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El poder del perro ibicenco

El origen del ca eivissenc, la variedad autóctona más internacional de Ibiza, es hoy una incógnita en la que se intentan combinar una antigua historia y los estudios genéticos de las últimas décadas

Desfile de cans eivissencs en las festes de maig de Santa Eulària. CAT

Sicilia y Ibiza guardan muchas similitudes más allá de ser islas del Mediterráneo donde las técnicas mafiosas se han implantado adquiriendo características propias. Incluso en sus dialectos, se detectan curiosos y reconocibles rasgos, como la forma similar al mesquin ibicenco que usan los sicilianos. Sin embargo, la similitud más clara es la que existe entre las dos variedades de podenco de las que unos y otros –sicilianos e ibicencos– se sienten tan orgullosos que se ensarzan en batallas socráticas en cuanto hay la más mínima sospecha de un intento de robarles un ápice de su simbólica propiedad. La polémica suscitada hace una década, cuando en el BOIB se citó a la raza como ‘podenco autóctono balear’, es una buena prueba del estado de las sensibilidades cuando se tocan ciertos símbolos, sean sargantanes endémicas o perros autóctonos. También provocó tensiones que, en nombre del podenco, el Consell se gastara 60.000 euros en una escultura para una rotonda (en 2010) y que una consellera, por su cuenta y riesgo, pagara 10.000 a un desconocido, en 2018, por un perro de resina sintética pintado con un gusto que los más comedidos calificaron de dudoso. En estos dos últimos casos no hubo rectificación alguna. El uso y abuso de los símbolos de una tierra suele derivar en situaciones de este cariz, con dinero público en la ecuación.

A pesar del folclorismo surgido a su alrededor, el ca eivissenc mantiene esa dignidad de raza antigua –a menudo legendaria– a la que incluso se relaciona con la representación del dios Anubis, el gran perro negro guardián de las tumbas y que, en realidad, probablemente representa a un chacal del desierto. Durante mucho tiempo, se ha considerado que tanto el ca eivissenc como el cirneco del Etna (la raza siciliana) tienen un origen tan antiguo que se remonta al Egipto de los faraones, y que fueron los fenicios quienes, en sus viajes por el Mediterráneo, lo llevaron a las islas occidentales. Es el mismo origen que se le supone al podenco faraónico de la isla de Malta, un perro con la misma estampa y la misma historia milenaria detrás.

Lo cierto, sin embargo, es que el ADN ha restado años a la leyenda en los tres casos de podencos isleños. En las últimas décadas, y con la extensión de los análisis genéticos a todo tipo de investigaciones, se ha llegado a la conclusión de que estas razas no son tan primitivas como se creía y que guardan muchos rasgos comunes (traducidos en coincidencias genéticas) con todos los podencos de caza europeos. Quizás estos estudios acaben por tumbar la histórica explicación del origen del ca eivissenc o tal vez se puedan combinar su origen oriental y una historia paralela al resto de perros de caza del continente. Incluso es posible que lo que hasta ahora hemos llamado raza sea una variedad dentro de una raza. En cualquier caso, el cirneco del Etna, el ca eivissenc y el kelb-tal fenek de Malta compartirán siempre una historia común muy mediterránea y mantendrán su poder como símbolos de una tierra.

La clave

El olor de un cachorro

Si hay un olor que no pueden olvidar quienes han crecido en casas en las que se criaban podencos ibicencos es el particular y agradable aroma que tienen los cachorros de estos perros, además del carácter tranquilo, afectuoso y espabilado que suelen tener los ejemplares de esta raza autóctona.  

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