Diario de Ibiza

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María Dolores Mulá: recuperar la tierra

Es en el expresionismo ecológico de sus imágenes

fotográficas donde la pintora desvela su afán de

conjurar un deseo para convertirlo en realidad

Es común equiparar los paisajes de Turner, Friedrich o Courbet -por citar solo a tres pintores clásicos- con la visión real de una panorámica paisajista; de la misma manera, cuando miramos las formas magistrales que adquieren frecuentemente las nubes, reconocemos a la naturaleza como creadora de formas plásticas. Así, no es difícil de entender el sentido de la celebre frase de Aristóteles «el arte imita a la naturaleza» o la de Bonnard que abre el presente artículo, pero ¿realmente esto es así o por el contrario son los fenómenos naturales quienes imitan al arte? Podría ser una idea absurda o simplemente una distorsión del pensamiento romántico. Hay dimensiones de la naturaleza que únicamente somos capaces de ver cuando el arte las crea. En un deslumbrante ensayo argumentado con brillantez, Oscar Wilde sostuvo este pensamiento.

Es común equiparar los paisajes de Turner, Friedrich o Courbet -por citar solo a tres pintores clásicos- con la visión real de una panorámica paisajista; de la misma manera, cuando miramos las formas magistrales que adquieren frecuentemente las nubes, reconocemos a la naturaleza como creadora de formas plásticas. Así, no es difícil de entender el sentido de la celebre frase de Aristóteles «el arte imita a la naturaleza» o la de Bonnard que abre el presente artículo, pero ¿realmente esto es así o por el contrario son los fenómenos naturales quienes imitan al arte? Podría ser una idea absurda o simplemente una distorsión del pensamiento romántico. Hay dimensiones de la naturaleza que únicamente somos capaces de ver cuando el arte las crea. En un deslumbrante ensayo argumentado con brillantez, Oscar Wilde sostuvo este pensamiento.

En la antigüedad, el paisaje era considerado un subgénero, ocupando un lugar con poca importancia dentro de la jerarquía de los géneros, superior únicamente al bodegón.

Todas estas ideas pueden venir a nuestra mente al mirar las imágenes fotográficas de la artista María Dolores Mulá. En ellas, subyace un sentimiento autobiográfico de deseo.

Mi trabajo es el impulso que nace de la idea de recuperar la fertilidad de la tierra donde nací. Nací en un valle que quedó anegado y continúa sumergido bajo las aguas de un pantano.

Con esta confesión, Mulá revela el argumento que le motiva para enfrentarse a esta obra fotográfica que ha realizado con gran inspiración. Su trabajo está lleno de retos y he aquí uno nuevo que es la fotografía. Es una creadora que cuestiona su labor en el ámbito del arte con las armas que le dan su imaginación y su cultura, una cultura popular y erudita al mismo tiempo que contiene mecanismos exóticos que la hacen poseedora del don de saber entender lo que el objetivo de una cámara le muestra, planteando un discurso compositivo con mensajes coherentes a su mundo y evolución propia; por ello los encuadres de sus imágenes son precisos, armoniosos y de cierta belleza severa que portan consigo la autoría no impuesta por el propio tema, obviando las lindezas del paisaje convencional.

Nuestra artista se entrega a los desafíos imponiendo sus propios códigos, situándose incluso en horizontes lejanos al suyo propio, encontrando raíces. Su lenguaje y su técnica son herramientas de precisión con las que afronta diferentes disciplinas que ejercita con todo rigor, constatando un especial interés por la belleza subjetiva de lo abstracto. En esta ocasión, conocedora de la austeridad realista de la imagen fotográfica, no hace nada por enmascararla, siguiendo patrones intrínsecos, entregándose a la verdad que se muestra frente a ella, reconociéndola como una suerte de vivencia ya sucedida que siente el deber de recuperar. Recuperar esa tierra de su origen inundada por las aguas, no por designios de la naturaleza si no por avasalladoras decisiones humanas, que consiguieron cambiar el paisaje de su significativo inicio vital.

Entre las imágenes de este trabajo subyace una trama que configura una narración dramática subyugada por la pérdida. Se diría que en lugar de una cámara se ha utilizado un microscopio para analizar esta agua invasora, gota a gota. Es en el expresionismo ecológico de sus imágenes fotográficas donde la pintora Mulá desvela su afán de conjurar un deseo para convertirlo en realidad.

Trayectoria

María Dolores Mulá es una consagrada artista alicantina con una larga trayectoria expositiva alrededor del mundo, desde Bélgica y Francia, hasta ciudades españolas como Madrid, Barcelona, Bilbao, Granada, Valencia, Elche… como igualmente al otro lado del océano, en galerías de Nueva York, Méjico, Perú, Buenos Aires, etc.

Se encuentra representada en importantes colecciones privadas y públicas como las de la Biblioteca Nacional, y la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid; Palacio de los Condes de Gabia, Diputación de Granada; Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana, Instituto de Cultura de Campeche, Méjico o el Museo de Arte Contemporáneo de Cuzco, Perú y la Biblioteca Municipal de Toulouse, Francia, entre otras.

Actividades

Su intensa relación laboral con la emblemática Galería 11, que con gran acierto dirigió Carmen Cazaña a lo largo de los años, la conduce a mostrar sus obras en Arco, una de las ferias de arte más importantes del mundo, en varias ocasiones. En la Galería Aural, dirigida por Begoña M. Deltell, realiza exposiciones individuales y colectivas.

Participa en el relevante Ciclo Arte último.21 días, en la Sala de La Lonja de Pescado de Alicante con su exposición La nada, con el comisariado de Guillermina Perales y Eduardo Lastres, artífices del mencionado ciclo.

Recordando sus últimas exposiciones, a inicios de 2020, Situación limite, que tuvo lugar en el Museo de la Universidad de Alicante, actuando como comisaria María Marco.

Y junto a Josep Sou en la muestra Versus que se exhibió en la Casa de la Cultura de Alcoy, a inicios de 2021.

Ha participado en otras ferias de arte como Estampa, Madrid, con las Galerías Baikal y Victor Martín y Europ´Art, en Ginebra, Suiza, Galería Palexpo.

En 2010 fue galardonada con el premio a la mejor trayectoria artística por Onda Cero.

Dedicada, así mismo a la docencia, toda su vida está de dedicada al arte. Ha trabajado, desde sus inicios, en múltiples disciplinas como el grabado, la pintura que realiza tanto al óleo como por medio de pigmentos naturales, la escultura e instalación y la escenografía teatral. Interesada desde siempre en la fotografía, es la primera vez que realiza una exposición en este ámbito que pudo verse en 2016, bajo el título de Tierra inundada en el Museo de la Universidad de Alicante, comisariada por Juan Antonio Roche y quien suscribe este texto.

Textos

En el catálogo de esta exposición fotográfica, el critico y comisario de arte Miguel Cereceda escribe «…los antiguos carecían de paisaje. Uno puede leer los viajes de Ulises y encontrar al héroe homérico viajando de isla en isla sin manifestar en momento alguno su interés o su fascinación por el paisaje. Ni en las tragedias ni en las comedias clásicas hay descripciones paisajísticas. Tampoco las encontramos en la novela griega antigua. De hecho, no hay término alguno en el griego clásico que podamos considerar traducible o equivalente al de ‘paisaje’. Ni topos (lugar), ni chorros (el campo o el espacio) se corresponden en modo alguno con lo que nosotros entendemos por paisaje. El paisaje es antes que nada una invención de la pintura».

El profesor de sociología de la cultura y de las artes, Juan A. Roche Cárcel, comisario de la citada exposición, como acabo de mencionar en unas líneas mas arriba del presente texto, expresa en un extracto de su escrito: «Escudriña, entonces, con su cámara, los recovecos secos de la tierra amenazados por los torrentes acuosos que, en su desbordamiento ilimitado, parecen presagiar el futuro del planeta entero».

Tierra inundada

Toda su obra esta ligada al medio ambiente, pero es en esta serie de fotografías, Tierra inundada, donde la naturaleza forma parte de su biografía más que nunca, creando un ecosistema propio, ecológicamente devastador. Este trabajo es el resultado de las sutiles obsesiones que María Dolores Mulá guarda en su memoria, de esta forma los paisajes se muestran abruptos, como ella los siente, más que como son o pueden llegar a ser. El poder de la naturaleza en su verdadera magnitud sin el rastro de un mensaje ficticio o arbitrario.

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