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Viaje por la Europa negra

En Europa el racismo existe, aunque no lo hagamos explícito

Un grupo de refugiados ucranianos llega a Santiago de Compostela. ÁLVARO BALLESTEROS

Lo vienen contando los medios a propósito del recibimiento a los refugiados ucranianos: «Los rubios de ojos azules son bienvenidos, pero para los africanos porra y mano dura». En Europa el racismo existe, aunque no lo hagamos explícito. Como existen esos barrios africanos, que tampoco queremos ver. La editorial Capitán Swing acaba de publicar Afropean, notas sobre la Europa negra, un atractivo libro del joven periodista Jhony Pitts. que ya había visitado en 2016 la llamada «jungla de Calais», el campamento donde malviven centenares de refugiados que esperan dar el salto a Inglaterra.

Pitts, que es hijo de una inglesa blanca de clase trabajadora y de un cantante de soul originario de Harlem, creció en Fhirt Park, un barrio obrero de la ciudad de Sheffield en el que se establecieron numerosos inmigrantes de las antiguas colonias del Imperio Británico. Ese es su punto de partida vital para el viaje que nos propone en este recorrido por «Afropea», por las culturas y modos de vida de las barriadas africanas de las principales ciudades europeas. Un viaje de cinco meses que le llevará de París a Estocolmo, pasando por Bruselas, Ámsterdam y Berlín, para dar el salto a San Petersburgo y Moscú; y de allí, tras una rápida visita al Vaticano, a Marsella y Lisboa, pasando por Lavapiés, para finalizar el periplo en Gibraltar, tras una noche de espanto en Sevilla. Con un billete de Interrail, una mochila, un presupuesto ajustado y la red de contactos que le abre el haber puesto en marcha la revista electrónica Afropean.com trenza un largo reportaje, tan lleno de empatía como alejado del sensacionalismo.

En esta crónica, la negritud del propio periodista actúa como un doble vector. Por un lado, le permite presentarse como «hermano» de muchos de sus interlocutores. Por otro, le hace sentir el miedo a los ataques racistas, particularmente en una Rusia que, como descubre horrorizado, «no es país para negros». El libro es tanto más sugerente por cuanto Pitts sabe relacionar los países que visita con su historia colonial y con la literatura de muchos escritores de origen africano.

Su idea de la «afropeidad» es «una negritud compleja e integrada» que además de negarse a quedar acotada por estereotipos, se niega también «a rechazar la pluralidad y el hecho diferencial de la piel oscura».

El término «afropeo» es por tanto «una provocación desafiante para el absolutismo étnico» y busca una asimilación por la que «los otros», lejos de segregarse en guetos o en la invisibilidad, se alojan en la idea de Europa. A sus ojos, y no destripo el final, Marsella encarnaría la meca de la «afropeidad», el lugar que le permitiría existir en Europa sin cuestionar su pertenencia. Tomo nota.

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