el mejor amigo del sida es el olvido”.

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