Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entender + con la historia

El viejo coche eléctrico

Si los tejemanejes políticos no lo impiden, es posible que se instale

en Martorell la primera fábrica de baterías para coches eléctricos de España. Pero ¿todo esto es tan nuevo como parece?

El modelo eléctrico de Ford.

Preocupados por la crisis climática del planeta, el vehículo eléctrico (VE) se erige como la solución a los problemas de contaminación, como si su fabricación y su uso fueran inocuos para el medio ambiente. Además se vende como gran novedad, un invento de última generación. Pues no. Edison y Ford en persona, hace cien años, ya desarrollaron esta tecnología.

Cuando el automóvil comenzó a rodar por el mundo a mediados del siglo XIX, no era nada evidente que su motor sería propulsado por combustibles fósiles. En toda Europa y Estados Unidos había pioneros del sector que se rompían los cuernos en conseguir mover los vehículos y una de las múltiples opciones que se plantearon fue la utilización de la electricidad, que apenas se estaba popularizando en aquellos momentos.

El problema era cómo almacenar la energía eléctrica dentro de la propia estructura de los vehículos de manera segura y eficiente. Se trabajó en varios diseños de baterías y uno de los más exitosos fue el patentado por el sueco Ernest Waldemar Jungner en 1899, que utilizaba una combinación de níquel y hierro. Basándose en esta tecnología, Thomas Edison diseñó sus propias baterías en sus oficinas de Detroit. Entonces, el inventor y empresario ya era toda una celebridad y sus movimientos eran seguidos con atención por la prensa. Gracias a ello se sabe que a principios del siglo XX se movía por la ciudad con un coche eléctrico diseñado por su equipo de trabajadores. Entre los cuales, por cierto, había nada menos que Henry Ford.

De hecho parece que Edison fue de los que más animó Ford a desarrollar su proyecto automovilístico. A lo largo de su vida hicieron una buena amistad, hasta el punto de ir de acampada juntos. Fruto de aquella buena relación estuvo a punto de cristalizar un proyecto que habría convertido el siglo XX en una época completamente distinta de la que fue.

En 1913 comenzaron a colaborar en la fabricación de un coche eléctrico. La noticia llegó a las páginas de las grandes cabeceras estadounidenses y en enero de 1914 el propio Henry Ford confirmaba al New York Times que trabajaban en coches propulsados con electricidad. Las informaciones periodísticas especulaban que cuando salieran a la venta podrían costar entre 500 y 750 dólares de la época (lo que ahora serían entre 10.000 y 15.000) y la batería incorporada permitiría recorrer entre 80 y 160 kilómetros de distancia.

Al frente del proyecto se encontraba el ingeniero Alexander Churchward, que había investigado la manera de estandarizar el proceso de fabricación del VE. Para los prototipos utilizaban chasis de Ford T debidamente modificados para sustituir el motor de combustión por un compartimento para las baterías, situado bajo el asiento del conductor. Consta que, como mínimo, se diseñaron dos modelos diferentes.

Durante un tiempo la prensa siguió la evolución de los trabajos del tándem Ford-Edison y se hicieron correr rumores de todo tipo. Por ejemplo que el fabricante automovilístico había comprado saltos de agua cerca de las famosas cataratas del Niágara para abastecer de electricidad sus futuros coches, que se decía que llegarían al mercado en 1916 o en 1917.

Aparcado

Al final, sin embargo, el VE quedó aparcado puesto que las baterías no eran suficientemente eficientes y no ofrecían un rendimiento suficientemente fiable para iniciar su producción masiva. Ahora bien, quien sea aficionado a las teorías conspiranoicas también puede imaginarse posibles presiones del emergente sector petrolero de la época. De hecho, las factorías donde se desarrollaba el modelo eléctrico sufrieron varios incendios que alimentan esta hipótesis.

Sea como sea el VE quedó olvidado a pesar de que la tecnología ya estaba muy avanzada. Ahora, que todo el mundo ha asumido que utilizar energías no renovables es absurdo, parece que los coches eléctricos encuentran el empuje necesario para consolidarse en el mercado. Lástima ir tan tarde. Nos habríamos podido ahorrar estos últimos cien años en que la humanidad ha tenido que respirar el humo de los tubos de escape.

La bombilla

La experiencia acumulada durante el proceso de diseño del VE sirvió a Ford para incorporar la electricidad al mecanismo de encendido de los vehículos y también en el alumbrado. Precisamente este fue una de las principales fuentes de negocio para la empresa de Edison, tal y como ya explicamos en el artículo dedicado a la bombilla.

Compartir el artículo

stats