Diario de Ibiza

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Los recuerdos de Julio Herranz: Enredado en la nostalgia

El escritor Julio Herranz inicia una serie de artículos

sobre episodios pasados de la vida cultural de la isla

Julio Herranz baila con la periodista Misse García en la gala de celebración del centenario de Diario de Ibiza en el Casino en 1993. Archivo J.H.

Cuando los recuerdos empiezan a pesar más que el presente, es señal inequívoca de que uno ya milita en la senectud, por más que la sensación interior (juvenil, e incluso adolescente a veces) no se corresponda, claro, con la imagen que nos devuelve el espejo. Todas las horas hieren, la última mata, que decía el clásico. Es lo que hay y conviene tomárselo con la mayor deportividad posible. Mientras el cuerpo aguante, tira para adelante. Y si acompaña la salud, puedes disfrutar del último tramo vital con más libertad y despreocupación que de los otros, pues ya no tienes que trabajar para ganarte la vida, y hasta el amor y el deseo (tan agobiantes en la mayor parte del camino), dejan, por lo general, de darte tanto la paliza.

Y aunque uno no tenga mucha devoción por el verso manriqueño de que «cualquier tiempo pasado fue mejor», tampoco puedo evitar mirar atrás de vez en cuando. La nostalgia es un recurso de la mente que va a su aire, por libre; y salta cuando menos se espera: una música, un olor, un paisaje, un alimento... Pues bien, ella, la nostalgia, es la que me ha empujado a iniciar en las páginas de mi querido Diario de Ibiza (al que me siento unido por tantos recuerdos) este proyecto, personal, sí, pero espero y deseo que transferible, de evocar episodios pasados que me apetece recuperar para dar testimonio de una época más o menos lejana. Siempre, eso sí, episodios del mundo de la Cultura y el Arte, que son los territorios en los que uno ha militado, mayormente, durante toda su vida, tanto personal como profesionalmente.

Así, cada semana recordaré en estas páginas dominicales algún evento que tuvo su gracia, peso específico, interés o valor. Y que conserve aún, eso sí, algún mérito para ser rescatado del olvido. Cosas y casos que procuraré darle más bien un tono antes literario que periodístico. Porque no se trata tanto de rescatarlos del pasado tal cual fueron; para eso ya están las redes que facilitan esa labor fácil y rápidamente, sino de darles un enfoque personal. Algo que tenderá más bien hacia la crónica que al reportaje, que es lo que más me apetecía hacer en mis años periodísticos; pues uno se considera más bien escritor (sobre todo poeta) que periodista. De hecho nunca estudié para serlo, sino que acabé ejerciéndolo por simple afición y por una serie de circunstancias favorables que ahora no vienen al caso. De lo que, por cierto, me alegro, pues ejerzo como periodista jubilado.

En fin, sólo añadir en este apartado previo de presentación de la serie, que lo que espero y deseo es que interese y entretenga al lector y a mí mismo. Confiando en que podré mantener la voluntad necesaria para sumar un número de capítulos suficientes para (ya veríamos) reunirlos en un libro. Es el mejor pretexto que he encontrado para espolear mi creatividad, más bien aletargada y perezosa en los últimos tiempos. Porque, como dijera el gran actor Fernán Gómez: «Me siento perfectamente capacitado para no hacer nada».

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