Diario de Ibiza

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Memoria de la isla

La mirada de Hans Helfritz

Hans Helfritz fue un magnífico compositor y pianista, pero al margen de sus dotes musicales tocó muchas otras teclas como demuestran las extraordinarias fotografías que obtuvo en Ibiza

Leña para la cocina (Balàfia, 1958). HANS HELFRITZ DE ‘EVISSA, L’ILLA DUN TEMPS’

Lletraferits impenitentes, fuimos muchos los parroquianos que nos sentimos huérfanos cuando en la Ciudad Condal, el 2013, bajó la persiana la emblemática librería de viejo que había en la calle Canuda, a un tiro de piedra de las Ramblas y junto al Ateneu. Si lo recuerdo aquí es porque en aquel mítico establecimiento que inspiró a Carlos Ruíz Zafón los escenarios de La sombra del viento, encontré algunos de los libros sobre Ibiza que más aprecio. Su experimentado librero, don Santiago Mallafré, los tenía a buen recaudo en un rincón del sótano al que, no sin picardía, apuntaba con el dedo cuando me veía llegar. Uno de aquellos pequeños tesoros es Balearem, de Hans Helfritz, un trabajo publicado en alemán y editado en Zurich el 1959, del que me llamó la atención su portada, la monumental fachada de la iglesia de Sant Josep. El libro hace un recorrido por las islas mayores de nuestro archipiélago, pero a Ibiza le da especial protagonismo, cosa lógica porque Helfritz vivió sus últimos 40 años en la isla. Balearem es un trabajo difícil de clasificar. De intención inequívocamente divulgativa, la calidad de sus descripciones y fotografías queda lejos de la guía turística al uso. Es, más bien, un trabajo de campo que recoge las notas y fotografías de un viajero ilustrado que comparte con el lector su admiración y asombro por el insólito universo que descubre en nuestras islas. Un libro, en todo caso, que sólo se entiende a partir de las experiencias y de la particular mirada de su autor.

Inspirado por su profesor Erich von Hornbolstel y perseguido por su homosexualidad y sus opiniones políticas, Hans Helfritz abandona Alemania el 1939 y emprende un recorrido de auténtica aventura por medio mundo, dedicado sobre todo a la investigación antropológica, al folklore y la etnología musical. Recorre Egipto, Palestina, Siria, Irak, Yemen, Sri Lanka, Malasia, China, Singapur, Méjico, Brasil, Bolivia y Chile, donde reside varios años. Músico, compositor, escritor, antropólogo, arqueólogo en África occidental y fotógrafo experimentado -fue el camarógrafo oficial de la primera expedición antártica chilena-, Helfritz es un todo terreno en el mejor de los sentidos que cuando recala en Ibiza llega con la mochila cargada de experiencias y enamorado de la isla se queda en ella y forma ya parte de la pléyade de personajes polifacéticos y singulares –artistas, escritores, pintores, etc- que para nosotros y a pie de calle pasan prácticamente desapercibidos, –cosa que ellos agradecen-, aunque cualquiera de ellos acumula vivencias con material sobrado para varias novelas.

Hans Helfritz vivió sus últimos 40 años en esta isla

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En cualquier caso, más que de la variopinta biografía de Hans Helfritz, estas rayas sólo quieren llamar la atención sobre la importancia de las fotografías que hizo en Ibiza.

Un aspecto a valorar especialmente en ellas en la intencionalidad antropológica de su mirada. Y también su espontaneidad, la ausencia de manipulación, el hecho de que en ningún caso busca sorprendernos. De las instantáneas que recoge en un contrastado blanco y negro que se agradece, puede decirse sin exagerar que una imagen vale más que mil palabras, no en vano sus fotografías construyen un rico y veraz relato de la cotidianidad. Helfritz huye de la postal. No busca paisajes ni retratos. No le interesa el encuadre oportunista o estéticamente atractivo. Y no se entretiene en las arquitecturas que acapara la atención de muchos otros fotógrafos. Helfritz tiene una motivación documentalista. Le interesa la fotografía como vehículo de información, por la capacidad que tiene para mostrar y enseñar a ver.

El hombre y su entorno

Le interesa la realidad como es, el hombre y su entorno, la vida que se hace en la ciudad y en el campo, las costumbres y el folklore. Sus imágenes recuerdan, en todo caso, las que recogen los fotógrafos del archiduque Luís Salvador y las del inglés Charles Clifford.

Veamos, sin más, una pequeña muestra de su temática: Una payesa ordeña una cabra en ses Feixes; un motovelero descarga en los muelles garrafones con aceitunas; la calle Azara se nos ofrece festiva, engalanada con banderolas, con las tiendas cerradas y la enseña nacional izada en el cuartel de la Benemérita, posiblemente porque es el día del Pilar, su patrona; en otras instantáneas vemos un concurso de podencos en Vara de Rey; payeses que venden en la calle largas ristras de setas ensartadas; una viejuca que en la Plaza de Vila llena su cántaro en la fuente; un payés que embarca sus cerdos en el barco-correo; una fiesta en Balàfia, curiosa imagen en la que comprobamos que los paraguas en Ibiza se utilizan sobretodo como parasoles; en otra fotografía vemos apostado un vendedor que sobre un murete tiene unas cajas de pescado y la caracola o corn que le ha servido para llamar al vecindario; en otra instantánea vemos uno de aquellos palomares hechos con tablas que tan comunes eran en los tejados de la Marina; y mujeres que cosen, mientras charlan de todo y de nada en un pasaje de la Penya; y los estanques de la Canal, con el pequeño tren salinero que arrastra un rosario de vagonetas mientras al fondo vemos a los castigados jornaleros en plena faena.

Y así podríamos seguir con muchas otras fotografías. Una aportación, en resumidas cuentas, de un valor documental incuestionable.

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