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Música

Los artistas que odian a los fotógrafos

Los fotoperiodistas denuncian el aumento de las limitaciones en la cobertura de los conciertos, desde el lapidario ‘no photos’ hasta la exigencia de validar el material por parte de los mánagers y la cesión de los derechos de autor

Ben Harper, Lorde, Bryan Adams y Rufus Wainwright. Urban

Artistas que no quieren fotógrafos en sus conciertos o que les imponen condiciones nunca vistas: que las imágenes sean autorizadas por su equipo antes de publicarse o incluso apoderarse de ellas tras el show para su uso libre pasando por alto el derecho de autor. ¿No hay límites en esa escalada de restricciones y requerimientos vía contrato previo de firma obligatoria? ¿Cuál será el siguiente paso, quizá que el crítico se comprometa a aguardar al visto bueno del mánager a su artículo como requisito para obtener el pase de prensa?

Hay malestar en la profesión gráfica, y en el entorno periodístico, como ilustraron los recientes plantones de fotógrafos en los conciertos realizados en Barcelona por Rufus Wainwright, Jane Birkin y Ben Harper. No es una circunstancia nueva: recordemos los vetos a los fotógrafos en los conciertos de numerosos astros pop (Beyoncé, Adele, Björk, este año Lorde en Primavera Sound) o los del huraño maestro Bob Dylan. Pero estas prácticas parecen ir a más, y eso ocurre ahora que el acto de fotografiar es universal y (casi) imposible de acotar, y miles de personas tienen a bien disparar sus móviles cada noche para inmortalizar a los ídolos.

«A Ben Harper, cada noche le harán a lo mejor 4.000 o 5.000 fotos. La mayoría, seguramente mediocres. ¿Y ahora resulta que las fotos buenas, hechas por profesionales, están limitadas?», se pregunta contrariado Martín Pérez, director del Festival de Pedralbes, que acogió el concierto de Harper. «No le veo explicación, y la pedí y no me la dieron. Me molestó tanto que ni siquiera fui a saludar al artista». ¿Se pueden buscar las razones en intermediarios que quieran ponerse medallas al celo profesional? «Es posible, y en la mecánica del artista que, si ve que el otro lo hace, él quiere hacerlo también para no ser menos».

Los fotógrafos se han plantado en varios conciertos este verano para mostrar su malestar

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La agencia de Harper había exigido a los fotógrafos que debían mandar el material en alta resolución para su validación y que el artista podría hacer de él un «uso perpetuo, en todo el mundo y sin restricciones». Al día siguiente, el cantautor californiano tenía concierto en Sons del Món (Roses), allí todas esas pegas desaparecieron, giro que podría atribuirse al plantón previo en Pedralbes.

Plantón

Llovía sobre mojado: días antes, el management de Jane Birkin impuso también la validación previa para que las fotos del concierto pudieran publicarse (y dando margen para el visto bueno, o no, hasta las 9.30 de la mañana, lo cual imposibilitaba publicar crónica alguna la misma noche). Los fotógrafos decidieron abstenerse de cubrir el recital.

El caso de Birkin incorpora matices relativos al personaje, una señora de 75 años que ha encajado sacudidas graves en su salud recientemente, incluido un ictus el pasado septiembre. «Entiendo que su agencia quiere preservar el icono y proteger la imagen de la artista», explica Albert Salmerón, promotor del concierto, que no cree que su equipo «fuera consciente del malestar» que generaban las medidas. Salmerón trajo el pasado abril a Rufus Wainwright, que igualmente se encontró sin fotógrafos a pie de escenario cuando salió a actuar, enojados porque su agencia había exigido la supervisión del material antes de su publicación y el derecho a explotarlo a su gusto. El promotor reconoce no tener explicación para estas exigencias más allá del impulso de artistas y mánagers de «tener más control» sobre la imagen. La aprobación previa se exigió también en el concierto de Bryan Adams en el Sant Jordi. Igualmente, con el agravante horario: situar el veredicto del mánager a la mañana siguiente del show impidió, por ejemplo, que la crónica se pudiera publicar esa noche en la prensa.

Ante esas situaciones corresponde invocar el derecho a la información y la figura del derecho de autor.

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