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Coses Nostres

Archipiélago Supernova

El litoral entre es Canar y Cala Nova se caracteriza por los cúmulos de rocas que se adentran en el agua, entre los que destaca un grupo que se ha convertido en un hito para los fotógrafos

Las rocas más destacadas de Cala Nova. CAT.

Como si una explosión de supernova hubiera dejado las orillas llenas de meteoritos, entre es Canar y Cala Nova se suceden tramos de costa que, además de estar urbanizados más allá de cualquier límite, se caracterizan por parecer pedregales que se adentran en el mar, como trincheras entre tierra y agua. De hecho, la parte central de este litoral, justo entre Cala Nova y la Punta de ses Calderes, se conoce precisamente como ses Pedrisses, lo que vendría a ser un pedregal. Y quizás por extensión y porque forma parte de una misma unidad geológica, el grupo de rocas que cierra al sur Cala Nova, en la misma orilla de la playa, es a menudo conocido como ses Pedrisses. En realidad, no parece tener un nombre, algo tal vez inusual en unas islas donde la toponimia alcanza los rincones más inverosímiles (como ejemplo, solo el islote de s’Espartar tiene más de 70 rincones bautizados con nombre propio).

Este grupo de rocas –un miniarchipiélago en la orilla– se ha convertido en lo que muchos llamarían un hito fotográfico, un elemento destacado que aporta un valor añadido para la composición de una fotografía. Desde luego, lo que suelen considerarse hitos en el paisaje son más impresionantes –es Vedrà, es Paller d’en Camp o es Frares de Cap Martinet serían tres buenos ejemplos–, pero la costa pitiusa está también plagada de pequeños hitos que hay que saber aprovechar.

El pequeño archipiélago de Cala Nova destaca por su cercanía a la orilla, porque a veces el agua cubre prácticamente todas las rocas y porque una de ellas se eleva como un monolito, como si realmente tuviera vocación de un gran hito paisajístico. Habitualmente, rozan o se elevan sobre la superficie del agua menos de una decena de estas rocas, pero lo cierto es que la zona es especialmente pedregosa, la más áspera de una playa que, por lo demás, se caracteriza por sus arenas blancas, su longitud y la claridad de sus aguas de azules turquesa. Habría que añadir, asimismo, entre sus singularidades, que se trata de una playa tranquila –lo que suele llamarse una playa familiar–, con un perfil de usuarios sorprendentemente distinto a lo que puedes encontrarte, por ejemplo, en Platges de Comte. En definitiva, el porcentaje de posibilidades de que se te ponga al lado un grupo de clubbers con algún equipo de música se reduce de forma considerable, como bien saben los vecinos de Santa Eulària que frecuentan la cala.

Una L perfecta

En las imágenes por satélite se aprecia que el miniarchipiélago forma parte de la punta que cierra Cala Nova al sur, cortada como una L tan perfecta que parece artificial, como si fuera el resultado de una intervención humana. El grupo de rocas, con su discreto monolito, compone y cierra un semicírculo.

En esas mismas imágenes por satélite se hace evidente la enorme presión humana que ha sufrido el lugar. Desde es Canar hasta Cala Nova, las construcciones llegan exactamente hasta donde han podido llegar sin derrumbarse en el agua. De hecho, en el tramo hasta ses Pedrisses, en el poco espacio natural que aún quedaba, se construyó un paseo marítimo que hoy resulta un buen ejemplo de lo que, en la actual situación de emergencia climática, científicos y diferentes investigadores aseguran que hay que evitar ‘a toda costa’. Diversos estudios señalan que el aumento de los fenómenos costeros adversos y el aumento del nivel del mar provocarán –de no revertirse la tendencia actual– la destrucción de muchas infraestructuras entre las que resulta obvio que se encuentran la mayoría de los paseos marítimos. Y lo cierto es que temporales como Gloria –con olas de más de 14 metros en Balears– ya lo han demostrado. La renaturalización de una costa sobreexplotada, tanto en zonas de arena como de roca, es la opción más razonable para afrontar el cambio climático.

RENATURALIZAR LA COSTA

La zona de es Canar se ha unido a Cala Nova por una sucesión de construcciones que llegan hasta el límite marítimo. El paseo que alcanza hasta la punta de ses Calderes es un buen ejemplo del tipo de infraestructuras que el cambio climático y los intensos temporales que ocasiona ponen en peligro.

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